México se ha situado en un inmenso abismo. A solo unos días de arrancar la aventura de aventuras. No es que juegue desastrosamente mal, porque al TRI, es difícil hacerle goles… ¡solo GOLAZOS!, como el que marcó esta tarde Poulsen a Ochoa en Dinamarca, o el de Eriksen en un homenaje a Usain Bolt y su inmensa velocidad. Y es ahí, que México muestra sus verdaderas carencias. Tiene dos. La delantera y la mental.

En la delantera, esa parcela infernal parece provocarle a los hombres de Mexico una inmensa jaqueca.  ¡Terrible Migraña! Los soldados aztecas sufren de insomnio al gol. Sí, como la que provoca la gota que cae del lavabo en la inmensa noche. Tac, tac, tac. La otra se llama Osorio. Juan Carlos debería entender que México no tiene una nómina infinita, 11 titulares y nada más. ¡Cero experimentos, por favor! Menos fiestas y más terapias de grupo, no con amigas, sino más bien con psicólogos.

Foto: Mi Selección

El gran problema de México, más allá del gol que no hace, es el gol que les hacen. Ahí se cae a pedazos. En diez minutos Mexico es capaz de pasar de un pobre rico, a un infeliz millonario. La prueba fue Dinamarca, que no es un equipo de abolengo, pero al irse al frente en el Marcador, se mutó en una superpotencia. Por un momento el TRI parecía que enfrentaba a Brasil. Pulgarcitos contra titanes. Esos fue el partido después del 1-0.

Un castillo de papel que se derrumba al primer soplido enemigo. El lobo asusta a esa caperucita verde que no puede reaccionar, porque Osorio más que la abuela del cuento, es una estatua de sal. Enfrente está Alemania, un gigante en toda regla.

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