22 años después ni el futbol es lo que es, ni Arsène Wenger es lo que era. La jerarquía de uno, fue la grandeza del otro. Dos almas gemelas que hoy se separan, o por lo menos, se dan una pequeña tregua. El maestro y el aprendiz, el inventor y el invento, la idea y la concepción, sin duda, la heráldica de la vieja guardia. Las grandes revoluciones empiezan siempre por las personas. En el caso de Arsène Wenger su insurrección fue más un clamor de paz al servicio de esta misa pagana. Su gran obra cumbre, un equipazo, y sin embargo el futbol le negó el trofeo más preciado de todos, la Champions League…
Al creador del equipo de los invencibles, “The Invincibles” (2002-2003, Jens Lehmann; Lauren, Sol Campbell, Kolo Touré, Ashley Cole; Gilberto Silva, Patrick Vieira, Robert Pirès, Fredrik Ljunberg; Dennis Bergkamp y Thierry Henry) el azar, ese duende testarudo y haragán, le dio la espalda en París, entonces premió a un magnifico Barcelona y Rafa Márquez pudo colarse en la historia. ¡Vaya fatalidad!, aquella majestuosa temporada fue un logro monumental, y sin embargo, se hablaran de otras batallas con más eco. Porque al final de esta novela lo de Arsène con el futbol, será un relato mitológico, más legendario que de éxito, una novela romántica sin saña, un viaje de placer, evolutivo, didáctico, no los cañonazos que a veces venden por la simple pirotecnia que dejan a su paso…
Quizás ni un simposio futbolístico universal podrá explicarnos la inaudita tragedia de Wenger al no poder conquistar el trofeo más idolatrado de Europa, y sin embargo siempre será recordado por haber ideado un equipo de acero, alumbrado en Inglaterra, que supuso un azote en esa Isla, con sus fallos grotescos por el viejo continente…
17 títulos de liga, 3 Premier League, 14 copas, el éxito del Arsenal brotó siempre de la misma fuente, del hombre que alguna vez dijera: “Nosotros no compramos estrellas, las hacemos”, y vaya que lo logro en aquella temporada fantástica. El Arsenal no ha vuelto a tener paz desde aquel 2003. Queda en el Almanaque francés de Wenger aquella teoría tan cierta y tan pura: “Entrenar es una historia de amor con un club; tienes que esperar que dure para siempre y aceptar que podría acabarse mañana”, hoy ha terminado, Thanks boss, ¡Merci Arsène!