Diego Armando Maradona hizo lo que quiso con el balón. El argentino conquistó el Mundial de México 1986 y fue subcampeón en Italia 1990. Puso en el mapa al Napoli, un equipo que sólo sería protagonista de Europa con el 10, además le entregó lo que pudo a Boca Juniors, el equipo de sus amores.
Una vez retirado, Diego siguió jugando en partidos de exhibición, nunca se ha podido despegar del balón, ni en sus mejores momentos ni en los peores, pero a sus 58 años, las rodillas le han pasado factura.
Tras su llegada a México para tomar las riendas de Dorados de Sinaloa, a Maradona se le ha visto una forma de caminar bastante limitada. De pronto pareciera que es debido a su sobrepeso, pero en realidad son sus rodillas, en las que sufre artrosis, que se puede traducir como un desgaste.
En junio se sometió a una operación, en Colombia, en la que se le hizo un tratamiento con células enquimales, con el objetivo de retrasar la artrosis, la cual provoca rigidez y dolor.
Una de las indicaciones para procurar la salud de las rodillas de Maradona es no jugar futbol, pero el argentino no se puede resistirse a ello y durante una de las prácticas previo al partido contra Tijuana del viernes pasado, le entró a la cascarita.
Las consecuencias fueron graves, pues su rodilla derecha acumuló líquido sinovial que provocó dolores y limitó aún más los movimientos de la articulación. Reapareció el martes, aunque con una evidente limitación para caminar.
Maradona está de regreso con @Dorados.@ESPNmx pic.twitter.com/NaalF4OY16
— Iván Elenes (@Ivan_Elenes) 17 de octubre de 2018
Maradona buscará su tercer triunfo consecutivo, el sábado, contra Mineros de Zacatecas.