Por Daniel Montes de Oca | @montesdeoca11
Son tiempos en los que los ‘periodistas’ le escriben cartas a Juan Carlos Osorio y a futbolistas de la Selección Mexicana en las que les hablan de “tú” para desvivirse en elogios y prácticamente darles las gracias por existir.
Son tiempos de ‘campañas’ orquestadas en diversos medios de comunicación para criticar por criticar al técnico del Tricolor bajo el simple y común argumento de que “México no juega bien y el entrenador debe irse”.
Son tiempos en los que la descalificación y el insulto golean y barren a los argumentos y el análisis, casi de forma tan contundente como aquel 7-0 de Chile al combinado nacional hace poco más de un año.
Son tiempos en los que todos somos expertos de futbol y creemos que, por conducto de las redes sociales, la exposición de nuestras ideas (pobres o no) es verdad absoluta y descalificamos al que no está en la misma sintonía.
El escritor mexicano Juan Villoro dice que el mexicano tiende a “pasar del carnaval gozoso al apocalipsis” en función del resultado más reciente en el futbol. Por ende, la estructura del balompié nacional nunca se cuestiona, pues solemos ignorar por qué se gana y por qué se pierde.
Según sea el caso, se hace fiesta y se cree que estamos para campeones del mundo, o se reparten culpas y la conclusión es que nuestro balompié es una basura.
A Juan Carlos Osorio no se le puede cuestionar falta de trabajo del equipo nacional, que no sea estudioso, culto y sobre todo, educado, nada de eso. El colombiano no se asume como un ‘sabelotodo’ ni mucho menos redentor. En la medida de lo posible maneja un perfil bajo y prioriza hablar de futbol. Parece una obviedad, pero en este país no lo es.
Lo que sí se puede y debe cuestionar a Osorio desde el periodismo e incluso los aficionados, es que ‘regale’ convocatorias a la Selección Nacional, porque en su discurso, cuando fue presentado, prometió que en sus llamados estarían los mejores futbolistas que, aunado a su calidad, tendrían que vivir un buen momento y ganarse su nominación con las actuaciones en sus clubes.
Esto no se ha cumplido y en la Copa Confederaciones que se disputa en Rusia hay dos ejemplos puntuales. Miguel Layún, el mejor de ellos. El futbolista del Porto no tuvo actividad en su equipo por lo menos en los últimos tres meses de la temporada en los que no fue ni convocado a los partidos.
Sin embargo, no solo fue llamado a la Selección, es titular indiscutible (salvo en las rotaciones) en los partidos decisivos y su pobre nivel actual quedó de manifiesto ante Portugal y Rusia. Nulo aporte ofensivo y frágil en defensa.
Giovani dos Santos es otro. El nivel de Gio es alarmante desde que decidió, a sus 28 años, jugar en la MLS, una Liga de nivel futbolístico pobre, más allá de su brillante organización, marketing y fichajes de figuras en decadencia.
¿Por qué fueron convocados? ¿En realidad no hay futbolistas en mejor momento? ¿Su ‘jerarquía’ los avala pese a un presente lastimoso, futbolísticamente hablando? ¿Orbelín Pineda, máxima figura de las Chivas Campeonas, no merecía estar en el Tri que disputa la Confederaciones? ¿El ‘Gallito’ Vázquez, que retomó aquel impresionante nivel que le vimos en Brasil 2014, tampoco? ¿En serio no se ganaron un llamado?
La lectura de lo anterior es la siguiente: Si estás en un equipo de Europa, tu llamado a la Selección es una certeza, más allá de si eres o no titular en tu club y sin importar el estado de forma en el que te encuentres…
Se refiere a la actual generación de futbolistas mexicanos como la “mejor de la historia” porque muchos de ellos están en ‘Viejo Continente’; sin embargo, salvo Carlos Vela, Héctor Moreno (en el PSV) e incluso hasta Jesús Manuel Corona (que no está en la Copa Confederaciones), ¿qué otro futbolista mexicano es figura en su club? Porque ni Javier Hernández si se considera su temporada más reciente en Alemania, en donde entre lesiones y malas rachas perdió la titularidad en el Leverkusen.
¿Tenemos a un Cuauhtémoc Blanco en la llamada “mejor generación de la historia”… un Jorge Campos, un futbolista capaz de cargar con el equipo en la adversidad? ¿Lo tenemos?
Vela es lo más cercano por su talento infinito, pero aún no tiene un peso específico decisivo en la Selección actual.
Otra situación que se le puede cuestionar a Osorio es su manía de improvisar a futbolistas en posiciones que no dominan. Diego Reyes no es lateral derecho, Oswaldo Alanís no es lateral izquierdo, Héctor Herrera no es un contención natural ni su mayor virtud radica en recuperar balones… Esto, solo por citar tres ejemplos.
Y finalmente, las rotaciones. Osorio ya lo dijo con claridad, misma que se agradece: prefiere ser terco y necio en este tema y continuar con el cambio continuo de jugadores, pues de esta manera se ‘morirá con la suya’, antes de traicionar sus ideas. Bien, válido.
Solo una cosa: los equipos de futbol que han dejado huella en este deporte a nivel de clubes o selecciones nacionales tuvieron algo en común: una alineación base, un ‘11’ tipo que los llevó a dominar un estilo de juego y como consecuencia a ganar títulos, porque las formas, le pese a quien le pese, siempre importan. “Ganar queremos todos, pero solo los mediocres no aspiran a la belleza”, refiere Jorge Valdano.
Desde este preciado espacio, el que escribe para nada pretende pedir ni mucho menos exigir que Juan Carlos Osorio se vaya de la Selección si no le gana a Alemania, en lo absoluto. El trabajo del colombiano tiene mucho valor y no solo por sus, a todas luces, números brillantes. Insisto, su preparación y calidad humana reflejada en la forma en que sus futbolistas se expresan de él va más allá de las estadísticas.
Sin embargo, así como no me atrevo a escribirle una carta hablándole de tú para darle las gracias por existir y dirigir a México, tampoco me atrevo a no señalar que la Selección Nacional puede jugar mejor, improvisar menos y encontrar una identidad con sus millones de seguidores, quienes, más allá de un resultado, se sientan bien representados.