Hasta hace no mucho tiempo, Italia fue testigo de los electroshocks, tortura y vejaciones disfrazadas de curación de enfermos mentales, homosexuales y todo aquél que se pensaba que estaba poseído por algún demonio.
Hace cuarenta años, se convirtió en el primer y único país en abolir los Manicomios y hospitales psiquiátricos, poniéndose como único desafío el tratamiento adecuado y inclusión de enfermos mentales en la sociedad. Y en los últimos años, lo han hecho de forma muy particular….El domingo pasado, comenzó en Roma el segundo Mundial de Fútbol para enfermos mentales, coincidiendo con el aniversario de la ley Basaglia, en honor al médico que impulsó el cierre de los manicomios.
En este torneo, jugadores de 23 a 50 años de edad, muchos de ellos diagnosticados con trastornos de personalidad, esquizofrenia, bipolaridad, ansiedad o depresión, salen a la cancha con la misión de ganar, pero sobre todo, de mostrar al mundo que las enfermedades mentales son tratables, y muchos de estos tratamientos, nos permiten llevar una vida normal, de forma cotidiana.
En el Mundial mejor conocido como el ‘Dream World Cup 2018’, participan diez selecciones en plena igualdad de condiciones, el ganador no recibirá ningún trofeo, ni los futbolistas verán un peso en su bolsillo, irónicamente, todos ellos participan por la locura que provoca el fútbol.
Y por si fuera poco, en año mundialista, la única selección italiana que jugará este año en un Mundial, precisamente la que participe en esta competencia, mejor conocida como “la Armada Brancaleone”, la cuál se conformó hace dos años y que lejos de tener un director técnico al mando, cuentan con un psiquiatra a cargo, encargado de animar, motivar e incentivar a sus jugadores en el terreno de juego.
Dentro de los equipos que participan en este mundial, además de Italia, están España, Japón, Argentina, Senegal, Chile, Perú, Ucrania y Francia.
Pero si están interesados en el tema, la película “Locos por el fútbol”, de Francesco Trento y Wolfgang De Biasi, así como el libro con el mismo nombre, escrito por Miguel Jiménez, retratan el drama, las alegrías y las locuras a las que se enfrentaron algunos de estos pacientes con trastornos mentales, y nos recuerda que después de todo, el mejor estado de la locura es la felicidad.