Por Daniel Montes de Oca | @montesdeoca11
“Vive para el futbol, es feliz con una pelota en los pies y su cara anodina empieza a resultarnos fascinante por la sencilla razón que el arte redime”… Así se expresa Jorge Valdano sobre Lionel Messi en su libro Futbol: El juego infinito.
Cada una de las ejecuciones de Leo en el campo de juego parecen acciones de rutina, algo fácil, pero lo perfecto nunca lo es… Messi es un milagro del futbol.
El originario de Rosario, Argentina, llega este 24 de junio a una edad clave en su carrera: 30 años, y lo hace con la misma cantidad de títulos a nivel de clubes en su espalda (32 si se cuentan el Mundial Sub 20 y la medalla de oro olímpica que ganó con la selección argentina).
Messi se fue de su país a los 13 años y en la actualidad se puede referir con certeza que tiene lo mejor del barrio argentino y lo mejor de la academia del Barcelona.
Hoy en día no se espera una jugada deslumbrante del ‘10’ blaugrana en un partido, si no un compendio de varias que cada 90 minutos reafirmen que estamos ante la perfección hecha futbolista.
“Engaño y precisión en velocidad, de eso están hechos sus prodigios. Sin adornos. Messi posee todas las virtudes del buen artesano. Muchas de las cosas que hace sabemos que va a hacerlas y, sin embargo, nos quedamos diciendo: ‘¿cómo lo ha hecho?’. Pregunta vana porque los genios no explican. Actúan”, agrega Valdano sobre su paisano.
Tiene una extraña seguridad para cada acción del juego y aunque sabe hacer pausas, prioriza la velocidad sin poner en peligro la pelota. Es un genio que con el paso de los años ha ido dejando la timidez para agregarle personalidad y liderazgo a su juego.
Tras definir un encuentro ante el Atlético de Madrid con un disparo que sacó mientras era rodeado por casi todo el equipo contrario, Valdano soltó en plena transmisión del partido: “En Messi, las balas perdidas pegan siempre en el corazón”.
A falta de mucha historia por escribir, pues entre los 28 y 33 años un atleta de alto rendimiento alcanza el clímax de su carrera, Messi ya se sienta en la misma mesa que Pelé, Maradona, Cruyff, Di Stéfano y Beckenbauer.
La barba y el gesto adusto hablan de un adulto, pero la esencia de Messi conserva su infancia, por ello es capaz de divertirse y disfrutar el juego para transmitir ese goce a millones. Leo es una de esas excepciones que aparecen cada 30 o 50 años… Y tal vez nunca veamos a otro igual.
Messi llega al ‘tercer piso’ y lo hace siendo el primero.