Esta tarde en el King Power Stadium el Liverpool derrotó 3-2 al Leicester City en un partidazo que tuvo de todo: un golazo, un penal atajado, una pifia del arquero y un nivel de drama comparable con lo grandes juegos de futbol que han ocurrido en este 2017.

El partido comenzó con todo a favor del Liverpool. Mohamed Salah anotó el primer tanto de los Reds con un cabezazo al 15′, ocho minutos más tarde Philippe Coutinho volvió a la senda del gol y lo hizo de espectacular manera. El brasileño aprovechó un tiro libre directo  y con un magistral cobró pegado al palo derecho de Kasper Schmeichel puso el 2-0.

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Parecía que el juego sería tranquilo para los Reds y que los de Jürgen Klopp se llevaría fácilmente los tres puntos del King Power Stadium; sin embargo Simon Mignolet decidió abrir la puerta para que este fuera un juego dramático. Justo antes del descanso el guardameta salió mal en un tiro de esquina y los Foxes consiguieron el primero por conducto de Shinji Okazaki.

En la segunda mitad el partido se convirtió en un duelo de pistoleros. Llegadas en ambos arcos, tiros por todos lados, contragolpes de un lado y de otro… precisamente en un contra fue que los Reds consiguieron el tercero por conducto de su capitán, Jordan Henderson.

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De nueva cuenta parecía que el Liverpool aseguraba el triunfo pero no habían pasado ni 60 segundos del gol de Henderson cuando Jamie Vardy marcó el 3-2 con un cabezazo.  Cuatro minutos después el mismo Vardy tuvo la oportunidad de empatar por la vía penal, pero Mignolet atajó el disparo del delantero.

El Leicester lo siguió intentando pero la falla de la pena máxima pesó demasiado. Al final los Reds se llevaron el partido 3-2 y se colocaron en el quinto sitio de la Premier con 11 unidades. Por su parte los Foxes apenas están por encima de la zona roja con cuatro puntos.

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