Los Juegos Olímpicos son un evento deportivo que conlleva años y años de preparación además muchísimo dinero para invertir en infraestructura. Por lo tanto, siempre se busca que los países organizadores tengan una solvencia económica y una estabilidad social para evitar problemas.
Esto se pensó de Río de Janeiro, una ciudad que cuando fue elegida tenía como presidente de Brasil a Lula da Silva y todo pintaba para que los brasileños se convirtieran en una de las potencias mundiales.
Ahora, todos hemos visto lo que ha pasado: pobreza, el referendum de Dilma Rousseff, delincuencia, violencia en las calles y todo tipo de problemas. Estamos a unos días de que comience la justa olímpica y lo más triste es que lo peor aún está por venir.
Los organizadores lo han intentado ocultar y por supuesto, cuidar sus intereses. Tanto que en la avenida principal que conecta al centro de la ciudad con el aeropuerto hay muros de plástico para tapar la favela Maré, una de las más pobres.
Pero todo esto no es suficiente y no será lo único. Los Juegos Olímpicos de Río parece que están destinados a tener más de un error, más de un accidente, sin ser extremistas, de ser un desastre. Es difícil con la expectativa que se tiene se consiga recuperar la inversión que fue de un total de 4.6 mil millones de dólares.
Si no hay entrada de dinero, se podría llegar a lo que pasó en Atenas 2004. Según hubo reportes en el 2010, la crisis económica que vivieron los griegos fue en gran parte por la inversión que se llevó en el evento que no se vio redituada. En el país europeo se invirtieron un total de 9 mil millones de dólares y esto les costó un gran problema a futuro.
De por si en Brasil se dice que esta es la peor época de pobreza que se ha vivido desde 1930 ahora imaginar si no recuperan su lana, la resaca será durísima…