Los Angeles Lakers tienen un futuro brillante. Dinero para firmar agentes libres en 2018, un dirigente que se las sabe de todas todas (Magic Johnson) y jugadores jóvenes que pintan para ser estrellas.
Son dos talentos que están revolucionando el juego de la franquicia angelina, pero de diferentes maneras. Uno es Lonzo Ball, producto de la constante mercadotecnia de su padre, pero que sí tiene condiciones. LaVar Ball se ha encargado de decirle a toda la NBA que su hijo será el mejor de la historia, pero aún le falta y eso se nota en su porcentaje de tiro y en decisiones que toma en el campo. Lonzo será bueno si le dan chance y se concentra.
El otro salió prácticamente de la nada para tomar el comando. Ese es Kyle Kuzma, la selección de Draft que dejaron ir los Brooklyn Nets (y probablemente se arrepienten)
Kuzma llegó a Los Angeles con el cambio que se llevó a cabo con los Nets. Ahí arribó él y Brooklyn recibió a D’Angelo Russell y Timofey Mozgov. Un cambio que parecía arriesgado, pero que está rindiendo.
Sus números son de una primera o segunda selección global. El ala-pívot acumula 17.4 puntos por partido, 50% de tiro de campo, 6.6 rebotes y 1.6 asistencias. Nada mal para no ser la estrella.
Además, en su forma de ser y jugar queda claro su madurez mental. Muy pocas veces se le nota hacer faltas tontas, toma decisiones atinadas y en momentos parece que tiene 10 años jugando en la liga.
El botón que dejó claro que fue una gran decisión fue justo ahora contra los Houston Rockets. El equipo de James Harden y Cris Paul llegaba con 14 victorias seguidas, un arsenal increíble y juego de miedo.
¿Qué fue lo que hizo Kyle? Respondió con el mejor partido de su corta carrera: 38 puntos, siete rebotes, cuatro asistencias y un tapón. Así, los Lakers dieron la sorpresa y vencieron a los Rockets.
Del otro lado, Lonzo no tuvo el mejor de los partidos. Se limitó a cuatro asistencias, 16 puntos, nueve rebotes pero con un porcentaje de tiro bajísimo (5 de 14). Así, quedó demostrado quién es el líder hasta ahora y no, no es Ball.
