La historia de los años dorados del Manchester City no sería la misma sin la millonaria (y polémica) inversión al club, pero tampoco sería lo mismo sin Kevin De Bruyne, quien se ha convertido en uno de los símbolos del club. El mediocampista belga cayó con el pie derecho en 2016, cuando el equipo británico pagó 74 millones de euros al Wolfsburgo.
Para ese entonces, el City era dirigido por el chileno Manuel Pellegrini, aunque su más alto nivel lo ha alcanzado bajo el mando de Josep Guardiola, quien durante mucho tiempo fue el némesis de José Mourinho, el timonel que lo echó del Chelsea.
La historia de Kevin de Bruyne
Kevin De Bruyne nació el 28 de junio de 1991 y desde muy pequeño desarrolló su gusto por el futbol, jugando con amigos. Desde esa etapa, y sin querer, potenció ambas piernas, pues cuenta la leyenda que solía romper macetas de la casa de uno de sus amigos, así que para evitar que el balón se elevara, comenzó a patear con la pierna izquierda.
De pequeño seguía el futbol inglés y era aficionado del Liverpool, en gran parte porque era admirador de Michael Owen, quien brilló en el Mundial de Francia 1998. Desde ese entonces nació el interés por jugar en algún momento en la Premier League.
El rechazo en su etapa más solitaria
A los 14 años llegó a la academia del Genk, para lo cual tuvo que desprenderse de su familia y amigos. Cuando llegó el club era sumamente delgado, pero ya destacaba como un jugador técnico, por lo que el club propuso un acuerdo por un año, lapso en el que De Bruyne vivió con una familia de acogida.
La vida de Kevin de Bruyne implicaban entrenamientos, escuela, estudios y tareas. No daba problemas con la familia de acogida y con el Genk todo marchaba bien. “No había ningún problema”, recuerda el belga.
Sin embargo, al cumplir con el año en el Genk, regresó a casa en verano para pasar vacaciones, ya con un nuevo acuerdo para regresar al club después de vacaciones y con la casa de acogida.
“Hice las maletas y me despedí de mi familia de acogida. Me dijeron: ‘nos volvemos a ver después de las vacaciones, ten un buen verano”, estableció, sin embargo, la realidad fue otra, ya que fue rechazado por la familia de acogida.
“Cuando llegué a casa de mis padres en mis vacaciones, entré por la puerta y vi a mi madre llorando. Creía que se había muerto alguien. En ese momento, me dijo las palabras que dieron forma a mi vida: ‘no quieren que vuelvas, la familia de acogida ya no te quiere allí’. Pregunté por qué y me respondió que por ‘ser como eres’, me dijeron que estaba demasiado callado, muy tímido, y que era difícil”, recordó.
Kevin pasó gran parte de ese día pegandole al balón con rabia, y esa misma furia la trasladó a su regreso con el segundo equipo del Genk.
“Tenía fuego dentro de mí. Me veía como si estuviera loco. Recuerdo que jugamos un viernes por la noche, fui suplente y entré en la segunda mitad… estaba fuera de mí mismo y marqué cinco goles. Ese día cambió mi historia en el club”, indicó.
Klopp intentó llevarlo a Borussia Dortmund
El destino de Kevin De Bruyne estaba en Alemania y aunque fue fichado por Chelsea en 2012, permaneció con el Genk a préstamo antes de ser cedido al Werder Bremen, sin embargo, antes de vincularse con Chelsea recibió múltiples mensajes y llamadas de Jurgen Klopp para fichar con el Borussia Dortmund, que necesitaba a alguien para suplir la salida de Mario Gotze
José Mourinho hizo que De Bruyne se arrepintiera de haber fichado con Chelsea, después de que el timonel portugués llamara a todos los mediocampistas para mostrar estadísticas de rendimiento y de todos los jugadores, De Bruyne era el único que no tenía goles. De Bruyne confrontó al timonel, le recordó que era el que menos partidos tenía (nueve juegos y sólo uno completo) . “No te necesitamos”, explotó Mourinho, por lo que regresó a la Bundesliga.
Con el Wolfsburgo volvió a encenderse y Manchester City no desaprovechó la oportunidad para llevarlo de regreso a la Premier League, donde ha construido su leyenda con tres Premier League, cinco Carabao Cup, una FA Cup y dos Community Shield.