Simone Biles es hoy por hoy una de las gimnastas más reconocidas a nivel mundial pero el camino no ha sido siempre fácil y acá te vamos a contar de ella.
A sus 23 años, Simone Biles ya tiene logros que muchos atletas o deportistas quisieran tener pero nada se consigue sin sacrificio, entrega y un trabajo diario. Puede presumir ser la gimnasta con más medallas ganas en la historia de los Mundiales con 25.
La ‘lucha’ de Simone Biles comenzó desde que era pequeña y aunque desde siempre se ha dedicado a la gimnasia, antes tuvo que dejar atrás una dura infancia, sin sus padres.
La infancia de Simone Biles:
“Ha sido un largo viaje“, declaró Simone Biles en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro de 2016 y no podía tener más razón: su camino, vaya que ha sido largo.
Biles no conoció a su padre y vivía con su mamá, quien sufría de muchas adicciones. Los problemas de su madre se convirtieron en suyos y por eso a los tres años, ella y sus hermanos se fueron a vivir con su abuelo materno y su segunda mujer. Tiempo después lograron la adopción legal de Simone.
“Cuando era más pequeña me preguntaba qué habría sido de mi vida si no hubiese pasado nada de esto. A veces todavía me pregunto si mi madre biológica se arrepiente y querría haber hecho las cosas de manera diferente, pero evito plantearme estas preguntas porque no las tengo que responder yo“, declaró en una entrevista en 2016.
La gimnasia desde siempre:
A los seis años, Simone Biles ya practicaba gimnasia y a los ocho, su entrenadora, Aimee Borman, su actual entrenadora la “descubrió” para que conquistara el mundo desde temprana edad.
El nombre de Simone Biles se dio a conocer ocho años después de aquel momento. En el Campeonato Mundial de Gimnasia de 2013, cuando ella tenía 16, conquistó dos de las seis medallas de oro que se disputan en la competencia. Se confirmó como uno de los prospectos para Río 2016.
En los siguientes dos Mundiales de 2014 y 2015, conquistó diez medallas entre los dos. Con tan sólo 18 años, su palmarés ya era de de 10 medallas de oro, una de plata y dos de bronces.
Los Juegos Olímpicos:
A Río 2016 llegó como una de las atletas estadounidenses favoritas y no decepcionó. En la justa olímpica se convirtió en la gimnasta con más medallas de oro en una misma edición, luego de colgarse cuatro preseas doradas en suelo brasileño.
Ganó la competencia por equipos, la competencia múltiple individual, salto y suelo, contribuyendo a que Estados Unidos fuera el líder del medallero en esa categoría.
Una carrera en ascenso:
Dicen que la carrera de una gimnasta es relativamente corta pero parece ser que Simone Biles también hará historia en ella. Fue al Mundial de Doha en 2018 a colgarse una medalla en todas las categorías en las que compitió.
Ganó la medalla de oro en la competencia por equipos, en el concurso completo individual, en salto y en salto de potro. En barras asimétricas se quedó con la medalla de plata mientras que en barras, se quedó con el bronce pero siempre estuvo en el podio.
Sus logros son de tal magnitud que dos ejercicios ya llevan su nombre. Biles I y Biles II para que cada vez que un gimnasta los realice, ella sea recordada.
Otra tragedia en su vida:
Si el episodio de su infancia no fue suficiente, la vida le puso otra dura prueba a Simone Biles. En 2018 reveló que tomaba pastillas para controlar la ansiedad, luego de haber sido víctima del médico del equipo nacional.
Larry Nassar, quien fuera condenado a 40 años de prisión por haber violado a más de 350 menores y mujeres deportistas, había convertido a Simone Biles en una de sus víctimas. No es una historia que le guste contar a la estadounidense pero supo salir adelante.
“Yo también soy una de las muchas supervivientes de las que abusó sexualmente Larry Nassar. Hay muchas razones por las que he sido reacia a compartir mi historia. Este comportamiento es completamente inaceptable, repugnante y abusivo“, explicó en una carta abierta.
Ahora que se disputen los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, sin duda alguna que Simone Biles es una de las favoritas y cuando se cuelgue una medalla más, será imposible no recordar todo lo que ha tenido que superar para llegar a la cima.