Lo que necesitas saber:
Una carta enviada por un papa terminó siendo el pretexto para que las Chivas adoptaran este mítico apodo.
Algunos equipos de futbol, al menos en México, son como los perritos: tienen varios apodos. Uno de ellos es el Club Deportivo Guadalajara, que, entre otros motes es conocido como “Chivas”, “Chivas Rayadas”, “Rojiblancos”, “Campeonísimo”, y claro, “El Rebaño Sagrado”. Y precisamente hoy, les hablaremos sobre el origen de este último.
Las Chivas del “Ya merito”
Durante los primeros años de profesionalismo del futbol mexicano (el primer torneo profesional fue en 1943) el Club Guadalajara no fue el equipo grande que es hoy, al menos no en cuanto a número de títulos. Y es que, hasta 1957, no había ganado ningún campeonato, aunque estuvieron cerca de conseguirlo en un par de ocasiones.
Era un equipo que se desempeñaba bien durante los torneos, que jugaba con un estilo muy definido, pero que en la recta final de la competencia terminaba perdiendo impulso. Esta constante los llevó a acumular cinco subcampeonatos, entre torneo de copa y liga, en menos de diez años, lo que les valió el nombre del “Ya merito”.
Esta historia daría un giro inesperado, que muchos atribuirían a una intervención divina.
Los “Santos” del Guadalajara
La noche del 3 de enero de 1957, en el estadio Parque de Oblatos, el Guadalajara consiguió su primer título profesional tras un agónico triunfo contra el Irapuato FC, con un gol de último minuto de Salvador “Chava” Reyes.
Este campeonato coincidió con el nombramiento del sacerdote Garibi Rivera como Cardenal, quien anteriormente había visitado las instalaciones del club para darles la bendición.
Durante la misa que ofreció en la catedral, el cardenal cantó un Te Deum (himno litúrgico solemne de acción de gracias) para alabar el campeonato del Guadalajara. Unos días después recibió al plantel completo y se levantó la sotana que llevaba puesta para dejar al descubierto la playera del equipo. Además, envió al papa Pío XII un telegrama para informarle que una escuadra integrada solo por mexicanos había obtenido el campeonato.
En respuesta, el Guadalajara recibió este telegrama procedente del Vaticano, fechado el 16 de enero de 1957, en donde el pontífice los felicitaba por el título alcanzado:
“Excelentísimo Arzobispo: Augusto pontifica acogiendo benévolamente filiales, sentimientos, miembros Club Futbol Guadalajara. Correspóndales cuando celestes gracias enviándoles implorable bendición apostólica”
Ante esta cercanía con la Iglesia católica, varios periodistas señalaron que el equipo ahora contaba con el apoyo de los hombres más cercanos a Dios, y empezó a llamarlos “Los Santos”.
El insulto que se volvió una marca
La creciente rivalidad entre el Atlas y el Guadalajara provocó que la afición de ambos equipos constantemente usara sobrenombres para denostarse entre sí.
Por ejemplo, los aficionados al Atlas se referían a sí mismos como “Académicos”, para ensalzar su técnica de juego; sin embargo, los rojiblancos empezaron a llamarlos “Margaritas”, pues tachaban a los atlistas como “muy delicados”. En respuesta, ellos apodaron “chivas brinconas” a los seguidores del Guadalajara.
Si bien el propósito de la afición del Atlas era burlarse, el mote de Chivas comenzó a ser motivo de orgullo entre los jugadores y la afición del Guadalajara, hasta volverse patrimonio de la institución. El 14 de julio de 1949, el equipo salió al terreno de juego acompañado por una chiva que vestía los colores rojiblancos.
Con el surgimiento del nombre “Chivas”, la aparente ayuda que el equipo tenía desde el cielo fue dándole forma al apodo “El Rebaño Sagrado”.
De “El Rebaño Sagrado” al “Campeonísimo”
Podemos encontrar muchas explicaciones para el éxito que tuvieron las Chivas a partir de que recibieron la felicitación del papa y el apoyo del cardenal Rivera; pero lo cierto es que, después de eso, el equipo vivió su época dorada.
Con jugadores como Jaime “El Tubo” Gómez, Arturo “El Curita” Chaires, Guillermo Sepúlveda, Salvador Reyes o Ignacio “El Cuate” Calderón, en nueve años el Guadalajara ganó siete títulos de liga (incluido un tetracampeonato entre 1959 y 1962, y un bicampeonato de 1964 a 1965), una Copa, seis trofeos Campeón de Campeones y un campeonato de la Concacaf.
Esta racha ganadora, que en su momento lo colocó como el equipo más ganador de México, le valió un nuevo apodo, el de “Campeonísimo” que aún en nuestros días sigue siendo un referente en la historia del futbol mexicano.