El Barça siempre tuvo un solo relato: el que quiso contar Andrés Iniesta. En sus pies vivió, vive y vivirá un artista con un repertorio único. Un genio que le dio vida al sabio de fuentealvilla, ese pequeño Da Vinci resolvía cada partido con una sutileza infinita, con una nobleza bárbara, tan grande como los 31 títulos que guarda en su mochila. Andrés no jugaba futbol, dirigía un recital, lo mismo en España que en su asombroso Barcelona.
No hubo domingo en que no sacará los violines, siempre de esmoquin. Iniesta no cerraba las bocas, las abría. Seguramente en otra vida, este español fue brasileño, y aun así la española siempre será su mejor versión…
Acuñado en la retina de cualquiera que se deje llevar por esta misa pagana, Andrés patento “El Iniestazo”, ese invento mágico que siempre terminó en gol en los créditos finales del partido que fuera. Dio lo mismo Stamford Bridge que Johannesburgo, Sudáfrica. El drama por delante y la sonrisa como desenlace final. Cada jugada de “Andresito” terminó situada en el Museo del Prado, faenas gloriosas, punzantes y con una colección de lo más variada. Un driblador por excelencia.
A los pies de Iniesta, el Barcelona siempre brindó por el futbol, y sin embargo los dueños del balón le negaron el máximo galardón, una redonda de oro. ¡Qué más da!, lo que los de pantalón le robaron, el futbol se lo devolvió con fanfarrias y trompetas. Messi lideró un equipo inolvidable, Iniesta en cambio le dio estilo, la gloria de él no pasaba por los goles, lo suyo era algo más, era ese toque fino, sutil que hoy más que nunca extrañara el Barcelona…y también el mundo entero. Los clásicos sin él, ahora serán un tanto menos emotivos y tal vez más aburridos, porque no habrá quien suspenda el tiempo como Andrés…
Infinito Iniesta. Su almanaque es tan grande como su leyenda.
-8 Ligas,
-7 Supercopas de España,
-6 Copas del Rey,
-4 Champions,
-3 Supercopas de Europa,
-3 Mundiales de Clubes,
-2 Eurocopas,
-1 Mundial
