¿Quién no ha sido víctima del delicioso elixir llamado cerveza? Quien diga que nunca, es porque está mintiendo. El Día Mundial de la Cerveza debería ser de asueto, pues todos al menos una vez en la vida la hemos consumido.
Y esto entra en todas las clases sociales, profesiones y demás. No hay quien se escape de sus efectos, ni los deportistas. Se supone que son atletas, que hacen mucho ejercicio, pero la pancita chelera siempre hace su aparición.
Para algunos se nota, pero tampoco es un gran problema. Otros, la neta parece que se comieron el barril completo. Siendo justos, vamos a tomar a jugadores que aún estén en activo, porque agarrarse de la desgracia de los retirados serían injusto.
Bartolo Colón
Un gran lanzador, toda una leyenda de su país, pero por más grande que se ponga la playera, la panza lo delata. En el béisbol se dice que puede haber gorditos y sí, pero tampoco son todos. Ha cambiado un poco ese aspecto y ahora vemos a Mike Trout o Bryce Harper que hasta salen en revistas con poca ropa.
Gonzalo Higuaín
Esta nota traicionó totalmente al Pipita. En partidos amistosos cuando llegó a la Juventus se le notó que estaba “fuera de forma”. Por supuesto que internet iba a ver esto y a darse vuelo de manera espectacular.
De ahí, no se le ha quitado el apodo (ni la panza cervecera) y claro, sigue fallando oportunidades clarísimas en partidos importantes.
Zach Randolph
El basquetbolista es de esos de hueso ancho. Su paso por los Memphis Grizzlies le dio mucha fama y se convirtió en un ícono de la franquicia. Su nivel, conforme a su peso, la verdad es que es muy bueno.
Ahora lo veremos con los Sacramento Kings, que buscarán en él un poco de lo que tenían en DeMarcus Cousins.
Moisés Muñoz
A Moi se le quedó más la fama que el cuerpo. Sí llegó un momento en el que parecía que le pegaba duro a la cerveza. Desde ese entonces se aplicó en el gimnasio, hizo mucho ejercicio y sacó fotos sin playera mostrando su musculatura.
Claro, en México no se nos olvida nada, así que ese estigma lo cargará por siempre.
Robert Habte
Este etíope se ganó los reflectores en Río 2016 por “estar fuertecito”. En natación se acostumbran cuerpos delgados y fuertes pero Rorbert desafió todas esas reglas. El problema fue que fue el más lento de la competencia y dejó a los panzones muy mal parados.