En marzo del 2020, autoridades del Estado de México dieron la orden de cerrar aquellos lugares en los que se realizaran actividades esenciales, para evitar aglomeraciones y con ello reducir los riesgos de contagio de coronavirus. Era el principio de la pandemia del coronavirus y en el municipio de Ecatepec se cerraron las puertas del deportivo Valle de Santiago, en la colonia San Agustín.
En el lugar se realizaban un promedio de 80 partidos de futbol de diversas categorías y ese el era sustento de árbitros amateurs, que de la noche a la mañana perdieron su fuente de ingreso por COVID. Algunos escépticos se convencieron de la pandemia hasta que conocieron casos de contagios o muertes de personas cercanas.
La pasión de un árbitro
Juan Tomás García ‘Pato’, uno de los silbantes amateurs, sobrevivió a la pandemia gracias a su ahorros, al igual que Jorge Abarca, aunque éstos se terminaron con el correr de los meses, así que recurrió a préstamos. Ambos coinciden que uno de los compañeros que más sufrió durante la pandemia fue Adrián Martínez.
“Toda mi vida se la debo al arbitraje, empecé sin saber, pero el final el reglamento me ha hecho ser lo que soy”, indica Adrián a Sopitas.com. Su estilo para arbitrar suele incomodar debido a que en la cancha es un hombre con carácter, aplica el reglamento ‘a raja tabla’ y permite poco diálogo.
Adrián tiene 56 años de edad, de los cuales 36 años los ha dedicado al arbitraje y otros oficios, pero en los últimos 12 se ha dedicado por completo al arbitraje, pues éste le generaba mayores ingresos.
“Tanto me gusta el arbitraje que hubo un tiempo que mi esposa, la madre de mis hijos, me dijo: ‘¿El arbitraje o nosotros?’ y la pensé mucho, pero al final los elegí a ellos, aunque desafortunadamente me conseguí un trabajo en que me pagaban 350 pesos a la semana, de lunes a viernes, cuando en un día de árbitro me ganaba al día 360 pesos”, explica.
Una nueva vida durante la pandemia
Tras cerrarse el deportivo en el que ejercía su pasión, la vida se complicó. “Hace un año, cuando empezó la pandemia y dijeron en las noticias que se cierra todo, yo me preocupé, a pesar de que vivo solo, porque mi mente está siempre en la cancha, en el futbol, pero en el deportivo conoces mucha gente”, indica.
Gracias a la convivencia diaria entre futbolistas, entrenadores y dueños de equipos amateurs, conoció a una persona a quien le pidió la oportunidad de trabajar en una gasolinera. Comenzó lavando y abrillantando llantas de autos, pero conforme recibió más responsabilidades y comenzó una especie de pesadilla, la cual narra entre lágrimas.
“Se me perdió una fajilla de mil pesos, se me perdieron visas y todo los errores se pagan en una gasolinera… a veces llegaba a la casa con 40 pesos a la casa y entre mayo y junio nos cierran la gasolinera cinco semanas, y esas cinco semanas fueron muy difíciles porque no había para la papa”, menciona.
A lo largo de la pandemia hizo trayectos de más de una hora en metro para llegar a la gasolinera, a la cual le dedica incluso dos turnos para obtener mayores recursos, pero en cuanto la situación sanitaria mejoró y el deportivo abrió de nueva cuenta las puertas, pidió la oportunidad de volver a las canchas.
El regreso a las canchas de un árbitro
Cuando no trabaja doble turno en la gasolinera tiene la oportunidad de ir al deportivo y dirigir algún partido entre semana. Los fines de semana tiene oportunidad de dirigir más juegos, aunque no son los 25 partidos que arbitraba por semana antes de la pandemia. “Ahora son ocho, entre que todos los equipos no han regresado y mi trabajo en la gas”.
Por ahora, no piensa dejar su trabajo en la gasolinera, pues le ofrece un ingreso relativamente seguro si Ecatepec vuelve en algún punto a semáforo rojo, y al arbitraje no lo soltará hasta que el cuerpo aguante.
“Es mi pasión, lo hago con cariño y con amor porque me ha dado mucho, pero así como me ha dado, me ha quitado también, jamás me voy a arrepentir de ser árbitro de futbol”, mencionó.