Pocos receptores en la historia de la NFL han tenido esa fortaleza física como Michael Irvin. El receptor de la Universidad de Miami fue el heredero del mítico número 88. Antes de él, Drew Pearson fue quien le dio un significado diferente a ese jersey e Irvin lo llevó al siguiente nivel.

Llegó a los Dallas Cowboys en la primera ronda del Draft en 1988. Desde sus épocas en el colegial a ‘The PlayMaker’ se le conoció por su forma de ser excéntrica, pero claro, se le perdona todo con su nivel de juego. Con el equipo texano no decepcionó.

Además, los fans del equipo lo deben de recordar con gran cariño. Irvin, Smith y Aikman fue la última tripleta que le dio un Super Bowl a la franquicia de la Estrella Solitaria. Tres Super Bowls se lograron en su tiempo con los Cowboys.

dallas cowboys

Tuvo problemas con la ley durante su juventud. Jamás se podrá justificar eso, pero su intensidad dentro y fuera del campo lo hicieron una super estrella.

Su carrera se vio terminada tempranamente por una lesión en el cuello. Esto sucedió contra los acérrimos rivales, los Philadelphia Eagles. La afición le gritó de todo mientras él salía en camilla. Su respuesta: “Los he estado matando desde hace 10 años”.

Irvin pudo tener números aún más espectaculares, pero su agresividad en la búsqueda del ovoide le valió el mayor reconocimiento: entrar al Salón de la Fama. Ahora, el ex jugador cumple 50 años y el equipo de sus amores definitivamente lo extraña.

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