Por Miguel Ángel Delucio | @miguel_delucio

Fotos: Aarón Rubio | @il_harun

Las artes marciales mixtas tomaron por sorpresa al mundo. Su crecimiento como deporte ha sido grandísimo en los últimos años, a tal punto de ser practicado por todo tipo de personas. Éste comenzó en varios países del mundo, como Estados Unidos y Brasil. Y ahora es el turno es de las tierras aztecas, donde hay peleadores de gran calidad.

Rumbo al evento UFC México, fuimos a conocer de dónde salen estos guerreros, cómo lo hacen, cómo entrenan y cómo es un día de su acondicionamiento. La academia Bonebreakers fue la respuesta a todas las preguntas.

En la calle de Nezahualcóyotl, cerca del metro Pino Suárez, hay un pequeño pasillo. Entre puestos de frituras, gorditas, quesadillas y demás, jamás imaginas lo que encontrarás adentro. Es contradictorio tener toda esa comida chatarra afuera y dentro de una de las mejores academias de MMA.

Desde que entras puedes sentir el orgullo que tienen por su deporte. Mantas de sus peleadores profesionales, como Erick Perry Montaño, Augusto Dodger Montaño y Leo Rodríguez invaden el pasillo. Estos tres tienen experiencia en la UFC y lo mejor, ellos llevan a los nuevos a esos niveles.

El entrenamiento lo llevó Perry y fue ante peleadores que ya son o buscan ser profesionales. Lucha a ras de suelo, algo que no parece llamativo, pero que es complicadísimo. Llaves para someter y como evitar el sometimiento, bases para las artes marciales mixtas.

Con punk de fondo, la contrariedad seguía sobresaliendo. Este género se destacó por ser simple, crudo, anárquico y hasta descuidado. Sin embargo, el ambiente de la práctica era todo lo contrario. Disciplinado, con orden, estructura y mucho respeto entre compañeros.

Cada movimiento que hacían era con una intención. Se veía sencillo, pero requiere velocidad y precisión. Un paso en falso puede costar una lesión, un mal golpe o en una pelea oficial, la derrota…

Así, la concentración está al máximo. Tanto, que llega el sentimiento de incomodidad, al no querer romper la dinámica, al querer evitar a toda costa la interrupción del momento.

El entrenamiento en Bonebreakers avanzaba. Cada instrucción del mandamás se veía con un grado de dificultad más alto y pidiendo más de sus muchachos. Como en un combate, el descanso era mínimo: un minuto para tomar fuerzas y seguir con lo suyo.

Ahí salta un detalle, pues el cansancio jamás se asomó en las instalaciones. El agotamiento no es algo que parezcan vivir o al menos no lo demuestran. Una condición física envidiable, digna de un atleta de alto rendimiento.

Llegó el final de la práctica. Cuando un mortal piensa que está cerca lo más sencillo, llega la sorpresa. Comenzaron las rondas de llaves. Tres minutos intentando someter a tu rival, pero ahora en serio. Sin puños, sin ground and pound, solo tu fuerza y tu conocimiento sobre el tatami.

Tomaban aire un minuto y seguían con el siguiente compañero. Se daban un saludo antes y después de combatir. Mostraban en su entrenamiento: respeto antes que efusividad por la victoria, fuerza mental antes que fuerza física.

Después de que todos lucharon contra todos, se acabó el entrenamiento. Entre sonrisas, amistad y buena vibra, cada uno se daba un golpe en el pecho y abrazaba a sus hermanos de academia. Con este gran comportamiento llegarán lejos.

Las artes marciales mixtas les dan un plus en la vida de estos jóvenes. Para buscar ser profesionales, para sacar el estrés o solo para hacer ejercicio, este es uno de los mejores lugares.

Así se vive una pequeña parte del día en Bonebreakers….

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