El Reporte McLaren, difundido por la Agencia Mundial Antidopaje (WADA, por sus siglas en inglés) dejó en evidencia a las autoridades rusas al demostrar que se encontraban involucradas en el suministro de sustancias prohibidas y manipulación de los resultados de las pruebas antidoping realizadas a sus atletas.
Pero, ¿por qué el gobierno de Dmitry Medvedev -con la ayuda de Vladimir Putin– decidió tomar medidas tan extremas para obtener buenos resultados en las competencias internacionales de atletismo?
Para contestar a esa pregunta nos tendremos que remontar a los Juegos Olímpicos de Invierno de Vancouver 2010, cuando los resultados de la delegación rusa fueron inaceptables: finalizaron en el puesto número 11 con sólo tres medallas de oro en la bolsa y apenas 15 en total.
Estos pobres números generaron una enorme preocupación entre la esfera política rusa, ya que su nación se encargaría de realizar la siguiente edición de los juegos de invierno (Sochi 2014) y no podían repetirse esta clase de resultados por lo que el entonces Primer Ministro de Rusia, Vladimir Putin, decidió nombrar a Yuri Nagornykh como Viceministro de Deportes.
Nagornykh sería el encargo de orquestar el plan para mejorar el rendimiento de los atletas y tendría la obligación de reportar sus resultados al Ministro del Deporte, Vitaly Mutko, quien también era el presidente del Comité Organizador de la Copa Mundial de la FIFA Rusia 2018 (#BaiaBaia).
Dos laboratorios, uno en Moscú y otro en Sochi, fue donde se llevaba a cabo la manipulación de las muestras de los atletas. En caso de que estas fueran positivas, el viceministro Nagornykh tomaría la decisión de “ayudar” o no al competidor para permitir que participara en competencias internacionales.
Al comienzo, la estrategia era sencilla y el viceministro simplemente daba la orden de que se cambiara la etiqueta de “negativo” a una que dijera “positivo” para ocultar el posible dopaje. Sin embargo, este método sólo funcionaba cuando no se contaba con la presencia de observadores internaciones… y por eso, la estrategia tuvo que cambiar para los Juegos Olímpicos de Sochi 2014.
Si había un atleta considerado con posibilidades de conquistar una medalla durante esta competencia, las autoridades congelaban una muestra de orina limpia del deportista y la dejaban a resguardo del laboratorio de Sochi, de donde se recuperaba en caso de ser necesaria para entregarla a un organismo internacional.
El intercambio de la prueba contaminada por la prueba limpia se realizaba por un pequeño agujero en el cuarto donde se llevaban a cabo los exámenes. Los doctores se encargaban de recibir la muestra que podría dar positivo y la cambiaban por la que tenía orina no contaminada.
De acuerdo con el reporte McLaren, se sospecha que al menos 15 de los atletas que recurrieron al método de intercambio de orina terminaron ganando una medalla.
El director del tramposo laboratorio de Sochi, Grigory Rodchenkov, fue el primero en explicar cómo se llevaba a cabo esta trampa en una entrevista al New York Times. El informe McLaren únicamente se encargó de corroborar la información.
Los resultados de Rusia durante los Juegos Olímpicos de Invierno de 2014 fueron espectaculares y finalizaron en la cima del medallero con 33 preseas, incluyendo 13 de oro.
Durante la justa veraniega de Londres 2012 la forma en que se realizaba el dopaje fue diferente. El Doctor Rodchenvok le suministraba a los atletas un coctel de esteroides Turinabol, Oxandrolone, y Methasterone, que se administraban de forma oral, por lo que era difícil de detectar.
De los 46 participantes rusos que ganaron una medalla durante esta edición, 11 han sido suspendidos de por vida por el uso de sustancias prohibidas.
Aún está pendiente la resolución del Comité Olímpico Internacional que determinará si los atletas rusos serán vetados de las competencias en los Juegos de Río de Janeiro que comenzarán el 5 de agosto de 2016, sin embargo, el panorama para el país europeo es cada vez más oscuro.