Un día como hoy, pero hace 25 años el entrenador del Barcelona, Johan Cruyff, decidió darle la oportunidad a un joven mediocampista llamado Joseph Guardiola i Sala. Ante el Cádiz ese 16 de diciembre de 1990 comenzaba una historia de éxitos para el nacido en Sampedor.

Se hizo de la titularidad y poco después, gracias al retiro de José Mari Bakero, de la capitanía del club culé. Una gran visión de juego y toque de balón junto a su liderazgo lo erigieron rápidamente como un ícono del equipo.

Probablemente su mejor época como futbolista del Barça fue 1992. Junto a estrellas como Hristo Stoichkov, Ronald Koeman y Michael Laudrup conseguiría la primera Copa de Europa para el equipo catalán. Poco después, lograría el título de la Liga Española y un mes más tarde sería campeón olímpico. En ese año, fue reconocido como la mejor promesa del futbol de su país.

Pasaría 11 años en el club de sus amores, ganando todo, para después emigrar al Calcio con el Brescia y la Roma; posteriormente al Qatar al Al-Ahli Doha y al final de su carrera, su jugar un torneo para los Dorados de Sinaloa en México.

En su carrera jugaría más de 300 partidos, 262 con la camiseta blaugrana. Lograría 12 títulos regionales y cinco trofeos internacionales, entre ellos la presea de oro en Barcelona 1992.

Claro, después de su retiro regresaría al club que lo vio crecer para hacerse entrenador del equipo B en el 2007 y un año más tarde, dirigir al mayor y comenzar un conjunto de época con su estampa.

Son 25 años de su debut, del inicio de una carrera ilustre y que pocas veces se ha visto interrumpida o manchada. Su forma de ver el futbol dentro del campo lo ha llevado a ser uno de los mejores entrenadores de la historia y el barcelonismo lo celebra el día de hoy.

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