Suena a cliché, pero en verdad el cine es pura magia. Desde el nacimiento de una idea que valga la pena contarse de forma visual, hasta proyectar los espacios, la ropa, la velocidad de un diálogo o la intensidad de una mirada. La iluminación y el color para potenciar un momento.
El cine es una experiencia que no sólo es grandiosa al ver el resultado final, sino al hacerlo (y no necesariamente como parte del proceso, sino como espectador cuando te vas enterando de los detalles detrás de una enorme producción). Un gran ejemplo de lo fascinante que resulta todo en el cine, es el nombre de Wes Anderson.
Este director explota al máximo cada uno de los recursos fílmicos como la fotografía perfectamente simétrica y los colores, los cuales son identidad de un personaje, un espacio y hasta un momento. Una de sus películas más aclamadas, The Grand Budapest Hotel, es todo esto y más.
Anderson ha explicado que tuvo que viajar a varios países de Europa del este, para encontrar un hotel enorme y viejo que se asemejara al que tenía en mente para su película. Cuando encontró un espacio ideal (que ni siquiera era un hotel sino una tienda departamental), prácticamente lo remodeló en dos ocasiones: el Grand de la década de los 30 y el de finales de los 60.
Y ahora algo también fascinante. La Criterion Collection reveló el storyboard de la introducción de The Grand Budapest Hotel, pero no sólo son los dibujos de cada escena, sino que está animada… y es una verdadera maravilla que un amante del cine o no, puede disfrutar. Pero eso no es lo mejor: está narrado por el mismo Wes Anderson.
Como sabemos, la película arranca con el personaje del escritor Tom Wilkinson (interpretado por Jude Law) al llegar al Grand Budapest Hotel. Aquí conoce a M. Jean (Jason Schwartzman), quien es el concierge del hotel y le dice que el sujeto que está sentado en la recepción, es el famoso Zero Moustafa.
Wilkinson, mientras estaba tomando un baño de vapor, comienza a platicar con Moustafa, y este lo invita a cenar. Ya en el comedor del hotel, Moustafa le cuenta su historia en el Grand Budapest Hotel y como primer capítulo, le narra quién fue M. Gustave (interpretado por Ralph Fiennes).
El storyboard, en su descripción más conocida, es un guion gráfico en el que se revela cómo se debe ver cada cuadro antes de su filmación. Es decir, donde está ubicado el personaje y qué elementos podrían formar parte del lugar, pero es sobre todo para la ubicación del cuadro en cuanto a la imagen que se quiere proyectar.
Por eso este storyboard animado resulta tan fascinante, porque es parte del proceso más “íntimo” de una película, más considerando el cuidado en los detalles que siempre imprime en su filmografía un director como Anderson. Muchos han aplaudido el estilo de Anderson mientras otros lo han rechazado por ser repetitivo, pero no quita que al final, el resultad sea interesante y visualmente complejo.
Esta introducción de la película es grandiosa, y esa es la animación que la Criterion Collection reveló como parte de la llegada de Anderson a sus archivos.