Pocas urbes en el mundo transpiran tanta historia como la Ciudad de México. Por la forma en la que se fue constituyendo, cuenta con varias capas donde es posible seguir el rastro de distintos acontecimientos que, aunque ocurrieron en un mismo lugar, están separados entre sí por varios siglos.

Un ejemplo de lo anterior son las historias que se esconden justo entre la intersección de las actuales calles de República de Guatemala y Argentina, en el corazón del Centro Histórico. Para encontrar el centro de este rompecabezas atemporal debemos remontarnos hasta tiempos inmemorables, antes de que nacieran las estrellas.

Vagando - Coyolxauhqui, afueras

La hermana de Huitzilopochtli

De acuerdo a una leyenda azteca, Coyolxauhqui era la diosa de la Luna. Su destino quedó marcado cuando se enteró que su madre Coatlicue -la diosa de la Tierra, la vida y la muerte- había quedado milagrosamente embarazada cuando guardó un puñado de plumas en su vientre.

Molesta por la situación, Coyolxauhqui animó a sus cuatrocientos hermanos menores, los Centzon Huitznahua, para que mataran a su madre, pues consideraban que su embarazo era algo despreciable.

Coyolxauhqui los guió hasta el mítico cerro de Coatepec (algunos arqueólogos ubican este lugar sagrado en el Estado de Hidalgo) para cometer el asesinato. Sin embargo, no contaba con que Quauitlícac, uno de los Centzon Huitznahua, se las ingenió para hacerle saber al hijo nonato de Coatlicue que su hermana mayor planeaba cometer matricidio.

Justo cuando Coyolxauhqui y sus hermanos llegaron a la cima del cerro, Coatlicue dio a luz a Huitzilopochtli, el Dios de la Guerra, quien nació de edad adulta y armado con una serpiente de fuego para proteger a su madre. Él solo combatió y derrotó a los Centzon Huitznáhuac, mientras que a su hermana la desmembró y despeñó desde lo alto de la montaña.

Vagando - Mito de Coyolxauhqui

Por esa razón a la Coyolxauhqui se le representa desmembrada. Los pocos Centzon Huitznahua que lograron escapar se fueron hacia el sur, y ahora se les ve como estrellas en el firmamento.

Los Hermanos Conspiradores

Tras la caída de la gran Tenochtitlan, gran parte de sus templos fueron derrumbados para comenzar a construir una nueva ciudad. Cerca de donde se supone había estado el templo dedicado a Huitzilopochtli, los hermanos y conquistadores españoles Alonso y Gil González de Ávila levantaron su casa.

Ambos se unieron a Martín Cortés (heredero legítimo de Hernán Cortés) para conspirar y buscar derrocar a la Corona Española del dominio que establecía sobre el gobierno de la Nueva España.

Lamentablemente, el plan de sublevación fue descubierto. El 3 de agosto de 1566 los hermanos Ávila, que eran jefes de la conspiración, fueron acusados de rebelión contra la corona y condenados a muerte.

Vagando - Imagen de Las Calles de México
Imagen tomada del libro Las calles de México de Luis González Obregón

Se les decapitó frente al ayuntamiento de la Plaza Mayor y sus viviendas fueron destruidas; tal y como decretaba la sentencia, en el terreno se sembró sal para que nada volviera a crecer ahí. El predio se convirtió en un basurero.

Guatemala y Argentina

Fue un día nublado cuando caminando por la Plaza de la Constitución del Centro Histórico me vino a la mente la historia de los hermanos Ávila, que tenían su domicilio en la intersección de las calles de Guatemala y Argentina. Mi plan era ver qué había ahora en ese lugar al comprobar que en ese punto ahora se encuentra un mirador que da a las ruinas del Templo Mayor.

Vagando - Ruinas Coyolxauhqui

Vagando - Ruinas Coyolxauhqui

Quienes han estado en este cuadro de la ciudad saben de la energía tan especial que hay en la zona: Vestigios prehispánicos, construcciones coloniales y monumentos históricos, además del ir y venir de miles de personas que le confieren un aura única, casi mística.

Estando ahí sentí curiosidad por acceder a las ruinas y al museo contiguo, algo que no hacía desde hacia más de 20 años.

La libros del arquitecto

Los terrenos donde estaban las propiedades de los hermanos Ávila fueron entregados a la Universidad Real y Pontificia para que construyera allí su nueva sede. El proyecto nunca se concretó y esos predios pasaron por varios propietarios.

Uno de ellos fue el arquitecto Melchor Pérez de Soto, quien durante el siglo XVII tuvo ahí su domicilio pues trabajaba como maestro de obras de la catedral metropolitana. Llegó a ser considerado uno de los hombres más cultos del virreinato y tuvo más de mil quinientos volúmenes en su biblioteca personal.

Paradójicamente, esta pasión literaria lo terminó condenando, cuando en 1654 la Santa Inquisición lo acusó de tener libros prohibidos. Esta institución no sólo confiscó la colección, sino que envió a su propietario una prisión secreta. La pérdida tanto de sus libros como de su libertad hizo que Pérez de Soto cayera en una profunda depresión que derivó en demencia.

Vagando - La Santa Inquisición

Para hacer más llevadera su estancia, las autoridades de la cárcel decidieron que tuviera un compañero de celda. Lo malo fue que este nuevo huésped había sido señalado por la Inquisición como adorador del Diablo y no pasó mucho tiempo antes de que ahorcara y matara a Melchor.

Al desaparecer la Inquisición, los bibliófilos del siglo XIX pujaron fuertemente por adueñarse de la mayor cantidad de los títulos de la biblioteca de Melchor. En el proceso se perdieron muchos ejemplares de gran importancia histórica.

La librería Robredo

En 1919, en el que fuera el palacio que habitó Melchor Pérez de Soto, se instaló la nueva sucursal de la Librería Robredo, propiedad del librero español Pedro Robredo, especialista en recolección de libros antiguos y raros. Gracias a su labor, varios libros que en su momento pertenecieron a Pérez de Soto regresaron al que por mucho tiempo fue su antigua morada.

La librería Robredo llegó ser considerada la más famosa e importante del Centro Histórico, pero fue traspasada en 1935 cuando su propietario se mudó a Puebla. El nuevo dueño fue José Porrúa Estrada, quien incorporó al negocio a sus hijos José, Jerónimo y Rafael, quienes se hicieron cargo de esa y otras librerías bajo el nombre de Librería Porrúa.

Vagando - Centro Histórico

Por más de tres décadas, la Antigua Librería Robredo funcionó como biblioteca alterna y bodega de la Casa Matriz de los Porrúa (ubicada en la esquina de República de Argentina y Justo Sierra, donde se encuentra hasta la fecha).

Cuando parecía que el terreno donde se encontraba la Librería Robredo finalmente tendría un período de paz después de siglos convulsos, un descubrimiento vino a cambiar no sólo la historia de esa construcción, sino a la geografía del Centro Histórico de la Ciudad de México.

La reaparición de Coyolxauhqui

El 21 de febrero de 1978, en la esquina de Argentina y Guatemala, un grupo de trabajadores de Luz y Fuerza realizaban excavaciones en el Centro Histórico para instalar el cableado subterráneo del Metro. Entonces, uno de los trabajadores golpeó lo que parecía ser una piedra con relieves de grandes dimensiones. Al ver que podía tratarse de una pieza de origen prehispánico contactaron al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), quienes se encargaron de extraer la pieza donde se representaba a una mujer de cuerpo desmembrado.

Vagando - Reaparición de Coyolxauhqui

Tras realizar investigaciones, se dedujo que la figura representada en el monolito circular era la diosa Coyolxauhqui, que originalmente estaba ubicada al pie del Templo Mayor. Este hallazgo hizo que surgiera un renovado interés en realizar más excavaciones y dar con el Templo Mayor que Hernán Cortés había ordenado destruir.

La primera construcción que fue derribada en pos del resurgimiento de Tenochtitlán fue la Antigua Librería Robredo, que estaba a cargo de Rafael Porrúa, quien recibió la noticia con tristeza pues el local era usado como bodega. De esta forma, miles de ejemplares fueron llevados a otras librerías, aunque los de mayor valor histórico fueron a parar a una biblioteca ubicada en Reforma y Havre. Desgraciadamente, con el sismo de 1985 este local se vino abajo, y todo ese rico acervo se perdió para siempre.

El Templo Mayor

El descubrimiento de la Coyolxauhqui desencadenó el Proyecto Templo Mayor, que duraría cinco años y que coordinó el prominente arqueólogo mexicano Eduardo Matos Moctezuma. A estos trabajos debemos la configuración actual de la zona arqueológica del Templo Mayor.

Y son justamente esas ruinas las que recorrí no hace mucho con renovados bríos, redescubriendo y viendo con otros ojos aquellos restos que preservan la historia y los cimientos de nuestra cultura. Entre esos andadores que van y vienen por los vestigios de esta ciudad antigua, me topé con una placa esculpida en el siglo XVI, donde se narra el incidente de las conspiraciones de los hermanos Ávila.

Vagando - Coyolxauhqui ruinas

Vagando - Coyolxauhqui, legado

Al terminar el recorrido por las ruinas pasé al Museo, que aunque pequeño, no deja de ser impresionante. Al ir recorriendo sus salas entendí más sobre distintos aspectos de Tenochtitlán, como su conformación social, las creencias de sus habitantes y su arquitectura.

Vagando - Arquitectura de Coyolxauhqui

Así me enteré que cuando los aztecas realizaban algún sacrificio en la cima del Templo Mayor, la víctima era arrojada por las escaleras, replicando el mito del combate de Coyolxauhqui con Huitzilopochtli en el Cerro de Coatepec. Por lo mismo, la mítica figura desmembrada de esta deidad lunar estaba al pie del Templo Mayor.

Las excavaciones confirmaron que la Coyolxauhqui y la base del templo mayor estaban al noreste de la Plaza de la Constitución, justo abajo de Guatemala y Argentina, punto que a lo largo de los siglos ha estado marcado por tragedias y adversidades. Incluso hay quienes piensan que la esquina está maldita.

Mientras andaba sumido en esos pensamientos, me topé casi de improviso con la piedra original de la Coyolxauhqui. Esa pieza impone, no es lo mismo verla en fotos que en persona. Por la disposición del museo, es posible verla desde distintos ángulos, e incluso, gracias a una proyección exacta de colores sobre la pieza, tener una aproximación de cómo lucía con su pigmentación original.

Vagando - Mural

La fuerza de sus contornos grabados en la piedra, su tamaño colosal y la historia que precede su mito, hacen de esta figura una de las más valiosas del México Prehispánico.

Mi encuentro con Coyolxauhqui fue el punto final a un viaje de varios siglos contenidos en sólo unos cuantos metros. La historia de una esquina con elementos que se repiten cíclicamente: hermanos, libros, acusaciones, tragedias, etc. Y en medio de esta cadena de hechos conectados, aparece Coyolxauhqui como principio y fin.

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El Museo del Templo Mayor se ubica en Seminario Núm. 8, en el Centro Histórico y abre de martes a domingo de 9:00 a 17:00 horas.

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