“Una ciudad dentro de otra”, esa es la mejor forma de definir el sitio al que dedicamos esta nueva entrega de Vagando con Sopitas.com.
Nuestra ciudad cuenta con muchos lugares que guardan historias interesantes, pero que el tiempo se ha encargado de ir borrando. En esta ocasión hablaremos de un sitio sin el cual no se entendería la composición arquitectónica que actualmente tiene la Ciudad de México.
Hablamos del famoso Centro Urbano Presidente Alemán, también conocido como C.U.P.A. o más cariñosamente como “El Multi”, un gigante que habita en el corazón de la Colonia del Valle.
Aunque en su momento fue una obra futurista e innovadora, cuya contribución es reconocida por los especialistas en la materia, para la mayoría de capitalinos es sólo un conjunto de edificios como hay muchos en la ciudad.
La maravilla a la que nos acostumbramos
Por más que escarbo en mis recuerdos no doy con el preciso momento en el que a lo lejos vi el CUPA. Y es que hasta hace muy poco, para mí aquella no era más que una unidad habitacional impactante por su tamaño, sí, pero nada más.
Enclavada en una de las zonas más céntricas de la Ciudad de México, esos edificios de proporciones monumentales se encuentran cerca de algunas de las vialidades más importantes de la capital, como Félix Cuevas, Coyoacán, Universidad o Insurgentes. Esa ubicación privilegiada facilita que muchos capitalinos nos topemos con ella una y otra vez.
Poco a poco reparé que había referencias a ese multifamiliar en películas, telenovelas y hasta en fragmentos de libros. ¿Qué tiene ese espacio urbano para irse colando en la cultura popular?
2. Una ciudad en desarrollo
En los primeros años del siglo XX la capital del país era mucho más pequeña. Estaba habitada por un millón 500 mil habitantes, un tercio de los cuales vivían en vecindades en malas ocasiones del Centro Histórico, donde se vivía en condiciones insalubres.
Después de la Revolución Mexicana y de la implementación de reformas agrarias, la inestabilidad económica por la que atravesaba el campo hizo que muchos terratenientes optaran por trasladarse a las ciudades, donde invirtieron su capital en el sector industrial.
Los campesinos decidieron hacer lo mismo y probar suerte en la Ciudad de México, que ya se perfilaba como el corazón de la economía nacional.
La prosperidad de la capital y el aumento en su tasa poblacional hizo necesario que se pensara en la adopción de nuevas políticas de vivienda que pusieran énfasis en el tema social y en la construcción de viviendas que pudieran ser adquiridas por trabajadores de bajos ingresos con el apoyo de créditos.
Fue en este escenario donde apareció Mario Pani, quien vio la oportunidad de revolucionar los preceptos arquitectónicos del momento.
3. Mario Pani
Mario Pani nació en la Ciudad de México un 29 de marzo de 1911. Se crió en Europa y estudió en la Escuela Nacional de Arquitectura de París, donde se empapó de las ideas de urbanismo que surgían en aquel continente.
Durante su formación se sintió particularmente inspirado por el estilo del arquitecto suizo Le Corbuiser, cuya filosofía afirma que si un ser humano desea alcanzar un desarrollo pleno necesita tres factores esenciales: El espacio, la luz y lo verde.
Corrían los años de Miguel Alemán Valdés en la presidencia cuando Pani regresó a la Ciudad de México y participó en un concurso de ideas convocado por la Dirección de Pensiones Civiles para el diseño y construcción de 200 viviendas para los trabajadores del estado, que se construiría en un terreno de 40,000 metros cuadrados ubicado en lo que entonces era la periferia de la ciudad.
En su propuesta, Pani aplicó los conceptos que aprendió en Europa y prefirió diseñar un conjunto habitacional de 2 mil departamentos que requeriría el mismo terreno y presupuesto. Para aprovechar mejor el espacio usó un modelo en zigzag que abarcaría sólo el 20% del terreno dispuesto, aumentando así la densidad poblacional a 1,000 habitantes por hectárea.
Este innovador proyecto fue aceptado. Llevaría por nombre Centro Urbano Presidente Alemán (CUPA) y buscaba solucionar la demanda de viviendas de alta densidad que había en la Ciudad de México. Construido por Grupo ICA entre 1947 a 1949, el CUPA se convirtió en el primer multifamiliar no sólo de México sino de toda Latinoamérica.
Pani también estuvo detrás de los Multifamiliares Juárez, John F. Kennedy y del Conjunto Habitacional Nonoalco-Tlatelolco, y de obras como el Conservatorio Nacional de Música, la Torre Insignia de Tlatelolco, la Escuela Normal de Maestros, el Aeropuerto de Acapulco, y los planes maestros de Ciudad Universitaria y Ciudad Satélite.
En 1946 fundó la el Colegio de Arquitectos y en 1978 la Academia Nacional de Arquitectura. Se le recuerda por ser de los primeros arquitectos que buscó crear una arquitectura enteramente mexicana.
4. Una pequeña ciudad
Son muchas las características que en su momento hicieron del Centro Urbano Presidente Alemán una obra innovadora. Al estar completamente apegado a los principios de funcionalismo propuestos por Le Corbusier (sobre todo de su proyecto La Ciudad Radiante en Francia), este proyecto de vivienda de Pani fue de los primeros en México que además de departamentos incluyó otros elementos como dispensario médico, alberca semiolímpica, jardines, auditorio, cine, guardería infantil, lavandería, gimnasio, biblioteca, salón de usos múltiples, área de canchas y locales comerciales.
En su construcción emplearon materiales como bloques alma de tepezil y tabique de barro recocido. En total se hicieron 936 departamentos, repartidos en 15 edificios (nueve de trece niveles y seis de tres pisos).
Una singularidad es que los departamentos son de dos niveles (uno para el área del comedor y la cocina y el otro para las recamaras y el baño, esto reducía las paradas de los ascensores. Como el conjunto está orientado de norte a sur, la mayoría de los departamentos tienen una vista hacia el oriente-poniente de la ciudad, permitiendo una buena iluminación y ventilación.
En sus proyectos Mario Pani acostumbraba a colaborar con artistas de la talla de Juan O’Gorman, Carlos Mérida o José Clemente Orozco, de hecho este último dejó inconcluso el mural “La Primavera”, en el que comenzó a trabajar poco antes de su muerte el 7 de septiembre de 1949.
Si bien todas estas características volvían al CUPA un ejemplo exitoso de la arquitectura moderna mexicana, lo que realmente hizo grande a este conjunto habitacional fue su gente.
Uno de los temores de los primeros habitantes del CUPA era el de estar apartados del resto de la ciudad, sin embargo, estos miedos se fueron disipando cuando descubrieron que dentro del multifamiliar contaban con todo lo que necesitaban. Además, este complejo surgió 10 años antes de que la Colonia del Valle alcanzara su desarrollo. Con el paso de los años, los departamentos fueron aumentando su plusvalía.
Las familias que llegaron a vivir ahí y pagaban rentas realmente accesibles, encontraron terreno fértil para formar una comunidad con una dinámica de convivencia que se fue tornando muy particular. Las canchas, áreas verdes y la alberca propiciaron que chicos y grandes se conocieran y formaran lazos de amistad. Los fines de semana en la alberca, los jóvenes que se reunían en los descansos de las escaleras a tomar algo o las palomillas de amigos que se reunían después de clases en sus áreas comunes le dieron vida a este conjunto de viviendas.
Desde entonces hasta ahora han ocurrido cientos de historias y anécdotas en esa enorme manzana en la que han vivido varias generaciones.
5. La decadencia
Era de esperarse que un espacio de esas proporciones no fuera inmune al paso del tiempo. Hasta 1991 el CUPA estuvo auspiciado por el ISSSTE, pero ese año la dependencia decidió venderle a los inquilinos el departamento que ocupaban.
Los vecinos quedaron encargados del mantenimiento de todo el multifamiliar. Al principio se contrató a una empresa privada para llevar la administración, pero su personal no se daba a basto con todo el trabajo que implicaba mantener en buenas condiciones los edificios y sus áreas comunes, además muchos vecinos se negaron a pagar las cuotas establecidas. En poco tiempo el CUPA quedó abandonado a su suerte y poco a poco se fue deteriorando.
El ISSSTE únicamente mantuvo la administración de la biblioteca, la clínica, el salón de usos múltiples y la alberca, aunque esta última dejó de funcionar en 1999, terminando con esas tardes en donde los vecinos se reunían entorno a ella.
La seguridad también se volvió un problema. Por un lado varios habitantes buscaban cerrar los accesos al multifamiliar pues cualquiera podía entrar y salir sin mayor problema. Por el otro, estaba la postura de los comercios de la unidad, quienes temían perder clientes por la restricción del libre paso, y por ende, ver disminuidos sus ingresos. Este debate permanece hasta nuestros días.
6. Una tribuna monumental
Y en efecto, cualquier persona puede entrar al famoso “Multi”.
Decidí adentrarme en el corazón del CUPA un sábado por la tarde. Debido a su ubicación lo más sencillo es llegar en Metro y bajarse en la estación Hospital 20 de Noviembre. Al salir por cualquiera de sus accesos es imposible no ver este enorme conjunto habitacional.
La primera sensación que tuve al verme en el interior y rodeado de edificios tan altos fue de pequeñez. Recorrí un camino que me llevó a través de una de las áreas verdes que aunque descuidada, reverdecía y era generosamente abundante.
A lo lejos escuchaba un bullicio que se fue incrementando conforme más me adentraba entre caminos y pasillos. De pronto me topé con un escenario inesperado: Un partido de futbol en una cancha de generosas proporciones.
Aquello debía formar parte de una liga local pues distaba mucho de ser una cascarita convencional: Ambos bandos estaban uniformados, el juego era sancionado por una mujer árbitro y hasta había un marcador donde se registraban los goles que se iban marcando.
En un costado de la cancha había un mural moderno y lleno de color. La periferia del terreno de juego estaba rodeado por mucha gente en medio de un ambiente festivo. Jóvenes que iban y venían con vasos con cerveza o botanas; señores platicando mientras seguían las jugadas; la música de banda a todo volumen que salía de un auto estacionado; gritos, abucheos y celebraciones que estallaban de acuerdo a lo que iba sucediendo en el juego.
Aunque aquello ya era lo suficientemente mágico, los edificios que envolvían la cancha le daban al escenario la atmósfera de un estadio de futbol. No eran pocos quienes preferían disfrutar del encuentro desde las ventanas de sus departamentos o en los pasillos de los edificios. Ignoro cuánta gente estaba viendo el espectáculo deportivo, pero aquello era contagioso.
Subí varios pisos por la escalera de uno de los edificios y descubrí una vista imponente de la cancha. Abrí un refresco en lata que había comprado en una tienda del mismo Multi y decidí quedarme un rato en ese palco de lujo.
Aquella sensación de estar en un lugar done todos se conocen y con tal sentido de pertenencia contagia propios y extraños. En ese momento comprendí por qué el CUPA es tan querido por su habitantes.
7. El Multi en la actualidad
Actualmente la población del Multi en su mayoría la integran jubilados y pensionados del ISSSTE, que llegaron desde su apertura. Las viviendas que llegan a desocuparse son muy codiciadas pues además de formar parte de la Colonia del Valle, son departamentos tipo loft, algo que invita a que diseñadores y arquitectos aprovechen al máximo los espacios.
Cuando pasé junto al alberca gratamente me sorprendí al verla funcionando. Estaban dando clases de buceo y natación. Luego me enteré que su rehabilitación corrió a cargo del ISSSTE y que volvió a operar desde septiembre de 2012. Desconozco si alguna vez el Multi perdió su esencia, pero algo me dice que poco a poco está recuperando el brillo de antaño.
Finalmente di con La Primavera el mural que dejó inconcluso José Clemente Orozco. Supe que tuvo una época en la que estuvo a punto de perderse pero las labores de mantenimiento que se llevaron a cabo en el 2010 con motivo del 60 aniversario del CUPA ayudó a frenar el paso del tiempo.
Quizá esos fueron los últimos trazos del gran legado del maestro Orozco:
8. El lugar de las mil historias
Si bien el Centro Urbano Presidente Alemán tiene áreas descuidadas en las que es evidente la falta de mantenimiento, sigue siendo un lugar agradable para vivir. Como la mayoría de sus edificios están conectados me puse a recorrerlos pasillos y a ir y venir entre pisos.
La vista que se tiene de la Ciudad de México desde los pisos más alto es simplemente una postal.
Quienes hayan estado ahí no me dejarán mentir: Es un escenario muy literario-cinematográfico. Eso explica que estos edificios hayan aparecido en películas como La ilusión viaja en tren, ¿A dónde van nuestros hijos?, De qué lado estás o Y tú mamá también, por mencionar algunas.
El Multi no sólo habla desde su gente, también lo hace desde las ventanas que nos muestra un poco de la naturaleza de quienes habitan cada departamento; los pasillos solitarios; los niños jugando; los comercios en donde la gente ha comprado por años; o las pintas que hay en paredes y escaleras.
De hecho, una de esas pintas llamó mi mucho atención:
Y en el piso de abajo:
El “Hice de mi hogar mi propio patíbulo” corresponde, según yo, al canto XIII de El Infierno, de La Divina Comedia de Dante Alighieri, que se sitúa en el segundo giro del séptimo círculo del infierno donde son castigados los violentos contra sí mismos.
¿Cuál habrá sido el trasfondo detrás de esta frase? ¿Acaso quién la escribió terminó atentando contra su vida?
No dudo que entre esa inmensidad de edificios haya quién haya querido suicidarse, aunque también debe haber quien se haya enamorado, llorado, reído o vívido toda clase de experiencias en esa unidad que sigue muy viva. ¿Qué esconderán esas inmensas moles donde han vivido cientos de familias?.
El Multi permanece ahí, como mudo testigo de todos esos recuerdos, inmune al paso del tiempo.
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El Centro Urbano Presidente Alemán se encuentra entre las calles Félix Cuevas, Adolfo Prieto, Parroquia y Avenida Coyoacán.