Dentro de lo caótica que puede ser esta ciudad, aún hay sitios en los que es posible pasar una tarde apacible y dedicada completamente a la lectura. Uno de ellos es el Centro Cultural Elena Garro.
1. La Plaza de la Conchita
Uno de los antiguos ocho barrios de Coyoacán es precisamente el de la Concepción, cuyo epicentro es el parque de La Conchita y su tradicional plazuela, cuyo nombre proviene precisamente de un templo de estilo churrigueresco dedicado a la Purísima Concepción; esta iglesia fue edificada en el siglo XVIII por órdenes de Hernán Cortés. Como dato curioso, se dice que ahí se celebró la primer misa de la Nueva España.
Esta capilla que actualmente se encuentra en remodelación y es considerada una de las más antiguas del continente. Por cierto, solamente abre sus puertas en ocasiones especiales, como la celebración del Día de la Concepción, cada 8 de diciembre.
En este parque hay varios árboles y jardineras que en días de sol ofrecen una refrescante sombra y caminitos empedrados. En esta zona, considerada una de las más antiguas de Coyoacán, se establecieron varios conquistadores a partir del siglo XVI. Ahora hay unos cuantos negocios (como cafeterías) alrededor, permitiendo que aun en estos días este lugar conserve parte de ese espíritu colonial y bohemio que lo lleva a ser una excelente opción para recorrer durante las tardes otoñales.
Precisamente ahí acudí una tarde domingo, dispuesto a perderme en un sitio lleno de historia y calma como éste; di unas vueltas al parque, y caminé por varias calles disfrutando del estilo arquitectónico de sus casas. Más tarde tomé la calle de la Higuera hacia mi verdadero destino: el Centro Cultural Elena Garro.
2. Elena Garro
Una de las figuras literarias más importantes del siglo pasado, pero por desgracia también una de las menos valoradas, es Elena Garro.
Nacida en Puebla un 11 de diciembre de 1916, hija de padre español y madre mexicana, vivió su infancia en Iguala, Guerrero, y más tarde pasó su adolescencia en la Ciudad de México. “De niña era indiferente a las muñecas y amaba los soldados y una historia que veía en las páginas de Pinocho”, comentó alguna vez en una entrevista.
Fue en su juventud cuando comenzó a escribir los cuentos que unas décadas después conformarían La semana de colores, libro de cuentos publicado en 1964.
En 1935, mientras cursaba la preparatoria y alternaba sus estudios con la práctica del teatro y la danza, conoció a Octavio Paz, un joven con quien compartió afinidades e intereses y con quien finalmente se casó a escondidas de sus padres en mayo de 1937, dejando inconclusos sus estudios de Letras Hispánicas en la UNAM. De esta unión nació Laura Paz Garro en 1939.
Durante sus primeros años de matrimonio eran frecuentados por intelectuales como Carlos Fuentes, Emmanuel Carballo, Alfonso Reyes y Francisco Tario, entre otros. De 1946 a 1952 vivieron en Paris, donde compartieron tertulias con Albert Camus, Benjamin Péret y Jean Genet. En los años venideros la residencia de la pareja cambiaría continuamente de sitio debido a los puestos diplomáticos de Paz, pasando temporadas en diversas ciudades europeas e incluso en Japón.
A su regreso a México, Garro alternó su actividad literaria trabajando también como periodista y guionista, además de volverse activista e impulsora de una reforma agraria integral.
En 1957 se divorció de Octavio Paz, situación que derivó en la novela Testimonio sobre Mariana (1964). Esta separación hizo que la actividad creativa de Elena Garro aumentara: varios de sus guiones como Las señoritas Vivanco o Perfecto Luna fueron llevados al cine; también publicó una trilogía teatral formada por las obras Un hogar sólido, Andarse por las ramas y Los pilares de Doña Blanca.
Tras años de amistad con Adolfo Bioy Casares, formalizó su romance con este narrador argentino, aunque años después llegaría a su fin.
En 1963 ganó el Premio Xavier Villaurrutia con su novela Los recuerdos del porvenir, que la consolidó como una de las mejores escritoras mexicanas contemporáneas. De 1963 a 1968 escribió con gran entusiasmo novela, cuento, teatro, guiones y colaboraciones periodísticas, además de continuar con su activismo en pro de los campesinos.
La ascendente carrera de Elena Garro sufrió un inesperado giro durante el Movimiento Estudiantil de México 1968; por un lado fue acusada de ser uno de los líderes que querían derrocar al gobierno, y por otro, se dijo que había señalado a varios intelectuales de izquierda que formaron parte de esta revuelta. Cansada de estas difamaciones, decidió exiliarse de México junto con su hija por casi 20 años, viviendo en Estados Unidos (1971-1974), España (1974-1981) y Francia (1981-1993). En esos años escribió Andamos huyendo Lola (1980), Reencuentro de personajes (1982), La casa junto al río (1983), Y Matarazo no llamó… (1991), Busca mi esquela & Primer Amor (1996).
Regresó a México en noviembre de 1991 para recibir varios homenajes en distintas ciudades del país. Fue tanto el cariño que recibió y su obra despertó tal interés, que decidió quedarse. Entonces vinieron varios reconocimientos a su trayectoria.
Murió en Cuernavaca, Morelos, el 22 de agosto de 1998, acompañada por su hija y por más de una docena de gatos. Pionera del realismo mágico, su rica obra es un referente en la literatura mexicana del siglo XX.
3. El Centro Cultural en honor a Elena…
Debido al nivel de educación de sus habitantes, y a la cantidad de artistas e intelectuales que viven en la zona, el centro de Coyoacán es considerado el sito más exitoso del país para colocar una librería. Por eso la idea de abrir ahí un centro cultural cuyo eje temático fuera la lectura parecía más que acertado.
Hace poco más de un año, el 5 de octubre del 2012 para ser exactos, fue inaugurado el Centro Cultural Elena Garro, ubicado en una antigua casona de mil 771 metros cuadrados que fue completamente remodelada y que ahora alberga un hermoso y funcional recinto dedicado a las letras, surgido como un proyecto del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, y que podría decirse, guarda ciertas similitudes con el Centro Cultural Bella Época Rosario Castellanos de la colonia Condesa.
Sin embargo, el Centro Cultural Elena Garro es más íntimo y cálido. Tras caminar unos cuantos metros por la calle Fernández Leal me topé con una moderna fachada de concreto que sirve como marco a unos inmensos vidrios que dejan ver el interior de una gran librería. La entrada se encuentra flanqueada por un pequeño jardín conformado por plantas y rocas.
“Esta es una librería de barrio, favor de llegar a pie”, dice una leyenda colocada a la entrada al recinto, y en realidad eso es lo recomendable, pues al ser una zona habitacional muy frecuentada por visitantes, la escases de lugares para estacionar un vehículo pueden ser un problema, además como ya mencioné, estas calles invitan a recorrerlas y disfrutarlas caminando. Y ojo, cuenta con estacionamiento para bicicletas.
Al entrar lo primero que llamó poderosamente mi atención fue un balcón que forma parte de la estructura original de la casona; segundos después descubrí una gran fotografía de la siempre rebelde Elena Garro.
A pesar de estas funcionales instalaciones, pronto se descubre que los verdaderos habitantes de ese hermoso palacio son los libros. Por ahora cuenta con más de 20 mil títulos y alrededor de 180 mil ejemplares, los cuales revisten las paredes y mesas ubicadas a lo largo de la primera y segunda planta.
Comienza así el goce de descubrir cada rincón de este centro cultural e irlos haciendo propios. Y es que además de una librería Educal, este recinto cuenta con un salón de usos múltiples que lo mismo sirve para presentaciones editoriales, exhibición de películas, montaje de obras de teatro o pequeños conciertos; además hay aulas para brindar cursos o capacitación, oficinas y muchas sillas distribuidas a lo largo de la librería en las que uno puede sentarse a leer. Quién redacta estas palabras no se resistió y pasó cerca de una hora disfrutando de la combinación de magnificas instalaciones y un buen libro.
Mención aparte merece el área dedicada a la literatura infantil en la que cualquier niño pequeño se sentirá cómodo y que sin duda servirá para despertar en ellos el espíritu cultural y literario que nunca está de más. También hay una sección de discos y películas.
Otro espacio digno de mención, es la cafetería (muy básica), cuyo verdadero atractivo es poder disfrutar de un aperitivo mientras se charla con los amigos en un espacio abierto y que invita a la tertulia.
Tras pasar un par de horas en el Centro Cultural me sentía feliz, finalmente había encontrado un sitio en el cual poder pasar esas tardes de tranquilidad en las que uno solamente quiere leer rodeado de un ambiente de tranquilidad y mucha cultura. Un lugar así, bien aprovechado y con la realización de actividades constantes puede rendir grandes frutos, no sólo a los habitantes de esa colonia sino a quienes como yo, fuimos por curiosidad y salimos con el deseo de volver cada que nos sea posible.
El Centro Cultural Elena Garro se encuentra en la calle Fernández Leal número 30, Colonia La Concepción, Delegación Coyoacán. Tiene un horario de lunes a domingo de 10:00 a 21:00 hrs. Para más información consulta su sitio web dando clic aquí.
* * * * *
Por Gabriel Revelo
Si tienes algún sitio interesante y poco conocido de la Ciudad de México que quieras compartir, no dejes de mandar un mail a: gabriel@sopitas.com.