Una película necesita abordar varios temas para mantener al espectador interesado, pero también debe medirse. Si te concentras en una sola cosa durante más de una hora y media, puedes perder el interés y tu capacidad de poner atención. La cinta puede ser visualmente atractiva y el sonido formar parte de la narrativa, pero si la historia se centra en un mismo tema, es hora de despedirse de tu audiencia.

Eso es por un lado. Del otro se encuentran los que pecan con la capacidad de un filme de explorar muchos temas a partir de un personaje y su entorno. Aquellos que quieren decir tantas cosas, que en una hora y media o dos, aturden a sus espectadores sin terminar de desarrollar un tema y dejando más preguntas que respuestas. 

Jordan Peele es un director que logró romper con una de ellas, con la primera, pero falló ligeramente con la segunda. Get Out, su primer largometraje, se estrenó en 2017 con el firme propósito de asustar al público con una historia de racismo. Lo hemos dicho en otras ocasiones, Get Out habría sido imposible hace 20 o 15 años cuando el imaginario americano todavía se construía con la misma imagen: la superioridad del blanco y su bondad, frente a una derrota de los negros y el resentimiento.

Esta cinta llegó a cambiarlo todo al proponer lo siguiente: una chica blanca se dedica a conseguir individuos negros para que su familia los someta a una subasta. Familias blancas adineradas, compran a la persona para que su consciencia o mente, sea transmitida a su cuerpo. ¿La razón? La superioridad física de los negros frente a la debilidad del blanco. La película, en resumidas cuentas, es original y grandiosa con un final que podría dejar un poco a desear, pero que tampoco afecta la sorpresa del público.

Con un Oscar en su vitrina y un par de nominaciones grandes (Mejor Película y Director), todos esperaron con mucha emoción y ansias el segundo largometraje de Jordan Peele. Después de casi dos años, llegó a nosotros Us protagonizada por Lupita Nyong’o y Winston Duke. Desde un principio se planteó como la secuela de Get Out, y no por mantenerse en el mismo universo y la correlación de los personajes, sino por el estilo similar entre ambos filmes de terror, suspenso y thriller psicológico, aquel que te mantiene esperando algo que, lo más probable, es que nunca llegue o al menos no cuando más lo esperas.

Us es una crítica al sistema, nuevamente. De aquí la calificación de “secuela”. La película nos presenta a la familia Wilson compuesta por mamá, papá, hija e hijo. Todos ellos, en armonía (la que se puede vivir con una adolescente y un niño introvertido), se van de vacaciones a su casa de verano, la cual está muy cerca de la playa de Santa Cruz. Adelaide, la madre, se niega a ir a la playa, pues en 1986 cuando era una niña, vivió un episodio traumático que la dejó marcada.

Sin entrar en muchos detalles, la noche de su llegada comienza con una pesadilla. Una familia vestida de rojo y empuñando tijeras doradas, se presentan frente a su casa. Sin razones aparentes, los atacan y los obligan a enfrentarse a sí mismos. Es un total misterio saber quiénes son y de dónde vienen, pero de lo que están seguros, al menos como dice Jason es que son “nosotros”: físicamente idénticos, pero sin capacidad para comunicarse con un lenguaje hablado.

La única que puede hablar es la doble de Adelaide, pero con una voz tenebrosa, de alguien cuyas cuerdas vocales fueron lastimadas. Peele triunfa en situar al espectador en una atmósfera siniestra y confusa. Él es el director que entiende a la perfección la íntima relación entre horror y las metáforas, ese “te muestro lo que pasa, pero no de forma literal”. Sin embargo, falla en la cantidad de metáforas dentro de una historia que sigue una misma línea del tiempo y a un mismo grupo de personajes.

Us, quizá, es muy repetitiva con el empoderamiento de personajes afroamericanos, pero esto no le afecta a nadie. Lo que sí repercute en los espectadores, es en la cantidad de temas que quiere abordar y en cómo sólo uno se desarrolla bien. Us es una metáfora de la sociedad en su construcción más básica: ricos y pobres, los de arriba y los de abajo, los privilegiados y los desafortunados.

Los individuos de rojo con tijeras salen de las cloacas, de abajo, para terminar con su “doble” de arriba. Es muy básico, pero también muy cierto. El privilegiado se da cuenta de la existencia del de abajo cuando el peligro está muy cerca, cuando se ve afectado directamente, cuando sienten el frío de las tijeras doradas en sus gargantas. Es interesante, pero no suficiente. El desafortunado se levanta de su tragedia y se rebela contra lo que lo mantiene sumido en su propia tragedia. 

Si Peele se hubiera permitido desarrollar más metáforas, habríamos pedido que sea la de “We’re americans” para establecer que el dolor y la muerte, la autodestrucción, no viene con el rostro de alguien más, sino con el propio. El infierno no lo representan ellos, sino nosotros mismos. O bien, para establecer algo mucho más personal, nuestra dualidad y las dos contrapartes que nos componen. 

En un episodio glorioso de Us, Adelaide desciende, como si fuera un iniciado. Desciende al lugar de origen de su doble para enfrentarla y descubrir la trágica historia detrás de su existencia. Con esto, Peele confunde al espectador y a pensar que sí, el fin justifica los medios. Que la libertad tiene un costo, y cualquiera que este sea, vale la pena intentarlo. 

¿Qué hay de los otros componentes de Us? Siendo objetivos, tienes que ver Us más de una vez para comprender a detalle dónde radica el error y el terror, y que de hecho, Peele falla casi toda la película con sus grandiosas excepciones del principio, los créditos iniciales y el final. ¿Son suficientes estas excepciones? Dependerá del espectador, pero la realidad es que son tan grandiosas, que para nosotros es un sí.

La película arranca con la leyenda de que hay miles de túneles debajo de las ciudades de Estados Unidos. Luego da un magnífico salto a 1986 con Adelaide de niña. Ella entra a una casa de espejos oscura y apartada. Dentro del lugar y sin encontrar la salida, comienza a chiflar “Itsy Bitsy Spider” para tranquilizarse, pero todo se rompe cuando se ve a sí misma en algo que no es un reflejo, no el de un espejo. Esto sirve de entrada para dar un paso aún más maquiavélico con los créditos iniciales.

Pocos directores comprenden que un gancho fuerte son los créditos. Algunos de ellos son Ruben Fleischer con Zombieland, Andrew Niccol con Lord of War y Peele con Us. Los créditos comienzan con un conejo blanco. La cámara se aleja para que el espectador perciba el entorno y vea que el conejo está en una jaula, y que hay más jaulas con conejos. Quizá los animales son de laboratorio pero su presencia no parece tener sentido.

Peele logró hacer una dupla impresionante con Mike Gioulakis, su cinefotógrafo, para envolver a quien ve Us en un espacio confuso y misterioso. Y la música hace lo mismo, hasta más. El audio forma parte del entorno y tienen la capacidad de poseer al espectador, sobre todo con el “Anthem” de Michael Abels de los créditos de inicio y su capacidad de anticipar al espectador con música y sonidos que no debían estar ahí, por decirlo de alguna manera.

Tal vez Us no logre ser un espectáculo en la superficialidad de su historia, pero hay varios temas que deja sobre la mesa con el aplauso puesto siempre hacia sus visuales y el sonido. Y para cerrar, una pregunta:

¿Us tiene uno de los mejores finales que hemos visto desde Sexto sentido

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En 2017 entré a Sopitas.com donde soy Coordinadora de SopitasFM. Escribo de música y me toca ir a conciertos y festivales. Pero lo que más me gusta es hablar y recomendar series y películas de todos...

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