Este lunes 20 de abril se estrenan los primeros dos episodios de The Last Dance o El último baile, la serie documental original de Netflix centrada en la carrera de Michael Jordan, considerado com el mejor basquetbolista de todos los tiempos que llevó gran parte de su periodo activo (unos 13 años) dentro de los Chicago Bulls, el indiscutible equipo de los 90 de la NBA.
Michael Jordan sigue vigente por lo monumental de su influencia, pero también es pura historia en el sentido más grande de la palabra. Y The Last Dance hace un recorrido fiel a los inicios de “Mike Jordan” en la escuela secundaria; su paso por la Universidad de Carolina del Norte; su entrada en 1984 a unos Bulls que estaban agonizando; su llegada a los playoffs; y luego, los cinco campeonatos del equipo antes de que los directivos comenzaran a hablar de deshacer el equipo…
El protagonista, desde luego, es Michael Jordan. Sin embargo, lo que logra esta serie documental es mostrar una realidad que debemos reconocer: Michael Jordan era el mejor, tenía un talento nato, pero se potenció rodeándose de las personas y jugadores correctos.
Y es aquí cuando hablamos de lealtad. The Last Dance y cada una de sus entrevistas, imágenes y videos de archivo, reflexiones y recuerdos, están llenos de esta palabra que inundó la carrera de Michael Jordan: leal a sus principios, a su juego, a su compromiso con siempre salir a ganar, a su talento, a su cuerpo, a su equipo y las promesas que le hizo cuando llegó en 1984 y cuando amenazó su estadía para 1998.
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Phil Jackson es una pieza clave que demuestra la calidad humana de Jordan y por qué mereció ser el mejor jugador de la historia y una estrella mundial. Jackson fue el entrenador de los Chicago Bulls durante sus campeonatos, y cuando estaban preparándose para el sexto… todo se empezó a desmoronar.
Los directivos, esos sujetos con corbata que nunca pisan una cancha (Jerry Krause), comenzaron a tomar decisiones que, creemos como Michael, debieron corresponder a los jugadores. Aquellos que botan el balón, saltan, se caen, se lastiman, y reciben toda la presión y los juicios de los fanáticos cuando algo sale mal.
Michael Jordan le fue leal a Jackson, y así fue como Krause le dio un año más al entrenador con el equipo de ensueño comandado por Jordan junto a Scottie Pippen, Denis Rodman, Steve Kerr, Luce Longley, Ron Harper, Tony Kukoc y muchos más que tuvieron la oportunidad de jugar con la más grande figura de la NBA.
En estos dos primeros episodios, Jordan refleja su humildad al reconocer lo grande que fue, y al reconocer también que no podrían hablar de él sin mencionar a Scottie Pippen. Scottie fue el segundo mejor jugador de los Chicago Bulls, y sin mentir, también de toda la NBA en la década de los 90. Su número de asistencias era mágica, su robo de balones, y la forma en que podía defender y encestar no podía igualarse.
Sin embargo, Pippen ocupaba el lugar 122 de la tabla de salarios de todos los jugadores de la NBA. Y aquí es cuando se revelan las injusticias asociadas, a los que comentamos, de aquellos empresarios que toman decisiones sobre lo que sucede en una cancha que nunca han pisado, y que jamás lo harán.
The Last Dance llega en una época en la que los eventos deportivos se encuentran suspendidos en todo el mundo. No hay futbol, ni tenis y la NBA no se pudo escapara a la realidad que vivimos desde hace un mes (un poco más o un poco menos). Y así es como esta serie documental nos vuelve un poco a la vida deportiva a través de Michael Jordan en un ejercicio de ESPN que no sólo alimenta el estatus de estrella del basquetbolista, sino que nos pide –de alguna manera– que entendamos sus formas, sus métodos, su nivel de intensidad.
Quizá sea una percepción meramente personal, pero The Last Dance te hace ver que Michael Jordan era un tipo que no iba a pensar en los sentimientos de los demás, pero que su búsqueda de excelencia era real porque, como se menciona, siempre salía a ganar, no sólo a jugar bien. Acá es donde también comprendemos que la gloria de los Bulls no podía recaer en Michael Jordan nada más, sino en un trabajo en equipo que se perfeccionó con el tiempo.
Este es un debate que se ha llevado en muchos ámbitos deportivos cuando un jugador es la estrella de un equipo, y el peso de los fracasos recaen sobre una sola persona, pero las victorias se saben entre todos. Jordan era esa estrella que representaba a toda una plantilla, y lamentablemente, a todo un corporativo. Sin embargo, y es justo mencionarlo, el talento de Michael Jordan era tan grande, que nunca se vio opacado por los infames problemas de vestidor, y en este caso, de las oficinas.
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The Last Dance es una grandiosa serie documental por la calidad de sus fuentes, y el nivel de información que se maneja. Además, la mayoría de las entrevistas están muy bien realizadas y se fijan un tema en particular que se desarrolla de distintas maneras. Y lo mejor es que no sólo se atribuye a lo dicho por Michael Jordan, sino cada uno de los involucrados en su carrera y las últimas victorias de los Bulls en los 90.
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