Lo que necesitas saber:
'The Killer' de David Fincher ya está disponible en el catálogo de originales de Netflix y es una de las mejores películas de este 2023 y la filmografía del director.
Después del poco éxito en críticas y recibimiento que tuvo Mank en 2020, David Fincher está de regreso para demostrar que es uno de los mejores directores de su generación, capaz de explorar distintas narrativas a través de historias que de alguna u otra manera, definen la condición humana en un nivel particular y universal. Y este 2023 lo hace con The Killer.
Ahora bien. Estamos seguros que cuando terminen de ver The Killer, con el protagónico de Michael Fassbender, sentirán que no vieron una cinta de Fincher. O mejor dicho, es muy distinta en términos de edición o ritmo al mantener un tono sumamente monótono con picos altos llevados por escenas de acción que, de verdad, son espectaculares.
Sin embargo, The Killer es la película que mejor podría definir el cine de Fincher, cómo funciona su mente, su infame obsesión por los detalles e incluso su odio por hacer películas. Y eso la convierte en una de las producciones más destacadas no sólo de su filmografía, sino de este 2023 (y estas dos virtudes también se traducen al trabajo de Fassbender).
¿De qué trata The Killer de David Fincher?
The Killer nos presenta a un asesino a sueldo, sin nombre, que se encuentra en París. Rentó una oficina vacía que se encuentra frente a un edificio en el que eventualmente llegará su próximo objetivo. Son días de espera, de observar, de sentarse horas frente al cuarto o apartamento al que va a llegar la “víctima” mientras escucha la discografía completa de The Smiths.
Mientras reconocemos su rutina, el asesino hace una serie de monólogos o reflexiones que nos revelan su filosofía, entendemos primero, para ser un “buen” asesino. Pero conforme avanza la cinta, descubrimos que se trata de un modus operandi que aplica para cualquier profesión. Pero ahorita llegamos a eso.
El asesino habla del cansancio físico que deviene de no hacer nada. El control de su cuerpo con un conteo de pulsaciones. La falsa idea de la existencia de la justicia, el karma y la suerte. La necesidad de pasar desapercibido, de no ser visto, o mejor aún, no ser memorable.
Pero sobre todas las cosas, nos habla de su contacto con el mundo: “Fight only the battle you’re paid to fight. Forbid empathy. Empathy is weakness. Weakness is vulnerability“. Y su rutina: “Stick to your plan. Anticipate, don’t improvise. Trust no one. Never yield an advantage”.
Nada puede ser personal. Pero después de que falla al matar a su objetivo en París, para el asesino es imposible seguir un plan, anticiparse, no improvisar sobre la marcha, no aprovechar una ventaja. Todo se vuelve personal, el peor error que puede cometer a pesar de la negación de su situación.
Pero lo interesante es que no sólo se convierte en algo muy personal a partir de que las mismas personas que lo contrataron, ahora buscan matarlo por fallar. Es personal porque de su trabajo depende de su vida. De todo lo que hace para alguien más, ahora lo debe hacer para él mismo. ¿Y no es acaso esto lo que vivimos las personas comunes, corrientes y trabajadoras en cualquier espacio laboral?
The Killer, una crítica al capitalismo y al consumo
Después de fallar con su objetivo, el asesino debe huir. Y el primer lugar al que va es a su casa, la cual comparte con una mujer. Cuando llega, descubre que esta ha sido violentada. Por lo que comienza una cacería internacional en la que el protagonista debe escalar todas las jerarquías de poder para las que trabaja, hasta llegar al responsable del ataque (el mismo que lo contrató, primero, para matar al sujeto en París).
Lo que hace David Fincher con The Killer es una crítica o un análisis sobre las relaciones laborales que determinan la cotidianidad de una persona y todo lo que departe de aquí. Habla de las jerarquías de poder que son tan claras pero tan desiguales en un espacio laboral.
Suena raro hablar de un asesino como un trabajo, pero lo es. Y aquí, como en la realidad de un contador, por ejemplo, hay empleadores y hay empleados, y usualmente el empleado es desechable. En The Killer se desarrolla un entendimiento de que un empleado, sea quien sea, produce, consume y es consumido por las dinámicas que se determinar con el poder de una jerarquía.
Con un asesino, su trabajo es matar. Si falla, como en la película, se desprende todo un proceso de burocracia en el que el asesino se convierte en el objetivo de otros asesinos (empleados). Y este debe luchar por su vida para sobrevivir en un sistema que lo mantiene expectante de que suceda un error (de aquí su mantra o filosofía).
En The Killer, Fincher se acerca a una premisa como la de Drive de Nicolas Winding Refn en la que una persona capaz de llegar a niveles de brutalidad extremos. El conductor de Drive, interpretado por Ryan Gosling, es el eslabón más bajo de la cadena. Pero es el más importante porque es el que ejecuta el trabajo.
La cosa con esta cinta, y cuya idea se repite, de alguna manera, en The Killer, es que a pesar de ser la última parte de la cadena de producción como un asesino, es el único que empuña un arma. Los que están hasta arriba, no importa cuánto, suelen dar órdenes, más no ejecutarlas. Entonces, ¿qué sucede cuando el asesino alcanza a la persona que se encuentra hasta arriba de la pirámide?
“Bigmouth Strikes Again” y el soundtrack de The Smiths
Uno de los aspectos más destacados y graciosos en The Killer, es que el asesino escucha a The Smiths todo el tiempo. Utiliza toda la discografía de la banda liderada por Morrissey para poder concentrarse, como una forma de meditar y un acompañamiento para bajar sus pulsaciones a menos de 60 (la ideal para disparar).
Sin embargo, la elección tanto de la banda como de las canciones no fue al azar. David Fincher eligió a The Smiths porque en algún punto quería que se escuchara “How Soon Is Now?”, justamente, como la canción que concentrara todo su ejercicio de meditación que nos lleva a conocer sus reflexiones.
Pero en realidad, podríamos decir que la rola más importante es “Bigmouth Strikes Again” de 1986, y la cual formó parte del disco The Queen Is Dead. En la letra, escuchamos a Moz decir “And I’ve got no right to take my place to the human race“, y parece un verso que califica a la perfección el estado en el que se encuentra el asesino.