Hay películas que marcan a toda una generación y la versión animada de El libro de la selva, realizada por Disney y estrenada en 1967, es una de ellas.
Si esta historia conectó tanto con el público alrededor del mundo, en México esta cinta se arraigó aún más gracias al excelente doblaje que se realizó. Aún hoy son muchas las personas que sienten un golpe de emotividad cuando escuchan “Lo más vital”, cantada por el genial Germán Valdés “Tin Tan”, y recuerdan la mítica escena donde Baloo la interpreta.
Cuando nos enteramos que esta película sería llevada nuevamente al cine, pero esta vez en formato Live Action, sabíamos que la apuesta era arriesgada. El proyecto correría a cargo Jon Favreau, director que estuvo detrás de la trilogía de Iron Man (dirigiendo las primeras dos, como productor en la tercera) y que francamente cumplió bien con el reto.
La trama es conocida por todos: Un niño es abandonado en la selva de Seeonee y es rescatado por una pantera llamada Bagheera, quien a su vez lo entrega a una manada de lobos para que lo cuiden y sea educado como uno más. Al crecer Mowgli deja la selva ya que el tigre Shere Khan promete eliminarlo pues lo considera una amenaza para la selva.
Así el pequeño humano se ve obligado a abandonar el único hogar que ha conocido toda su vida y se embarca en un fascinante viaje de autodescubrimiento, bajo la guía de Bagheera y el oso Baloo, un espíritu libre.
Ambas películas de El Libro de la Selva están basadas en algunos relatos del libro homónimo que en 1894 publicó Rudyard Kipling, autor inglés nacido en la India quien ganó el Premio Nobel de Literatura en 1907. Aunque en general la versión animada es fiel al libro, hay algunas escenas o momentos clave que fueron modificados para hacerla más dirigible para el público infantil y se adhirieron nuevos personajes como el Rey Louie.
El Libro de la Selva de Jon Favreau, en cambio, toma tanto elementos del libro que no se mencionan en la primer película, como a personajes y características que únicamente aparecen en el largometraje animado.El resultado es una interesante amalgama de ambas historias que a fortalecen mucho el argumento y lo hace sentir fresco.
A lo largo de la cinta hay espacio para la acción, el humor, la ternura y la reflexión, y de hecho el guión de esta película no tiene problemas significativos.
No obstante, es en su manufactura donde deja de ser una película convencional y se vuelve algo notable, pues visualmente El Libro de la Selva es un deleite. Suponemos que recrear una jungla de modo digital debe ser una labor titánica, sobre todo por los animales que habitan en ella y que jamás se sienten acartonados cuando los vemos en la pantalla, al contrario, el trabajo que se hizo en post producción en cuanto a movimientos y gestos es sobresaliente, dándole un toque más humano a los personajes pero sin dejar de lado los rasgos naturales distintivos de cada criatura.
Otro detalle que nos ayuda a envolvernos por completo en la atmósfera selvática y que enriquecen a la película son las voces de Idris Elba (Shere Khan), Lupita Nyong’o (Raksha), Scarlett Johansson (Kaa), Bill Murray (Baloo), Ben Kingsley (Bagheera) o Christopher Walken (Rey Louie). Vale la pena verla en inglés, aunque la versión doblada tampoco desmerece, con el trabajo de Héctor Bonilla, Enrique Rocha, Víctor Trujillo, Susana Zabaleta, Francisco Céspedes o Regina Orozco.
En conjunto, todo esto da como resultado una película muy disfrutable que remontará a varios a su infancia (cuando por ahí se escuchan los acordes de “Lo más vital” muchos sentirán un nudo en la garganta) y seguramente también capturará el atención de las nuevas generaciones.
Al final El Libro de la Selva nos dejó un buen sabor de boca, aunque también una inquietud en el tintero:
¿Por qué Disney no usa este despliegue de recursos y tecnología para mostrarnos nuevas historias? Los remakes están bien, pero también nos gustaría que echaran toda la carne al asador para traernos nuevas propuestas.
Por @gabrielrevelo