Te llevo conmigo ya está en cartelera en distintas ciudades de la República Mexicana.

¿Se acuerdan de ese impresionante documental de 2006 titulado Jesus Camp? El título fue nominado a un Oscar al presentar la realidad de un campamento de verano para niñ@s cristianos, los cuales son considerados como “solados de Dios” y cuya misión es devolverle América a Jesús. Tuvo tal impacto, que el campamento se vio obligado a cerrar sus puertas frente a la controversia.

Las directoras Rachel Grady y Heidi Ewing, continuaron colaborando en distintos documentales con temáticas de agenda como el aborto, la industrialización y decadencia de una ciudad, la comunidad jasídica en Brooklyn, siempre poniendo al centro de sus historias, de alguna manera, la opresión que deviene de distintos puntos.

Finalmente, después de años de construir una enorme carrera como documentalista, en 2020 Heidi Ewing dio el salto a la ficción con I Carry You With Me o Te llevo conmigo, una historia basada en hechos reales sobre una pareja de hombres mexicanos que migran a Estados Unidos en busca del sueño americano.

Heidi Ewing, Christian Vazquez y Armando Espitia en la premiere de ‘Te llevo conmigo’ en NY. / Foto: Getty Images

Te llevo conmigo se estrenó en Sundance en 2020 y fue muy bien recibido por la crítica y las audiencias, sobre todo las estadounidenses, al presentar un retrato íntimo y emocional sobre el ser migrante y cómo tod@s y cada un@ de ell@s, tienen una historia qué contar llena de nostalgia, amor, soledad.

Así que tuvimos la oportunidad de platicar con uno de sus protagonistas, Armando Espitia, sobre el estreno, los puntos a considerar de su personaje llamado Iván, y cómo sería un error determinar esta compleja historia centrándonos en la orientación sexual de sus personajes.

Te llevo conmigo: una historia universal

Durante meses, sobre todo durante la temporada de premios, la conversación de esta cinta giró en torno únicamente al hecho de que los protagonistas son homosexuales.Es una cinta LGBT“, era la descripción constante, y nos atreveríamos a decir que simple, de una historia que en realidad se asume tan profunda y humana, que no basa su premisa en la orientación sexual de sus personajes.

Te llevo conmigo es una historia de amor, paciencia, nostalgia, memoria, de separación, de anhelo. Y esto le da cierta naturalidad al hecho de que son dos hombres homosexuales atravesando una historia que es universal y que es de todos sin importar la orientación sexual de los personajes y de quienes inspiraron esta ficción. 

¿Y si mejor te entrevisto yo? Lo entendiste todo y de una manera bonita. Gracias.Es interesante lo que dices porque en esto se basan muchísimo los periodistas en las entrevistas cuando me dicen, ‘Bueno, hablemos del tema tabú’. Y yo les contesto, ‘Puede ser en algunas casas, con algunos abuelos, en algunas culturas, religiones, pero aquí no lo hagamos un tabú’.

Creo que es nuestra responsabilidad quitarle la etiqueta de tabú a un tema que, ¡por favor! Creo que convivimos muy naturalmente hoy en día, en nuestra sociedad y en lo cotidiano, con la diversidad sexual y ya no estamos hablando en secreto de la orientación sexual de alguien, o de la identidad de género. Como que cada vez estamos, como cultura y como sociedad, más receptivos a la nueva información, a las nuevas formas de identificarse de las personas, a las nuevas expresiones de amor. 

Personajes de Iván y Gerardo en ‘Te llevo conmigo’. / Foto: Sony Pictures Classic

Ojo. Acá siempre hemos tenido bien clara la falta de representación, en este caso, de la comunidad LGBTQ+ en el cine y en la televisión. Y lamentamos el hecho de que solemos prestar atención en esas historias, parece, sólo cuando la orientación sexual, la identidad o expresión de género, se presenta como un tema tabú.

Creo que sí es responsabilidad de los medios de comunicación, de la gente que trabajamos en la cultura y el arte, de quitarle esa etiqueta y a partir de ahí dialogar, convivir naturalmente con todo lo que es diverso en todos los sentidos. Sólo nos vamos a llevar sorpresas gratas si nos abrimos desde lo humano, y creo que esta película lo hace. La sensibilidad de la directora para entender la complejidad de lo que significa ser humano. 

Armando Espitia interpreta a Iván, un aspirante a chef. / Foto: Sony Pictures Classic

Iván y Gerardo

Te llevo conmigo está ambientada en el estado de Puebla en la década de los 90. Aquí conocemos a Iván, un “chilango” y aspirante a chef que realiza distintas labores de limpieza en un restaurante. Constantemente busca una oportunidad para entrar a la cocina, pero siempre le es negada y su situación económica empeora con el tiempo.

Iván tiene un hijo al que ve muy poco, pero del que procura hacerse cargo a pesar de las limitaciones económicas y una aparente mala relación con la madre del niño. Un día, conoce a Gerardo, un profesor chiapaneco con el que empieza una relación secreta a partir de que nadie sabe que Iván es gay.

Cuando su relación comienza a ser más sólida, es que Iván toma la decisión desesperada de cruzar de manera ilegal la frontera hacia Estados Unidos. ¿Por qué? No tiene nada qué perder y mucho qué ganar mientras busca el sueño americano y cumple su sueño de cocinar y convertirse en chef. Así, Te llevo conmigo reúne un montón de temas universales que se debieran conversar desde distintas aristas, puntos, frustraciones y triunfos.

Iván trabaja en un restaurante en Puebla donde no le dan oportunidad de entrar a la cocina. / Foto: Sony Pictures Classic

20 años después, sin la posibilidad de regresar a casa, Iván y Gerardo, llevan a todos en sí mismos a pesar de la distancia física, de la imposibilidad del abrazo, pero no del amor y la añoranza. Iván y Gerardo son migrantes, padres, gays, hijos, hermanos, amigos, humanos: personajes complejos.

Hablas tú que la película trata de la nostalgia y sobre la identidad, sobre el amor. Y todo eso nos conforma. Entonces, ¿por qué cerrarnos desde la lejanía? Cerrarnos a un tema que nos parece morboso o curioso como la orientación sexual diversa, por ejemplo. ¿Por qué no ver que son seres humanos?

No estoy diciendo nada y a la vez parece que sí. La respuesta en Estados Unidos ha sido bien bonita de cómo la gente dice –estadounidenses que no habían tenido contacto con la migración– ‘Mira, me ayuda a ver que detrás de la persona que me entrega la comida, hay una historia’.

Me parece increíble que nunca lo hubieran hecho… Pero bueno, al menos ayudar en eso me encanta y acá en México creo que también puede ayudar y que conectaría o conectará con el tema de las familias que se separan por la migración. 

Es bien interesante que para el público en México el link emotivo es: las familias separadas. No es que no le hagan caso a la relación homosexual, sino que simplemente la asumen. Creo que ese es el objetivo de esta película, que la homosexualidad sea una más de las características de los personajes, que son complejos, que son un todo y ojalá que así lo reciba la gente. 

Christian Vázquez da vida a Gerardo, un profesor chiapaneco. / Foto: Sony Pictures Classic

La migración

La migración en sí misma es bastante complicada y dolorosa. En la mayoría de las historias hay violencia, discriminación, falta de oportunidades y circunstancias terribles que llevan a una persona a tomar la decisión de abandonar su hogar, su familia, idioma, absolutamente todo, en busca de una vida mejor y una sola oportunidad que aquí no encontraron.

Te llevo conmigo le da la vuelta y a pesar de esas circunstancias terribles, brinda un poco de esperanza al descubrir que hay historias detrás con las que todos nos podemos conectar por el simple hecho de ser humanos. Entonces, de una manera muy interesante y respetuosa, es un retrato de esperanza en medio de un caótico tramo como lo es la migración. 

Sí, de algún modo creo que la película tiene una luz al final del túnel. A pesar de la trágica historia que estamos contando, tiene algo de esperanza. También pienso que la migración se ha visto, históricamente en el cine, desde el punto de vista de lo dramático que puede llegar a ser.

Nuestra historia lo requiere, nuestra historia necesita contar y gritar a los cuatro vientos que tenemos estos problemas. Pero también, un poco, se concentra la directora en pensar en las razones que llevan a los personajes a irse. Hay historias, hay decisiones, hay objetivos por cumplir. 

El personaje de Iván tiene un hijo pequeño. / Foto: Sony Pictures Classic

Los temas que aborda, es justo decirlo, son políticos, corresponden a las agendas como lo es la migración, la discriminación, las estructuras patriarcales, la homofobia. Como mencionamos, son temas sensibles por sí mismos y su crudeza es inherente. ¿Pero qué pasa si, de nueva cuenta, asumimos esos destellos de violencia y nos centramos en los nombres de quienes las viven y las superan?

Me parece que la migración se ha tratado antes como un ente, como un bulto de sombras humanas que están en un éxodo constante. Se ha tratado desde la lejanía como algo que no nos ocurre. Sobre todo porque las personas que tienen que migrar, seguramente no han tenido la oportunidad de poder contar sus historias, y los que las contamos, lo hacemos desde la distancia. Pero esta película se adentra un poco.

La película mete la cámara para que no sean sombras, sino sean formas, cuerpos humano. Luego se concentra en uno, en su cara en su complejidad, y nos cuenta su historia, las decisiones, los caminos, los atajos, los problemas, las virtudes que tienen. Eso me gusta. 

Escena en la que Iván y Gerardo se conocen en un bar de Puebla. / Foto: Sony Pictures Classic

Historia emocional e inmediata

Armando da vida a Iván mientras Christian Vázquez interpreta a Gerardo. Sobra decir que su trabajo es sensacional, pues se involucran tanto en la realidad y el desarrollo de sus personajes, que nos obliga como espectadores a involucrarnos con ellos y en lo que les sucede, sin juzgar sus decisiones.

No es importante preguntarnos por qué no dice ser gay o por qué uno de ellos no se enfrenta a su padre; tampoco es necesario cuestionar sus peligros y aspiraciones; o pensar que se trata de un abandono mas no de una decisión basada en el amor. Es valioso el tratamiento que se le da a los personajes, pues te permite acercarte demasiado, comprenderlos sin cuestionarlos pero sí abrazando sus circunstancias. 

Ese es el éxito de una película, que puedas entrar, que todas estas decisiones que mencionas, la directora las toma como una convención que quiere que acepte el público para que sólo les cuente la historia, para que sólo la reciban con lo emotivo y lo sensorial. 

Entonces, que tú me digas que lo recibes sin preguntarte, creo que ahí está el éxito de la película. La directora se estaba alejando de todos los guiños políticos. Es inevitable para la película al ser real y al ser actual, pues evidentemente va a tener connotaciones políticas. Y creo que, además, hacerla en estas circunstancias ya es un acto político. 

Pienso que ella –Heidi– estaba muy consciente en el momento de hacer la cinta que su objetivo era lo sensorial, lo emocional, y a mí me encanta porque como actor y ahora como maestro de actuación, me recuerdo diciéndoselo a los alumnos: nos tenemos que agarrar de lo inmediato.

Podemos construir un mundo de las ideas, intelectualizar todo y que sea un discurso político de mi personaje o un tema social que estoy tratando de cambiar. Pero en realidad lo que nos va a hacer comunicar ya través de la emoción, es ser capaz de sentir nosotros mismos esas sensaciones, las emociones.

Luego ya viene la reflexión del público, que me encanta que la hagas y que es justo responsabilidad del público atender a todos los temas más externos y más grandes que atañen la película. 

El personaje de Iván de niño junto a su mejor amiga. / Foto: Sony Pictures Classic

El origen de Iván y Gerardo

Heidi Ewing trabajó con todo un crew mexicano y filmó entre la ciudad de Nueva York y en algunas localidades de México. En un principio, la directora tenía la intención de hacer un documental (testimonial como sus anteriores trabajos). Pero se dio cuenta que no podría recuperar a detalle la infancia de Iván en la Ciudad de México ni la de Gerardo en Chiapas. Por lo que dio el salto a la ficción, en parte, a partir de que se enfrentó a su propia ignorancia.

Me apropio un poco de la historia que ha contado Heidi, la directora. Ella conoció a estos personajes reales, seis o siete años antes de conocer su historia. Eran amigos, habían ido a sus bodas, habían estado cerca y ella estaba estrenando una película en Sundance, incluso ellos la acompañaron para celebrar su estreno. Eran ese tipo de amigos.

Y en una noche de copas, empezaron a abrirse más y le contaron su historia. Y ella como una gringa, lo digo con todo el amor, no se había puesto a pensar en la realidad y en todo lo que implica ser un migrante, y eso que eran sus amigos. 

A partir de ese trancazo de realidad, decidió contar esa historia y con ese respeto de ‘Yo fui una ignorante muchos años de su historia’, y con ignorar su historia también ignoró la realidad de un montón de gente alrededor.

Entonces creo que es bien bonito cerrar el círculo porque ella lo hizo para sí misma, se plantó a la realidad de frente, y luego haciendo arte, creo que lo está logrando con la gente. Es increíble también para mí porque en México pues vemos la otra cara de la moneda.

Iván García, Armando Espitia, Heidi Ewing, Gerardo ZaVe y Christian Vazquez en enero de 2020. / Foto: Getty Images

‘Seamos responsables’

La familia de Armando, como nos platicó, también se dividió desde antes, reconociendo que las separaciones no se dan entre fronteras de países, sino aquí mismo. Su padre, de Guanajuato, llegó a la Ciudad de México a los 12 años vestido con huaraches, razón por la que lo molestaban. 

Es una historia es fascinante y vivo con eso. Estaría muy cañón que nosotros como mexicanos no estuviéramos conscientes  y seamos responsables del tema de la migración. Más bien fue buscarlo dentro de mí y buscarlo alrededor, en mis círculos cercanos y conectar, buscar cómo se conecta humanamente con eso.

Hay sensaciones como la nostalgia, la no pertenencia, la lejanía, la imposibilidad de regresar… que las conozco como conceptos pero había que arraigarlas, había que sentirlas y pues fue mágico que literal me llevaran a Nueva York a filmar. 

Conviví con un montón de migrantes en los trabajos que mi personaje hacía. Había no actores, sino trabajadores reales, entonces convivir con ellos, escucharlos, ver el amor con el que hablan del lugar al que no pueden regresar, y ver el amor y el respeto con el que hablan del lugar en el que trabajan, cómo comparten las dos culturas, cómo las mezclan en su corazón y su cabeza y son parte de las dos.

Escucharlo de primera mano y en el espacio y en el lugar mientras yo actuaba esas escenas me ayudó muchísimo para poder tratar de re crearlo y dignificar esa experiencia de lo que significa ser migrante. 

Estas son las mejores películas que vimos este 2020

Todo lo que no sabías que necesitas saber lo encuentras en Sopitas.com

En 2017 entré a Sopitas.com donde soy Coordinadora de SopitasFM. Escribo de música y me toca ir a conciertos y festivales. Pero lo que más me gusta es hablar y recomendar series y películas de todos...

Comentarios