Si hubo un inicio de temporada que los fans de The Walking Dead no superaron, ese fue el de la séptima. Por si no lo recuerdas, casi al final del primer episodio aparecen el clan de Rick de rodillas frente a Negan que, para darles una lección, decide matar a algunos miembros. Entre ellos estuvo Glenn, un personaje interpretado por Steven Yeun que durante siete temporadas había sobrevivido gracias a su ingenio y ya de último, por el gran amor que le tenía a Maggie.
La forma en la que Negan lo mató —que fue con su bat envuelto de alambre de púas—, hizo que muchos criticaran la violencia explícita innecesaria. Especialmente en la toma en la que se le ve un ojo de fuera, con la cabeza casi aplastada y diciéndole unas últimas palabras a Maggie.
De acuerdo a los comics, que es donde está basada la serie de AMC, esa era la forma en la que Glenn debía morir. No se alteró nada, solo se siguió. Pero lo que sí es que de esos personajes que comenzaron en 2010 ya quedan pocos, muy pocos, y no precisamente por la historia fantástica, sino por algunos problemas, tal como sucedió con Dale. Pero bueno, esa es otra historia y aunque muchos ya piden a gritos que se termine la serie, ésta continuará al menos para una octava temporada. Así se confirmó hace apenas unas semanas.
Ahora bien, debido a que muchos de los actores que participan en las series televisivas continúan su carrera por ese camino o con películas secundarias, es que rescatamos el caso de Glenn, que a un año de haber salido de The Walking Dead ahora se encuentra en Cannes para promocionar Burning, una cinta que protagoniza y la cual compite para la Palma de Oro, el premio máximo dentro del festival de cine cuya relevancia data de 70 años atrás.
Este proyecto va de la mano del director surcoreano, Chang-dong Lee, quien se basó en el libro de Haruki Murakami, Barn Burning, que a su vez está inspirado en la obra del mismo nombre de Faulkner. La historia gira alrededor de un joven que un día se encuentra con una antigua amiga de la infancia y se enamora, sin embargo poco después la pierde. Luego pasa el tiempo y cuando la vuelve a ver, ahora ella estará acompañada de un hombre extraño, rico, que conduce un Porsche, habla poco pero al mismo tiempo tiene un don con las personas.
A diferencia del libro, la cinta está narrada desde una voz distante que deja ver cómo el personaje principal queda inmerso en ese dolor de amar y no ser amado, de ver cómo otros obtienen las cosas sin el más mínimo esfuerzo. La premisa principal en esta cinta es, a grandes rasgos, el constante cuestionamiento a por qué las cosas no pueden ser como se piensa que deberían ser.
Sin embargo, en medio de esa inundación de pensamientos hay una verdad que el subconsciente del protagonista le dice a gritos, y eso es que el hombre adinerado, carismático e interesado en la mujer que él ama no es tan bueno del todo. Dicho rol, el del hombre “prodigio”, corre a cargo de Steven Yeun o mejor dicho, Glenn, quien a diferencia del papel que desempeñó en The Walking Dead como un joven inmaduro, temperamental y hasta cierto punto inconsciente, ahora toma un significado completamente distinto. Además, resulta bastante interesante verlo hablar en su idioma natal, es decir, en coreano.
Según la crítica, esta cinta es muy bien llevada, tiene las escenas y encuadres correctos en los momentos correctos. Chang-dong logra que este filme sea “sombrío, contemplativo, que al mismo tiempo remarca el estatus social y cómo es que esto en todos, absolutamente en todos los países, tiene una repercusión”. Con tan solo seis películas, el cineasta surcoreano ha conseguido varios premios en festivales como Cannes o el Festival de Cine de Venecia. Sus proyectos cuentan con actuaciones de primera mano y es por ello que el futuro de Steven Yeun, más allá de matar zombies, puede ser mucho más prometedor.