¿Realmente es necesario que nos expliquen una obra de arte? Hay quienes defienden la idea de que el arte es completamente subjetivo: en una obra se exponen las cualidades más íntimas del artista como sus sueños o su visión de la realidad. Sin embargo, está la contraparte, la objetividad de una obra que pretende reflejar la verdad de la realidad sin considerar las pasiones del autor o su experiencia.

El cine no se ha librado de este debate. Algunos directores se han visto obligados a explicar algunos elementos presentes en sus filmes cuando la primera intención del cineasta no se comprende del todo. O bien, está el que le atribuye los significados a la subjetividad como David Lynch, por mencionar uno de los casos más famosos, quien siempre se ha negado a explicar sus películas al decir –palabras más, palabras menos– que el significado es de quien ve la cinta, no de quien la hace…

Sin embargo, uno de los directores que cedió ante la presión fue Stanley Kubrick. Este genio creador, con cada una de sus películas que exploraron diversos géneros, dictó las bases de cada uno. Y ahí tenemos Barry Lyndon como un referente de los dramas históricos; o Full Metal Jacket como dentro del cine bélico; The Shining como uno de los referentes del cine de terror psicológico; y por último, 2001: A Space Odyssey como el máximo referente de la ciencia ficción… sin exagerar.

En 1968, hace 50 años exactamente, esta cinta se estrenó y cambió la percepción que todos tenían de la ciencia ficción como un género, el alcance del cine como una forma de analizar el pasado y futuro de la humanidad, pero sobre todo, de la existencia humana por sí misma. El estilo narrativo visual de Kubrick fue suficiente para entregarle a la historia del cine, uno de los filmes más grandes que a la fecha, sigue generando asombro, y junto a este, muchas dudas del verdadero significado de algunas secuencias, sobre todo la última.

En la escena titulada “Jupiter and Beyond the Infinite” (Júpiter y más allá del infinito), cargada de pura fantasía, el personaje de Dave Bowman atraviesa el espacio y el tiempo para hasta llegar a un punto inexplicable donde surgen un sinfín de preguntas que parecen tener millones de respuestas: la inteligencia humana, el lugar de la Tierra en la historia de la humanidad, la duda de si vida extraterrestre, cuál es el lugar del hombre en el universo, la verdadera definición del espacio y del tiempo, etcétera.

En una entrevista inédita que había estado dando vueltas por internet sin que se le prestara la atención suficiente, Kubrick habló sobre este final y dio una posible explicación que terminaría, al menos para algunos, con el debate sobre el verdadero significado de esta secuencia. Como parte de un documental japonés de 1980 de Jun’ichi Yaoi dedicado a la filmografía del cineasta estadounidense, Kubrick habló sobre 2001: A Space Odyssey.

“He intentado evitar hacer esto desde que salió la película… La idea era que él fuera tomado por entidades divinas, criaturas llenas de energía, inteligentes y sin forma alguna. Ellos lo ponen en algo que describiría como un zoológico humano, y toda su vida la pasa en ese cuarto. No tiene percepción del tiempo como parece ocurrir en el filme”.

 

A pesar de que Kubrick, por teléfono, dio una explicación de cuál era su primera idea, las dudas siguen sin resolverse si consideramos que los misterios del universo, presentados en el filme, no tienen ni tendrán una única respuesta. En otras palabras, todas las explicaciones, de nueva cuenta, son válidas mientras la complejidad del universo y la vida humana siga siendo un total misterio.

Por acá les dejamos parte del documental, con la parte descrita de 2001 a partir del minuto 50 con 12 segundos.

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