“Como el piloto, yo también esperaré a que alguien se tope con el Principito en aquellas dunas desérticas, me avise que regresó y me saqué de esta ensoñación en la que este libro -y ahora su película- me dejó”.

Este fin de semana finalmente se estrenó en los cines de México El Principito, versión animada de este libro clásico de Antoine de Saint-Exupéry. Nosotros ya la vimos, aunque antes de dar un veredicto sobre qué tan buena o mala es, debemos analizar varios puntos.

1. Nuestra relación con el Principito

“Todos alguna vez en la vida deberían leer El Principito”, dice una frase común. Sin embargo, a pesar de tener un ejemplar de esta novela en casa, nunca me había tomado el tiempo de leerla, a pesar de que por aquí y por allá había escuchado referencias a esta obra. Esos comentarios la describían como un texto lleno de símbolos y al que siempre se le encuentran nuevos significados dependiendo del momento de la vida en el que se lea; pero ante todo me decían: El Principito es un libro que marca a quién lo lee.

Sabía que en algún momento de mi existencia lo leería y comprobaría si todo eso era cierto. Eso ocurrió hace un par de años, cuando escribí un pequeño reportaje para Sopitas.com sobre un árbol baobab que vive en un edificio de la Ciudad de México. Al investigar sobre ese árbol encontré que se hace referencia a él en El Principito. Para redondear correctamente el texto que escribía lo leí en un texto.

En apariencia, debería ser fácil hablar sobre El Principito, un texto de no más de cien páginas, escrito por el francés Antoine de Saint-Exupéry en la primera mitad del siglo pasado y que está dirigido al público infantil; la realidad es muy diferente, hablar sobre este libro no es para nada sencillo, pues la experiencia al leerlo es muy personal. No obstante creo que no me equivoco si califico este libro como una grandiosa historia de amor.

Y es que cada una de sus páginas está impregnada del amor más puro e inocente, el cual aparece enfundado en la imagen de un niño que viene de las estrellas y que con su peculiar forma de ver el mundo va sembrando mensajes de vida.

El argumento de El Principito para nadie es desconocido: Debido a una falla de su avioneta, una piloto queda varado en el desierto del Sahara. Mientras realiza las reparaciones necesarias, se encuentra con un pequeño niño que dice venir de un lejano y pequeño asteroide. Así, a lo largo de 8 días ambos se harán amigos, el aviador descubrirá que el Principito se interesa por temas que los adultos dan por hecho y que también le gusta cuestionar todo (aunque en cambio, rara vez responde preguntas).

Cadencioso, con un ritmo poético que le da belleza a cada enunciado, este libro nos hace conectar con nuestro niño interior y replantearnos la manera en la que percibimos al mundo.

Hay varios pasajes durante la historia que son luminosos y con los cuales verdaderamente me enternecí, me sentí feliz y hasta melancólico, algunos de ellos son la relación del Principito con los baobabs que crecen en su pequeño planeta, la visita que hace a distintos asteroides o su llegada a la Tierra, un planeta en el que a pesar de su inmensidad, el Principito se siente profundamente sólo.

No obstante, los dos momentos que se me arraigaron en el alma fueron dos. Primero la relación del Principito con su indefensa rosa de cuatro espinas, que puede relacionarse con el amor que se puede llegar a sentir por una mujer, y a la cual, a pesar de sus aires de autosuficiencia y carácter cambiante, el Principito siente la necesidad de proteger, pues es suya y no hay dos como ella en el universo.

El otro momento entrañable es el encuentro del Principito con el Zorro, quien le enseña el dilema de domesticar a otros para enriquecernos la vida y alegrar nuestros corazones, aún con el consabido riesgo de que tarde o temprano lloraremos al desprenderlos de ellas. Esta analogía, creo, hace referencia a la amistad que podemos tener con otras personas o incluso animales.

Cada que me acuerdo o regreso a este libro el corazón me queda en carne viva. Por eso, en cuanto me enteré que una nueva versión de El Principito llegaría a los cines me puse a esperarla pacientemente.

¿Lograría esa película capturar el encanto del libro?

2. Mark Osborne, y su historia con El Principito

Todo aquel que lee El Principito comienza una relación muy personal con este libro. Mark Osborne, director de la cinta animada de El Principito, no fue la excepción. Durante el pasado Festival Pixelatl en Cuernavaca, tuvimos la oportunidad de asistir a la ponencia que dio Mark Osborne y en la que habló de su relación con esta historia.

Todo se remonta a la infancia de Mark, cuando vio Star Wars y esto cambió su infancia. Para ser más específicos, El Imperio Contraataca lo inspiró a dedicarse al negocio del cine.  Las cosas se complicaron cuando aplicó para entrar al California Institute of Arts (CALARTS) y fue aceptado. Para sentirse cerca a él, Kimb, su novia de entonces, le obsequió un ejemplar de El Principito, libro muy especial para ambos.

“Solo se ve bien con el corazón, lo esencial es invisible a los ojos”.

Esa frase, y en general el libro, se convirtió en parte de su relación y en la conexión que ambos mantendrían a la distancia. Con el paso de los años, Mark cumplió su sueño y se dedicó a la animación, consiguiendo incluso una nominación al Oscar tras dirigir Kung Fu Panda.

La primera vez que le pidieron hacer la película de El Principito fue hace 5 años. En ese momento rechazó la propuesta pues conocía a la perfección el libro y sabía que era imposible intentar adaptarla con éxito al cine.

Poco después, Mark y Kimb, quienes ya estaban casados y tenían hijos, realizaron un viaje a París. Ahí, en la tierra natal de Antoine de Saint-Exúpery, la pareja reencontró el amor y nuevamente le volvieron a ofrecer el proyecto.

“Volví a rechazar hacer la película porque no me imaginaba cómo podría hacerlo. Sin embargo, no podía dejar de pensar en ello ni en la cita que me venía acompañando desde hace 25 años: ‘Lo esencial es invisible a los ojos’.

Esa frase fue la que terminó convenciéndome y terminó por convertirse en la base de la película. Descubrí que ya no le podía decir que no”.

Pero ¿cómo lograrlo?

Mark decidió proteger la esencia del libro haciendo una historia mucho más extensa, cuyo corazón y eje central fuera El Principito, pero respetando y blindando la obra original.

“Lo primero en lo que pensé fue en mi pequeña hija, alguien que pudiera conectar con la historia desde un punto de vista muy especial. También pensé en Miyazaki, en su tono, estilo y la forma de conectar con la audiencia. Curiosamente la mayoría de sus personajes principales son femeninos, algo que antes de Frozen no era común encontrar en la animación.

Además El Principito es la película favorita de Miyazaki, así que pensé en hacer algo que a él le gustara”.

En la película se representan dos realidades, las cuales tienen su propio estilo de animación. Cuando se hace referencia a la historia del libro, la animación usada es stop motion con papel, algo que hizo muy feliz a Mark pues desde que estudiaba era muy fan de usar esa técnica.

“La película trata sobre una niña que escucha la historia de El Principito y le cambia la vida, por otro lado está un Aviador que asegura haber conocido a un niño, pero su historia no le importa a nadie porque el mundo se ha vuelto muy adulto”.

De acuerdo a este director, lo esencial en la historia son las relaciones, como la que tiene la niña con el aviador, o la mamá con la niña.

“El mensaje es mantener las relaciones aún cuando no estemos juntos. Hace poco encontré una carta que Kimb me escribió hace 25 años, cuando estábamos por separarnos cuando me fui a estudiar a California. Decía ‘sigue tus sueños, realmente eso debes hacer, te amo y siempre estaremos juntos’. Y terminaba con la frase: Lo esencial es invisible a los ojos.

Al leer eso no pude evitar llorar, ese libro es mágico, ojalá y ustedes encuentren en esta película la misma magia cuando la vean”.

Lo anterior nos da una idea de lo importante que es la historia de El Principito para Mark Osborne, y por lo tanto, la dedicación y compromiso que sentía por hacer de ésta, una película a la altura de ese libro tan indispensable.

3. El Principito encima

Con estos antecedentes fui al cine y vi El Principito. Como ya se mencionó párrafos arriba, la trama de la película no solamente se limita a la historia del libro de Antoine de Saint-Exupéry, sino que de forma paralela nos presentan la historia de una niña que está a punto de entrar a un prestigioso instituto, y para garantizar su éxito, su mamá tiene planeada su rutina de forma meticulosa mediante un calendario donde solamente hay espacio para los estudios.

Ambas se mudan a un nuevo vecindario, y es ahí donde la niña descubre que tienen a un vecino excéntrico, un adulto mayor que tiene una avioneta en su jardín. Con el paso de los días, éste extraño personaje comienza a contarle la historia de El Principito, un extraño niño a quien un aviador se encontró en medio del desierto del Sahara. Es ahí donde ambas historias comienzan a unirse hasta confluir en una sola línea.

Las partes dedicadas a narrar la historia del libro son muy bellas y realmente captan la esencia de los dibujos del propio Antoine de Saint-Exupéry, logrando momentos realmente entrañables, sobre todo para quienes han leído el libro. Imposible no conmoverse en escenas claves, como la primera aparición del Principito, los diálogos con la rosa, y por supuesto, la amistad con el zorro.

Sin duda, usar una animación diferente y más artesanal en estas escenas fue todo un acierto y sin temor a equivocarme, puedo decir que la primera mitad de la película es redonda, entrañable.

En la segunda mitad, en cambio, se toma un riesgo narrativo que a muchos les parece un acierto, y a otros un completo disparate. No se preocupen, no les contaremos de qué se trata, solamente agregaremos que en ese punto la película tiene un poco más de acción y hace que la historia alcance su clímax cuando se nos responde a la pregunta que todos los lectores alguna vez nos hemos hecho: Y después de su encuentro con el aviador ¿qué pasó con el Principito?

Esta película resulta conmovedora y divertida para los niños, aunque me atrevería a decir que son los adultos quienes más la disfrutan, y es que al final esta cinta le habla a todos aquellos que por alguna razón han olvidado a su niño interior y han terminado por darle más importancia a esas cosas de la vida que no son esenciales ni visibles para el corazón.

El final me dejó sumido en una feliz melancolía que sólo pude aliviar asomándome a la ventana y escuchando la risa de las estrellas que brillan en el firmamento.

Aprovechen y vayan al cine a reencontrarse con El Principito, ese personaje al que todos añoramos.

Por @gabrielrevelo

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