Parasite, la película nominada en seis categorías y ganadora de Mejor Guión Original y Mejor Película Extranjera en los Premios de la Academia 2020, es mucho más que una drama/suspenso de humor negro de ficción. Parasite también retrata la historia de cómo viven los surcoreanos dentro de las diferentes clases sociales, y específicamente de las clases sociales bajas. Ellos viven en estos sótanos especiales llamados banjiha y muchos miles de personas tienen ese estilo de vida.
Julie Yoon, una periodista de la BBC Coreana, visitó uno de ellos para platicarle al mundo cómo es la vida de los que habitan estas pequeñas casas. Como es bien mostrado en Parasite, la familia Kim vive en uno de estos semisótanos de poco espacio y poca luz. En la vida real, Oh Kee-Cheol fue el anfitrión de la visita, quien se aventó un “welcome to my crib” y nos enseño a detalle lo que es su vida y las razones que lo llevan a vivir ahí.
El banjiha de Kee-Cheol es tan pequeño, que nos platica cómo se golpeaba en el techo y en algunos escalones cuando apenas se mudaba. Como en el semisótano de la película, desde la calle se puede ver hacia su casa por la única ventana que permite la entrada de luz solar. También nos cuenta que ocasionalmente los jóvenes husmean dentro de su casa, le dejan colillas de cigarro afuera y hasta le escupen la ventana.
Dentro de las muchas aventuras que le deja vivir en ese espacio, una de las más complicadas es su lucha contra la humedad y la expansión del moho en su techo durante el verano. Mientras nos da el recorrido podemos ver que los espacios son diminutos. Su lavamanos es su regadera y su techo es tan bajo que tiene que pararse encorvado para evitar golpearse la cabeza. “Cuando me mudé por primera vez, me salían moretones por los golpes con el escalón en mi espinilla y rasguños en mis brazos por los golpes con las paredes de concreto”.
En Parasite también vemos el otro lado de la moneda: la riqueza absoluta. La familia Park vive en una casa grande y lujosa. Completamente lo opuesto a lo que vemos en el banjiha de los Kim, la casa echa por un arquitecto famoso es de ventanas grandes, mucha luz y espacios abiertos. Pero esto es una realidad para muy pocos habitantes de Seúl, la capital surcoreana.
Lejos de ser un capricho arquitectónico de los edificios de Seúl, los banjiha son un pedazo de historia que retrata la situación política que vivieron con sus vecinos del norte. En 1960 agentes norcoreanos se infiltraron en el sur y hubo muchos incidentes terroristas, por lo que el gobierno ordenó que todas las nuevas construcciones tuvieran sótanos que sirvieran como refugios. Pero mientras los precios de vivienda subieron en los 80, se convirtieron en una opción asequible para miles de personas. Vean aquí la historia completa de estos lugares: