Por: @ruleiro

Vuelta por el universo

Una colección quincenal de cosas que leer, ver, escuchar, comer o evitar.

Roma
Alfonso Cuarón, 2018

Escribo esto 48 horas después de haber visto Roma. Sigo sacudido. Sigo pensando que quiero verla de nuevo, una o dos veces más, para entenderla mejor, para descifrar sus mensajes entre líneas, para examinar todas sus capas, para encontrarle otras lecturas posibles que se alcanzan a vislumbras. Fue lo primero que pasó por mi mente en cuanto empezaron a correr los créditos finales: quiero verla otra vez.

¿Qué es Roma?
Es una película personalísima. Una rodaja de la infancia de su director, escritor, editor y fotógrafo, Alfonso Cuarón, que sin recato cuenta la historia de sus padres, de las empleadas domésticas que trabajaban para su familia, de la intimidad que se crea en entre ese grupo de personas que conviven en una misma casa. En ese sentido es una película específicamente sobre su hogar, pero resulta siendo la historia de muchos otros hogares y de muchos otros trabajadores de estos.

Es también una película sobre nuestra falta de empatía ante quien es distinto a nosotros. Sobre nuestro racismo y sobre nuestro clasismo, y sobre cómo estos males, absolutamente normalizados en 1971, persisten casi del mismo modo medio siglo después.

Alfonso Cuarón durante la filmación de ‘ROMA’.

Es también una película sobre el machismo y en particular sobre el machismo mexicano con sus todos rasgos. Del machismo que lastima de diferentes maneras a mujeres y niños. Del hombre que maltrata, que amenaza, que golpea, que explota, que controla con fuerza bruta y que abandona. De los hombres que fuimos y de los hombres que somos.

Es una película sobre México. Sobre el PRI y su nefasto reinado y su traición permanente a sus gobernados. Sutilmente nos recuerda de la alianza histórica del partido oficial con Televisa. Es una película sobre la represión. Sobre los peligros de los gobiernos represores. Es sobre nuestro pasado y nuestro presente, sobre cicatrices que siguen abiertas y que estuvieron abiertas hace 50 años. Pero también, es una carta amorosa a nuestra ciudad, a la que fue y a la que es. A su belleza terrible. A su espíritu inquebrantable. A su música y a sus ruidos. A su diversidad. A su transformación permanente.

Roma es vértigo. Es poesía. Es la ver el mundo contado por un narrador maestro en plenitud de poderes. Es virtuosismo. Es dolor en la panza. Es llorar como recién nacido sin poder evitarlo. Es cine puro. Es honestidad sin diluir. Es una obra que, estoy seguro, trascenderá. Habrá que esperar a que llegue a las salas, su belleza monocromática merece ser vista en una pantalla gigante, con un sonido espectacular. Esperemos que sus dueños, Netflix, nos lo permitan. No es para verse en tablets, se los aseguro.

‘ROMA’ de Alfonso Cuarón.

Mañanas negras como el carbón
Brett Anderson
Contra, 2018

El cantante de Suede ha escrito un libro y en la superficie no es diferente a otras biografías del rock que hemos leído: un muchacho que crece en un suburbio gris y empobrecido encuentra en el arte una salida que le permite superar su complicado entorno para después conquistar el mundo. La diferencia es que este libro es mucho más. Si bien es cierto que la prosa melodramática y llena de adjetivos de Anderson (no muy lejana a la letras de sus canciones) es a ratos cansada, en general, demuestra ser un buen narrador, emotivo, poético, al que no se le escapan los detalles importantes y brutalmente honesto, empezando consigo mismo.

En la primera parte del libro la música apenas aparece. Es, más bien, sobre un hogar y las batallas que se dan ahí, en ese contexto de carencias —aunque un pobre inglés nunca sufrirá lo que un pobre mexicano—, y de crecer y enfrentar la vida con obstáculos. La segunda parte es sobre la relación de la música con Anderson, desde que se convierte en un entusiasta de otros artistas hasta que descubre su vocación. Y entonces el libro se convierte, involuntariamente, supongo, en otra cosa: una especie de manual para cualquier aspirante a estrella de rock.

Foto: Brett Anderson

El autor reparte sabiduría que no le caería mal a muchos artistas incipientes. Habla del poder de la paciencia, del trabajo que implica encontrar una voz artística, de la búsqueda de la originalidad, de procesos creativos que conducen a crear arte valioso, de las complicidades necesarias con otros músicos. Y no solo eso, incluye anécdotas sorprendentes —como su romance con Justine Frischmann, en algún momento integrante de Suede y posteriormente fundadora de Elastica—, a quien define como uno de los grandes amores de su vida. El libro acaba justo cuando Suede, en 1993, está por cambiar el rostro del pop inglés, a punto de que estalle una nueva revolución juvenil. Me imagino que el segundo volumen será igual de interesante. Por lo pronto este me ha hecho replantear por completo la carrera de una banda que fue importante y a la que los años y las listas de popularidad no le hicieron justicia.

Daredevil (Tercera temporada)
Netflix, 2018

Es increíble la inconstancia de la división de Disney que a cargo de las producciones audiovisuales inspiradas en las historietas de Marvel: pueden presentar series o películas absolutamente terribles, como The Inhumans, que no deben ver por ningún motivo, y obras épicas y grandilocuentes que pese a su claro objetivo comercial resultan bastante entretenidas, como la última de Avengers o la graciosísima comedia llamada Thor: Ragnarok. Y creo que por encima de todos sus productos está la serie de uno de sus héroes mas modestos pero también mas interesantes, Daredevil.

La tercera temporada de la saga de este personaje —de día es el abogado invidente Matt Murdoch, de noche el vigilante con el resto de sus sentidos súper desarrollados de un barrio neoyorquino conocido como Hell’s Kitchen— es tan buena como la primera e infinitamente mejor que la segunda, que francamente resultó un bajón. Regresa uno de sus grandes archienemigos, Kingpin (de nuevo interpretado genialmente por un hinchadísimo Vincent D’Onofrio), y aparece otro con el que estamos sumamente familiarizados los que leemos la historieta, Bullseye.

Los que dirigen la serie han conseguido darle un tono similar al que le dieron grandes maestros como Frank Miller o el cineasta Kevin Smith, quienes durante temporadas se han hecho cargo de escribir la historieta, dotándola de un tono oscuro, reflexivo y profundamente humano, pero al mismo tiempo muy divertida: en la serie abundan hay secuencias de acción largas y espectaculares, evidentemente de altísimo presupuesto.

El reparto, los guiones, la producción, la edición y todo lo demás son de excelente nivel. Y a diferencia de las películas, se puede dar el lujo de tomarse su tiempo para contar una historia, de desarrollar los personajes, de dejar que nos involucremos con ellos. No es gratuito que Daredevil sobreviva mientras que sus series hermanas, Luke Cage y Iron Fist son canceladas.

Todo lo que no sabías que necesitas saber lo encuentras en Sopitas.com

Comentarios