Con las películas de Marvel a todo lo que dan, hoy en día no es extraño que la gente tome en serio este género del cine. Gracias a películas como Iron Man y la Trilogía del Caballero de la Noche, de Warner Bros, los superhéroes han alcanzado un nivel bastante respetable.
Pero antes no era así. Todo eso era cosa de niños o de personas que les hacía falta madurar, aunque alguien maduro es quien toma responsabilidad de sus acciones sin importar sus gustos.
Es por eso que algo como un robot policía era visto como la cosa más absurda del mundo… claro, hasta el 17 de julio de 1987…
¿Qué pasó es día?
Bueno, hace 30 años llegó a las salas de cine la historia de Alex Murphy, oficial trasladado a la caótica ciudad de Detroit, Michigan, nido de corrupción y de los crímenes más brutales en Estados Unidos.
En su primer día, Murphy junto a su compañera Anne Lewis, confronta al peligroso criminal y asesino de policías, Clarence Boddicker. Sin embargo, el heroísmo del oficial no es suficiente y acaba masacrado por los criminales.
Buscando la manera de privatizar la seguridad del país, la empresa multimillonaria, Omni Consumer Products (OCP), hace un trato con el alcalde y se hace con el permiso de derrumbar la corroída ciudad y así, iniciar la construcción de la utópica Ciudad Delta. Sin embargo, la inseguridad de Detroit es inconmensurable, y ni todo el cuerpo policiaco es capaz de mantener el orden.
Después de varios intentos fallidos por crear una máquina eficiente contra el crimen, el joven ingeniero Bob Morton encuentra la oportunidad de su vida al hacerse con el cuerpo de Murphy, transformándolo en un cyborg de combate. A partir de ese momento, Alex Murphy se convirtió en Robocop:
Con tal premisa, nadie creyó que esta película fuera a ser siquiera decente, mucho menos exitosa. Vaya, incluso su director, Paul Verhoeven, creyó que la idea era tan estúpida que tiró el guión a la basura. Pero gracias a su esposa, Martine Tours, quien encontró que la historia daba para hacer una crítica social escondida en una película tan absurda, fue que Verhoeven decidió aceptar el proyecto.
Sí, como Joan Lee, Martine es la verdadera heroína del cuento, ya que sin su apoyo y consejo, Verhoeven no hubiera dirigido la película y sólo dios sabe qué hubiera pasado con Robocop.
Más allá del diseño del grandioso Peter Weller, Robocop se convirtió en un éxito instantáneo y de culto, gracias a su sagaz y puntual crítica de la sociedad estadounidense. Desde la obsesión del consumo y el dinero, hasta las corporaciones codiciosas que buscan privatizarlo todo, Verhoeven era como un niño chiquito con juguete nuevo.
Y si eso no fuera suficiente, el director holandés elevó aún más al personaje al prácticamente convertirlo en un Jesucristo metalizado capaz de caminar sobre el agua… bueno, casi.
Abrazando lo ridículo de la trama y de sus personajes, esta grotesca parodia logró conectarse con casi todo el mundo. Violencia, sexo, corrupción y drogas, y aún con todo eso, sus villanos también son carismáticos.
Y si nos ponemos a buscarle tres pies al gato, la forma en la que funcionan los medios de comunicación en ese mundo tan bizarro sería del completo agrado de alguien cómo por ejemplo… Donald Trump.
30 años después, la crítica social de Robocop no solo sigue resonando, sino que es más puntual que nunca, ya que la inseguridad ha alcanzado niveles extremosos, así como la desconfianza en el gobierno y los medios de comunicación.
En fin, si no han visto Robocop, les aconsejamos encarecidamente que lo hagan. No por nada es una película que ha sido incluida en el catálogo de The Criterion Collection.