Netflix estrenó el documental Britney vs. Spears dirigido por Erin Lee Carr en colaboración con la periodista Jenny Eliscu (AQUÍ el tráiler). Esta producción hace un recorrido breve del ascenso de Britney Spears a la fama, los millones de discos vendidos, la fascinación de la audiencia, y cómo ella se convirtió en el susento de su familia.
Pero también aborda las consecuencias de la popularidad, y sobre todo, revela el acoso de los medios cuyo interés era conseguir la exclusiva a costa de la privacidad e intimidad de la cantante. Sin embargo, en donde ahonda este documental, es en el inicio y desarrollo de la tutela que se ha ejercido sobre Britney Spears desde 2008.
Aquí hay una única conclusión: desde el principio, la cantante no ha podido hablar por sí misma. Es tráfico. La tutela fue y ha sido tan estricta o restrictiva, que Britney no podría librarse. La prueba está en los 13 años que se mantuvo el control y dominio sobre su vida personal, médica, financiera y laboral al grado de que no podía solicitar, ella misma, un cambio de representante legal. Britney nunca ha contado su versión de las cosas.
Britney vs. Spears
Y ese es justo el problema de Britney vs. Spears, Framing Britney Spears y todos los contenidos que han salido en relación al tema de la tutela que se ejerce sobre la intérprete. Todos siguen hablando menos ella; opinan lo que debió haber sido, lo que fue, lo que sintieron y atravesaron. Y lo peor, es que cada uno de las y los involucrados, hablan sobre los sentimientos de Britney.
La periodista que formó parte del equipo de investigación, Eliscu, llora al contar la vez que a escondidas, vio a Britney Spears en un hotel para que firmara el documento en el que solicitaba un cambio de abogado (Samuel Ingham, quien se llevó tres millones de dólares por ser su representante legal). Cuenta que la cantante sentía temor y agradecimiento.
Conocemos al director de fotografía de For the Record, un documental aprobado por la tutela en 2008 para seguir a Britney en su regreso a la músico. Este sujeto lee una carta que Britney le dio para que la leyera en televisión a partir de un reportaje de People donde Kevin Federline dio detalles de su relación. Lo que quería la cantante, según cuenta, era contar su versión de las cosas. 13 años después, se atreve a leer la carta sin el permiso de la cantante. ¿Por qué?
Todas y todos menos ella
Desde hace mucho comprendimos la forma en que privaron a Britney de muchas de sus libertades para relacionarse sentimentalmente, elegir proyectos laborales, usar una tarjeta de crédito, tener visitas o hasta ver a sus hijos. ¿Cuál era el objetivo de exponer una carta así después de tanto tiempo y sin el permiso de la cantante?
Una vez más, escuchamos la opinión de personas en torno a un tema que nunca ha dejado de ser personal e íntimo. La primera vez que la cantante habló por sí misma, en el sentido más literal, fue este 2021 cuando reveló una serie de abusos y violencias que iban desde la nula privacidad, el control total de sus finanzas, hasta la imposibilidad de tener un bebé. ACÁ el anuncio de su compromiso.
Y ojo. No estamos esperando que Britney Spears se enfrente a los mismos medios que la acosaron y persiguieron para contar su historia (una decisión muy personal); sino que deberíamos comprender que estos documentales, forman parte del problema al que se enfrentó desde que perdió la capacidad de tener el control de su vida.
Fuera de esa conclusión, el documental de Netflix no es más revelador que otros ni ofrece una mirada nueva frente a un caso que ha sido público y del que en el último año, se han revelado los detalles más oscuros. Sin meternos en detalles técnicos o la enorme investigación realizada desde hace dos años, no hay mucho qué comentar, sólo la continua exposición de la vida de una persona que no ha podido pelear para que esto se detenga.
Britney Spears comentó sobre el documental
Con la salida de este último documental, Britney Spears fue a sus redes sociales para comentar sobte el contenido. La cantante confesó que vio parte del documental y que surgieron varias dudas respecto a cómo se dieron las cosas y lo que presentan. Incluso, Britney apeló a que se trata de un tema del pasado y hasta fue sarcástica con el tipo de imágenes que aparecieron durante el documental.
Lo que nos hace preguntarnos si esta clase de producciones tienen el objetivo de apoyar de alguna manaera a la cantante (lo dudamos un poco), o sólo buscan generar controversia con la confirmación de algunas partes, y la supuesta revelación de otras.
Y volvemos al mismo punto. Una gran parte de la construcción de Britney vs. Spears se basa en los testimonios de personas ajenas a la cantante (sin importar si alguna vez fueron cercanas). Narran momentos íntimos que tuvieron con ella, ideas que supuestamente ella les compartió, así como sus malestares y tristezas. Mientras ella no confirme o niegue la historia, o cuente su versión, nada debería tomarse por válido, y menos si se trata de la vida personal de una persona.
El problema de la tutela de persona en general
Como les comentamos, Britney vs. Spears es un documental que presenta la investigación que se realizó en años respecto al desarrollo de la tutela. Hay documentos de la corte, reportes médicos, audios, mensajes de texto y entrevistas con personas que alguna vez fueron allegadas a la cantante.
Se abordan los esquemas de la tutela. Es decir, el poder que tenía Jamie Spears para decidir por su hija si se embarcaban a una gira internacional, entraba como juez en The X Factor o daba un concierto (AQUÍ el caso de los VMA de 2007). También se revela el poder de su padre para cancelar sus tarjetas de crédito, utilizar el dinero en bienes personales, y dotar de “privilegios” a Britney (o sea, darle una mensualidad).
En tercer lugar, se revela cómo supuestamente las partes médicas autorizaron el consumo de estimulantes para Britney Spears, sobre todo en sus temporadas laborales más fuertes. Y por útimo, y la parte más complicada, la tutela de persona; es decir, el control del tutor en su vida personal: desde ir por una hamburguesa o manejar, ver a sus hijos, hasta iniciar una relación romántica.
En entrevista con Adam Streisand, uno de los abogados que pelearon por el derecho de Britney Spears para elegir su propia asesoría legal, se menciona algo determinante que muestra un foco rojo no sólo en el caso de Britney, sino las tutelas en general. Siempre se aconsejará que la o el tutor, no sea familiar del tutelado porque puede traer complicaciones en términos personales y/o conflictos de interés.
Streisand, en 2008, aconsejó a la cantante a pelear por un profesional independiente que fuera su tutor o tutora. Este es importante porque se habla de una omisión aparentemente obvia de la corte frente a al inicio de la tutela, su desarrollo y su paso de ser temporal a permanente.
También se habla de un “hueco en el sistema” que deja desprotejidos a las y los tutelados: la imposibilidad de elegir a sus representantes legales. La corte le asignó a un abogado para que la representara fuera de la tutela; sin embargo, es este mismo abogado el que debe solicitar a la corte el cambio de representación legal.
Y no sólo eso. Para que el abogado pueda recibir su pago por la representación del tutelado, el tutor debe aprobar que todo esté en orden. De acuerdo con un tutor profesional, esta es una de las cosas más complejas en las tutelas que se aplican en el país.
El padre de Britney Spears le espiaba todas sus conversaciones, asegura el NYT