Lo que necesitas saber:
El estreno de 'Passages' de Ira Sachs llegó con la controversia de su clasificación NC-17. Así que nos pusimos a reflexionar respecto al significado de estas letras y números y la forma en la que entendemos el sexo en el cine.
La última película de Ira Sachs, Passages, recibió la (infame) clasificación NC-17; es decir, que es para mayores de 17 años. Esta decisión de hacerla NC-17 causó mucha controversia sobre la forma en la que conversamos de sexo en el cine, qué tan realista debe ser y cuál es el propósito de las escenas sexuales.
En el caso específico de Passages (aquí les dejamos nuestra entrevista con el director), la idea de ponerle clasificación NC-17 se liga más hacia los tabúes que existen en cuanto a las relaciones homosexuales que se ven en la pantalla. Pero la controversia es mucho más grande de lo que parece y por acá les iremos contando por partes cómo es que llegamos a este punto.
¿Por qué Passages es clasificación NC-17?
La historia de Sachs nos muestra un triángulo amoroso en el que los protagonistas son un director de cine alemán (Tomas), su esposo británico (Martin) y una maestra francesa (Agathe). A pesar de que Tomas comienza una vínculo íntimo con Agathe que evoluciona hacia algo más formal, no abandona del todo su relación Martin, lo que provoca varios conflictos.
Entre los tres personajes hay encuentros sexuales que, como espectadores, nos ayudan a tener un entendimiento del nivel de intimidad al que llegan: en un sentido físico y pasional que va de las experiencias nuevas y el lazo aparentemente inalterable del amor (o la rutina).
Pero no sólo eso. En el caso del personaje de Tomas, usa su cuerpo para transgredir y obtener lo que quiere tanto de Martin como de Agathe sin asimilar las consecuencias tanto físicas como emocionales. Y esto, por ende, lo hace con el sexo y otros elementos como su ropa o su forma de expresarse.
¿Entonces por qué Passages terminó con una clasificación NC-17? La cosa es que las escenas de sexo en la cinta se han descrito como “explícitas” a partir de su duración, pero sobre todo, creemos, que por el retrato de la intimidad entre dos personas del mismo sexo.
Este, en cualquiera de los dos casos, es un mal que ha perseguido a varias producciones fílmicas a lo largo de la historia. Cuestionamientos que van desde un “¿Qué tan necesaria era esa escena de sexo?” hasta “¿Por qué ver a dos personas del mismo sexo teniendo relaciones íntimas?”.
Pero para entender el conflicto de Passages, el cual se ha repetido en títulos tanto independientes como de corte más comercial, hemos de hablar un poco de la historia de la clasificación NC-17 y el entendimiento del sexo en el cine con el paso de los años (con especial atención en la actualidad).
La llegada de las clasificaciones al cine (y a Hollywood)
The Motion Picture Production Code, también conocido como Hays Code, fue una especie de reglamento que se estableció en Hollywood desde la década de los 30 hasta finales de los 60 y que prohibió en las películas los temas o las expresiones relacionadas al sexo, violencia o lo que se consideraba profano. Es decir, crímenes, relaciones íntimas, religión o excesos.
Algunas pautas rayaban en la censura, causando un conflicto entre los creadores y las mismas audiencias. Por lo que para el 68, se empezó a hablar de “clasificación” para meter las películas en categorías a partir de qué tan aptas eran para un público infantil. Fue así que en 1968, la Motion Picture Association of America, implementó las clasificaciones G, M, R y X.
La G era para todo tipo de audiencia; la M venía con una advertencia de discreción; la R ya era más subida de tono y aceptaba menores de 16 años siempre y cuando estuvieran acompañados por un adulto; y la X era la más severa, pues no se aceptaban espectadores de menos de 16 años.
Con el paso de los años, los parámetros de cada una se fueron modificando, por ejemplo, en cuanto a la edad. Pero la que siempre causó más conflicto fue la X, pues integraba en una misma clasificación cintas cuyo tono artístico era diferente; es decir, un película que hiciera comentarios sociales sobre la pobreza frente a algunos títulos de cine de explotación, incluso porno.
Películas como Midnight Cowboy (1969) de John Schlesinger, con el protagónico de Jon Voight y Dustin Hoffman, recibió clasificación X, y se convirtió en la primera y única cinta en llevarse el Oscar a Mejor Película bajo esta clasificación. AQUÍ otros datos de películas y los Oscar.
El problema con esto es que en algún punto, las películas de clasificación X se consideraban de entrada tan controversiales, que se prohibieron. Los estudios no las querían hacer, y si se armaban, ya no las querían promociona. r. ¿Se imaginan que La naranja mecánica (1971) de Stanley Kubrick no hubiera salido en cines por ser clasificación X?
El “nacimiento” de la clasificación NC-17
Digamos que, en algún punto, la situación con las cintas X era insostenible. Si el objetivo de las clasificaciones era distinguir las películas, lo único que sucedió, sobre todo con la clasificación X, fue relegar el género y la narrativa de la cinta, centrándose únicamente en aspectos como el contenido sexual o la violencia.
Fue así como muchas películas optaron por aparecer como “unrated” o sin clasificación. Pero muchas cintas que sí obtuvieron la X, quedaron catalogadas en un limbo en el que no se consideró su valor artístico, ni su importancia dentro del género o su impacto tanto fílmico como social.
Fue así como en los 90, la clasificación X evolucionó hacia la NC-17… que básicamente es lo mismo, pero con una intención (al menos en el discurso) de no “discriminar” las películas que presenten algunas temáticas o narrativas que estén “subidas de tono”.
Pero a la fecha, la idea es la misma entre el X y la NC-17. Ahora comprendemos la importancia de una Midnight Cowboy y lo subversiva que fue. Tal cual, es una de las mejores cintas en la historia del cine en cada uno de sus aspectos: la crítica social, la conversación sobre la pobreza, el trabajo sexual, la masculinidad o incluso la soledad. Es una genialidad.
Y así hay grandes cintas en la actualidad que ahora son NC-17, y que por la clasificación, no reciben la atención que merecen. Ese puede ser el caso de Passages de Ira Sachs, la cual es una de las mejores películas del cineasta, y una de las más importantes de este 2023.
Pero la clasificación funciona como una sombra en la que la conversación se centra en “qué tan largas son las escenas sexuales” o “por qué vemos a dos hombres teniendo sexo de manera tan intensa”, en lugar del gran guion que desplegó Sachs con un drama devastador sobre la responsabilidad que cada individuo respecto a sus emociones y decisiones.
¿Qué sucede con el cine en la actualidad?
Lo que sucede con el cine en la actualidad, en relación a los aspectos sexuales en una trama, es que surge una pregunta que no obedece a la historia y su desarrollo, sino a la brújula moral de los medios, los distribuidores y las audiencias: ¿Las escenas de sexo con necesarias en las películas? o ¿cuál es el propósito de un encuentro sexual en una película?
Las respuestas pueden variar, y quizá lo más básico sería responder que el sexo en pantalla debe estar en función de la historia. ¿Pero no acaso el sexo es parte de la cotidianidad?
Si volteamos al cine más comercial, resulta lamentable cómo se ha tratado el sexo en pantalla. Por ejemplo, Marvel tiene más de 30 mega producciones y sólo una película tiene una escena de sexo que, por decir lo menos, fue bastante criticada por aquel “qué tan necesario era”.
Independientemente de que a Eternals le haya ido tan mal en taquilla/streaming y en críticas, la escena no es nada escandalosa, y muestra a dos personajes (superhéroes) en una relación de miles de años que se aman. ¿Por qué no habrían de intimar de esa manera?
O les va otra. Christopher Nolan es uno de los directores más importantes y destacados del siglo XXI, y en toda su filmografía, sólo encontramos una escena de sexo. Se trata de Oppenheimer, y a pesar de la magnitud de la cinta en todos sus aspectos como el trabajo de Cillian Murphy, la edición de sonido o la fotografía (por mencionar algunas), parte de la conversación se centró en esa escena.
Ahora bien. Los señalamientos hacia esa escena no partieron del lugar que los personajes femeninos suelen ocupar en las cintas de Nolan. Sino en lo “escandalosa”… como si los científicos no tuvieran sexo o como si nadie hubiera tenido sexo leyendo un libro sagrado como el Bhagavad Gita y en sánscrito.
Es más. Hubo menos conversación sobre las escenas sexuales no simuladas de Nymphomaniac (2013) de Lars von Trier que lo que pasa en Oppenheimer. Quizá esto sucedió por el tamaño de la producción, el toque comercial de la segunda frente a la primera o incluso el nombre del director.
¿Pero entonces qué es lo que nos escandaliza del sexo en el cine? El escándalo nos hace pensar que viene de un espacio inocuo y no del valor que la escena le otorga o no a la historia y el desarrollo de los personajes. ¿Ustedes qué opinan?