Cuando empezamos a ver el primer episodio de Estación once (Station Eleven por su título en inglés), de manera inmediata nos pareció algo insensible. Esta serie original de HBO Max nos muestra el inicio de un mundo consumido por una pandemia derivada de una gripe.
Verán que el inicio es igual que el de los demás: los noticiarios no saben qué informar, los hospitales se atascan con personas enfermas, las personas inundan las tiendas, la gente comienza a morir y el mundo empieza a destruirse de a poco. Nada nuevo, y por más doloroso que parezca, nada que desconozcamos bajo las circunstancias actuales.
La nueva variante ha traído caos: vuelos cancelados, celebraciones que se atrasan, más contagios, nuevos síntomas. Una vez más, el pánico de la incertidumbre: ¿cuándo se va a terminar esto? O peor aún, ¿algún día se terminará? La respuesta de Estación once es lo que la diferencia del resto de producciones que abordan el tema. Y acá les explicamos bien de qué va.
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Estación once
Estación once tiene como protagonista a Kirsten, una niña de ocho años que participa en la puesta en escena de King Lear protagonizada por Arthur Leander, una gran estrella de cine que le entra a Shakespeare. La serie inicia con uno de los actos en los que Arthur se empieza a sentir mal. En medio del espectáculo, tiene un infarto y muere.
Jeevan Chaudhary, quien formaba parte de la audiencia (y es un periodista desempleado), es el primero en notarlo, y cuando corre al escenario, ya es muy tarde. Arthur muere y Jeevan, cuestionado por la policía, se encuentra con Kirsten, quien ha sido abandonada por su cuidadora (maldita Tanya), por lo que decide llevarla a su casa en una noche fría de Chicago.
Mientras viajan en el metro, Jeevan recibe una llamada de su hermana, doctora de un hospital que está a punto de reventar por los nuevos casos de la misteriosa gripa. ¿Su consejo? Ir al departamento de su hermano Frank, encerrarse y no salir. Cuando los padres de Kirsten no responden el teléfono, Jeevan se la lleva a casa de su hermano.
A partir de ahí, el año 2020, comienza la cuenta del fin de las cosas para algunos, pero el inicio de otros. Dos años después del “Día cero” hasta llegar a 2040 donde Kirsten ya tiene 28 años, no deja de pensar en Arthur y desearía encontrar a Jeevan. ¿Pero qué pasó en ese tiempo?
No es una serie de supervivencia
Como les platicábamos el inicio, Estación once no es como otras series post apocalípticas que se centran en la capacidad física de supervivencia de las y los sobrevivientes. Ya saben, la forma en la que se unen en grupos que aprovechan la vulnerabilidad de otros para adquirir poder, o bien, la soledad.
Estación once no se enfoca en esto, sino en el espíritu humano y las maneras que tiene de superar las adversidades a través del arte. Kirsten se une desde niña a una compañía de actores y músicos viajeros que recorren el país entre estaciones (artísticas) para interpretar obras de Shakespeare.
Con este grupo reconocemos cómo la civilización se ha formado ante el colapso de los gobiernos. Kirsten forma parte de aquellos que nacieron antes del Año Cero; pero también conocemos a los que nacieron después y desconocen los artefactos “del pasado”. Una de ellas toma un iPhone y cree que es extraordinaria la idea de poder hablar con alguien que está a miles de kilómetros de distancia.
Para la chica joven, es algo extraordinario. Pero ninguna de las dos lo tiene. ¿Qué significa para nosotros? Nada, lo tenemos, y no significa nada. Dejamos de pensar que esa tecnología que nos permite comunicarnos, es extraordinaria.
Lo mismo sucede con cualquier otra actividad que antes de la pandemia asumimos como normal y cotidiana, pero que ahora ya no existe o añoramos. El contacto con otras personas, la pérdida de amigos y familiares. Lo que antes era común, ahora forma parte del pasado y quizá nunca tome la misma forma.
