Existen películas autobiográficas y existe Poesía sin Fin, el más reciente filme de Alejandro Jodorowsky (Tocopilla, Chile, 1929), aclamado, famoso, repudiado, adorado, controversial (la lista podría seguir) director chileno.
El año pasado, con 86 años, decidió probar suerte por primera vez en el crowdfunding y realizó un campaña de recaudación de fondos en Indiegogo para su última obra.
¿El resultado? $332,162 dólares, o algo así como 6 millones de pesos, que lo ayudaron a producir su segunda película en 3 años después de un hiato de 23.
Poesía sin Fin es para muchos un acto de psicomagia, método (sin ninguna base científica) desarrollado por el mismo Jodorowsky, cuya premisa es que el inconsciente toma los actos simbólicos como si fuesen hechos reales. Así un acto mágico-simbólico-sagrado (psicomágico) podría modificar el comportamiento del inconsciente y, si éste se realiza correctamente, podría ayudar a sanar ciertos traumas psicológicos.
Dicho lo anterior, este film autobiográfico –que retrata los años de adolescencia y adultez de Alejandro Jodorowsky (interpretado por su hijo Adan) y la difícil relación con su duro padre (representado por su hijo Brontis)– es de alguna manera un acto de psicomagia; un acto mágico-simbólico-sagrado que tal vez busca sanar, a sus 87 años, su alma de aquellas lesiones paternales que tiene.
Para otros, esto es un relato de recuerdos de una infancia lejana, apoyado en el teatro, la psicología y la poesía, ramas que sostienen el legado artístico de Jodorowsky y le han dado forma a su carrera.
La historia comienza con un joven Alejandro que decide ser poeta, aun cuando su padre quiere que él sea médico y tenga una mejor vida que la suya (deseo recurrente en muchos padres, ¿no?). Un rompimiento con su árbol genealógico lleva a un joven Alejandro a huir de su casa. Gracias al destino –como un acto de magia– conoce a Stella Díaz Varín, Enrique Lihn y Nicanor Parra, entre otros, que en su momento solo eran jóvenes buscando ser artistas y que a la postre se convertirían en pilares de la literatura moderna latinoamericana.
Poesía sin Fin es un festín visual gracias a la propuesta de Jodorowsky; el hermoso diseño de producción de Pascale Montandon-Jodorowsky, esposa de Alejandro; y la visión del director de fotografía Christopher Doyle, el rebelde fotógrafo de 2046 de Wong Kar-Wai.
Esta es una película que para muchos podrá ser una obra confusa, casi surrealista pero no deja a un lado la teatralidad, la propuesta onírica y la magia de Jodorowsky, quien celebra su vida a través de sus hijos y nos muestra lo que está dentro de su mente poética.