No hay ningún beneficio que pueda surgir del porno. No sólo hablamos de la presencia cero realista de los cuerpos entre pieles tersas, vaginas rosadas y penes enormes, sino también de cómo la industria del sexo se mantiene entre la pornovenganza y las descripciones cada vez más gráficas de violencia sexual.
Es decir, que la conversación ya no sólo se centra en cómo la pornografía se convierte en la primera entrada al sexo, sin una educación sexual previa ni formal que nos revele, antes de llegar al acto, sobre la imposibilidad de imitar las posiciones o la duración de las relaciones sexuales que mantienen las estrellas en los videos.
Las consecuencias, a diferencia del porno, se mantienen en la intimidad de nuestros hogares, y por eso no hablamos tanto de ellas. Pero aún no dimensionamos cuánto afecta nuestra sexualidad y el desarrollo de las relaciones de pareja.
Y eso no es lo más grave. La desensibilización frente a las formas en las que se perciben a las mujeres y algunas minorías, por parte de los hombres, quienes de acuerdo con algunos estudios, buscan con mayor regularidad contenido que sea más explícito y con prácticas más violentas. Además los consumidores, con el fácil acceso, son cada vez más jóvenes.
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El porno en las ficciones
Así es como ninguna ficción sobre la industria del sexo, puede llegar a ser más cruda frente a la pornografía misma. Los intentos de presentar de formas realistas el detrás de cámaras del porno, surgen en vano frente al contenido que consumimos. Funciona de la misma manera que las descripciones de violencia en guerras, conflictos armados o el ascenso del crimen.
La diferencia que marca la pornografía con los ejemplos mencionados, es que la percibimos desde nuestra intimidad, irónicamente, al exponer nuestros cuerpos. ¿Las mujeres hemos de reducirnos a objetos sexuales?, ¿los hombres deben vernos de esa manera para disfrutar de un encuentro sexual?
Los documentales muestran los aspectos más oscuros de la pornografía entre el complicado ascenso a la fama, lo efímera que esta puede ser, y lo que las estrellas porno deben aceptar para mantenerse en lo más alto y en verdad percibir un beneficio económico.
En cambio, las ficciones utilizan el porno como pretexto para desarrollar historias que se alejan de esos problemas y conflictos. Y no es que estén mal, hay grandes cintas cuya base es la industria del sexo tales como Boogie Nights explorando sus inicios o Lovelace sobre la primera cinta porno que se convirtió en un éxito comercial.
Pero como mencionamos, ninguna puede ser tan realista como el porno mismo. Y por eso creemos que es interesante la propuesta de Ninja Thyberg en Pleasure (2021). Esta película no intenta imitar los videos porno, sino que pone sobre la mesa una conversación que había pasado de largo: el consentimiento y la inexistencia de los límites para las mujeres.
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Pleasure
Pleasure tiene como protagonista a Bella Cherry (Sofia Kappel), el nombre artístico de una chica sueca que viaja a Los Angeles para convertirse en una estrella porno. Contacta a un agente que la lleva a una cosa donde hay otras actrices como Joy, interpretada por Zelda Morrison, una actriz porno.
Casi de manera inmediata, recibe su primera oportunidad en un video “simple”. Pero al tratarse de su primera vez en un set, y sin reconocer las dinámicas, dice que no lo puede hacer, recibiendo un trato bastante duro del director. Sin embargo, se convence a sí misma para empezar un recorrido tortuoso, discriminatorio y cruel.
Es así como descubre a Mark Spiegler (quien se interpreta a sí mismo) el agente más top en la industria que convierte a “sus chicas” en estrellas de manera inmediata. Pero también es conocido porque sus talentos no ponen límites. Es decir, hacen lo que sea.
Bella Cherry intenta que Spiegler la firme, pero este la rechaza porque no tiene experiencia. Entonces, para comenzar a generar interés del agente, acepta varios trabajos que muestran lo vulnerable de su posición en un set. *Hay una escena bastante fuerte en la que llega a un set para filmar un video hardcore con dos hombres que a su llegada son dulces y condescendientes, pero cuando comienzan a filmar, se convierte en una tortura.
¿Pero no acaso el resultado final es lo que consumimos en las plataformas porno?
¿Por qué es interesante?
Pleasure fue primero un cortometraje antes de convertirse en una película. Se filmó en 2018, pero tardó muchos años para que por fin pudiera estrenarse tras su paso por el festival de Sundance en 2021. Actualmente, la podemos ver en el catálogo de MUBI en México y algunos países de Latinoamérica.
Los derechos de distribución los que había adquirido A24, pero surgieron algunos conflictos con el resultado final de la cinta. La cosa es que querían que la película se modificara y removieran algunas escenas explícitas (ahorita vamos a eso), pero la directora se resistió hasta que llegó NEON y dijo que ellos tomarían el filme para sacarlo con la visión original de Thyberg.
Con esto entendemos, antes de ver la película y considerando la trama, que es una cinta fuerte. Pero han de saber que en ningún momento vemos genitales o las relaciones sexuales de manera explícita en un intento de causar shock en la audiencia.
Lo que hace tan interesante y fuerte a Pleasure, es la crueldad con la que las actrices porno son tratadas antes de que se empiece a filmar la película (no se diga el durante). Se mueven en una industria que aparenta reconocer el consentimiento, pero es todo lo contrario.
En Pleasure vemos cómo se filman algunas escenas de los videos sexuales, pero no necesariamente el sexo, sino el preámbulo, y reconocemos que es bastante perturbador entre el recibimiento de una actriz como Cherry en el set, y la respuesta de los hombres en posiciones de poder ante una negativa.
La película se mantiene en la delgada línea entre ser una crítica que nos plantee la negación del porno, pero de ninguna manera es porn positive. Se fija un objetivo, y es hablar de las relaciones de poder, que son muy claras cuando hablamos de sexo, y el consentimiento, que es cero claro cuando hablamos del mismo tema.
Retrata muy bien que la idea de poner límites no existe en la industria del entretenimiento para adultos porque si una mujer los pone, entonces nunca podrá ser exitosa. Y lo que sucede de manera explícita en el prono, es lo que sucede en la oscuridad en la industria del entretenimiento (el caso de Harbey Weinstein).