Es cliché, e incluso cursi, decir que en la vida hay pocas cosas como una amistad, pero no por eso deja de ser cierto. A veces las amistades nos pueden llevar a rumbos insospechados, a aventuras extraordinarias o a proyectos increíbles, para el caso de este par de amigos, que llegaron a crear uno de los estudios de animación más reconocidos en la historia del cine, todo comenzó con en una parada de autobús.

“Recuerdo la primera vez que hablamos. Fue mientras estaba esperando en una parada de autobús, después de que la lluvia se había detenido, dejando charcos en la calle. Él parecía un joven tranquilo y sabio. Recuerdo cómo me miró fijamente”, así recordó Hayao Miyazaki el primer encuentro que tuvo con Isao Takahata, co fundadores del Studio Ghibli y, sobre todo, amigos de toda una vida, en la ceremonia de despedida que se celebró en honor a Takahata esta semana.

Ellos se conocieron hace 55 años, cuando Miyazaki tenía 22 y Takahata 27, ese encuentro los llevó a consolidar una amistad que después se convertiría en la casa de películas como La Tumba de las Luciernagas, Mi Vecino Totoro, El Viaje de Chihiro El Cuento de la Princesa Kaguya.

“Creí que viviría hasta los 95 años, pero desafortunadamente falleció. Lo que me hace pensar que mi tiempo también es limitado”, dijo Miyazaki. “Hace nueve años recibimos una llamada de su doctor pidiéndonos, a sus amigos, que le dijéramos que dejara de fumar. Sonaba serio, así que Toshio Suzuki (productor y co-fundador de Ghibli) y yo hablamos con él. Esperaba que peleara con nosotros, pero nos agradeció y dijo que lo dejaría. Algo que realmente hizo”.

Desafortunadamente, Takahata falleció el pasado 5 de abril, víctima de cáncer de pulmón. Estas palabras que Miyazaki ofreció en una ceremonia efectuada en el Studio Ghibli son las primeras en las que habla a profundidad al respecto, ya que tras la noticia del fallecimiento de Takahata, se limitó a decir “Aún no me acostumbro a este sentimiento“.

Para finalizar su discurso, muy conmovido, el director de La Princesa Mononoke dijo: “Gracias, Paku-San [el apodo de Takahata] por hace 55 años hablar conmigo en esa parada de autobús. Nunca lo olvidaré“.

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