La idea de este Vagando con Sopitas.com surgió de la curiosidad. Supongo que no soy el único que alguna vez se ha detenido a mirar los íconos de las estaciones que conforman el Metro de la Ciudad de México intentando averiguar su significado.
Hace un par de años este ejercicio me llevó a investigar que había detrás del nombre e ícono de la estación Etiopía, y a encontrar una gran historia que pueden leer dando clic aquí.
Ahora, movido por una duda similar, ahondé en la silueta del mamut que caracteriza a la estación Talismán de la línea 4 del metro. Como resultado me topé con los vestigios de unas criaturas inmensas y majestuosas que hace miles de años habitaron nuestro país.
Talismán de buena suerte
En 1978 se realizaban los trabajos de construcción de la que sería la línea 4 del Metro, de la Ciudad de México. En las excavaciones se descubrieron los restos de un pequeño Mammuthus archidiskodon. Una especie perteneciente a los mamut que habitó en la parte norte del continente en la época del Pleistoceno.
Aunque no se encontraba completa, la osamenta fue sometida a trabajos de preservación tras su hallazgo. Este suceso motivó a que la estación fuera identificada con la figura de un mamut.
Se le bautizó como “Talismán”, pues además de que por ahí pasa una calle del mismo nombre, en varias culturas del mundo consideran a los elefantes como un talismán de buena suerte. Sobre todo si tiene la trompa hacia arriba (al igual que el mamut del ícono de la estación).
La estación Talismán fue inaugurada el 29 de agosto de 1981. Los restos del mamut se trasladaron ahí para ser colocados en un foso protegido por un domo.
Un México inimaginado
¿Alguna vez se han puesto ha pensar cómo era nuestro país en una era tan antigua como la Cenozoica?
Es fascinante pensar que hace unos 12 mil años la llamada Cuenca de México se conformaba por varios lagos. Alrededor éstos vivían especies (la mayoría extintas actualmente) como tigres colmillos de sable, dromedarios, llamas y alpacas, armadillos gigantes, megaterios, bisontes, mastodontes y mamuts.
Estos dos últimos -quizá los animales más poderosos y espectaculares de la época- eran cazados para alimentarse por los antiguos habitantes de la región.
Ese pasado que a la mayoría nos resulta tan poco conocido, permaneció oculto durante miles de años. No fue hasta la época de la colonia cuando varios cronistas empezaron a reportar el hallazgo de huesos descomunales encontrados en diversas regiones de la Nueva España. En su momento los pobladores las atribuyeron a una raza desaparecida antes del diluvio universal.
Fue hasta el siglo XIX cuando se realizaron los primeros estudios científicos y publicaciones sobre estos restos y se concluyó que eran mamuts.
Mi primera vez frente a un mamut
Nunca, al menos no que yo recuerde, había tenido la oportunidad de estar frente a los restos de un mamut. Por eso, en cuanto supe que uno de estos animales legendarios se encontraba dentro de una estación del metro quise ir a verlo con mis propios ojos.
Confieso que mis expectativas no eran altas, pues las fotos que había encontrado en internet sobre el dichoso mamut eran poco claras. y sólo mostraban unos huesos sobre un montón de tierra. Aquello se veía muy poco atractivo.
La estación Talismán se encuentra sobre ampliación San Juan de Aragón, en la delegación Gustavo A. Madero, al norte de la Ciudad de México. Aunque este rumbo puede resultar lejano, el metro hace que la distancia no parezca tanta. Si bien hay que hacer un par de transbordos, la experiencia de andar por nuevas estaciones, o que no frecuentamos tan seguido, le da un toque especial a esta aventura.
Parece mentira, pero dentro del mismo metro las líneas y estaciones ofrecen escenarios muy diferentes, y darse la licencia de ir por nuevos rumbos es como hacer turismo sin salir de la ciudad.
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La estación Talismán, a eso de las 3 de la tarde de un martes cualquiera, luce casi abandonada. Algo comprensible pues se trata de una de las estaciones con menor afluencia de la ciudad.
Aún así, el toparme con el ícono del Mamut en cada rincón de la estación me entusiasmó.
Tras un par de minutos buscando, finalmente divisé a lo lejos un domo transparente. Me acerqué y me topé con esos restos del mamut. Contrario a lo que sugerían las fotos que había encontrado en internet, el tamaño de aquel ejemplar era de un tamaño considerable. A pesar de estar incompleto, podía apreciarse perfectamente su forma.
Lamentablemente el plástico del domo se ha ido rayando y luce opaco, lo que impide apreciar con lujo de detalle al mamut. Por consiguiente las fotos no salen tan bien como uno esperaría. Sin embargo, eso no le resta el impacto a estar ahí por primera vez.
En contraste a mi emoción, la gente que pasaba por ahí apenas y parecía reparar en ese vestigio que me tenía tan cautivado. ¿En qué momento el mamut pasó de ser el rey de estas tierras, para quedar en el olvido?
Los gigantes que siempre han estado
Podría decirse que México es un inmenso cementerio de Mamuts. Contrario a lo que piensan muchos, los restos de estos enormes mamíferos se encuentran prácticamente a lo largo de todo el territorio nacional.
En los últimos cincuenta años, estos enormes gigantes han ido emergiendo gracias a las obras y construcciones que se realizan en distintos poblados y ciudades. Salvo Tabasco y la península de Yucatán, el resto de México cuenta con vestigios de su presencia, principalmente en zonas lacustres con antecedentes de presencia humana.
Santa Isabel Ixtapan, en el Estado de México; Fresnillo, Zacatecas; Valsequillo, Puebla; Chapala, Jalisco; o El Cedral y Río Verde, en San Luis Potosí, son algunos ejemplos.
Uno de los yacimientos más importantes de restos de mamut, y en general de fauna del Pleistoceno Tardío se encuentra en Tocuila, Estado de México, donde tiempo atrás había una desembocadura de río que daba al Lago de Texcoco. Fue descubierto en 1996 cuando se realizaban excavaciones en un terreno particular para instalar una cisterna. Desde entonces la zona ha sido visitada por investigadores de mamut de todo el mundo.
En ese lugar se han encontrado huesos pertenecientes a mamuts de distintas edades que vivieron hace 11 mil años. Estos descubrimientos pueden ser apreciados en el Museo Paleontológico de Tocuila, que abrió sus puertas en el 2001 con ayuda del municipio, el INAH, la Universidad de Chapingo y la embotelladora Pascual.
Otros museos del país donde se exhiben restos de mamut son el Museo Regional del lNAH, en Guadalajara; el Museo Paleontológico de Ciudad Delicias, en Chihuahua; y el Museo de El Obispado, en Monterrey.
Mamuts en la ciudad
Como se mencionó, la Cuenca de México (y sobre todo los alrededores del Lago de Texcoco) es donde más restos de mamuts se han encontrado. Esto en la colonia del Valle, cerca de los Viveros de Coyoacán, o en la zona norte de la Ciudad de México, así como en municipios colindantes del Estado de México, como Ixtapaluca, Tepexpan o Tlanepantla.
De hecho, de todas las localidades en las que se han encontrado restos de Mamut, más de la mitad se encuentran en la zona centro del país. En el caso de la ciudad, muchos de estos huesos colosales han sido hallados mientras se construían líneas del metro o edificios.
Con tantos y tan frecuentes hallazgos, me propuse buscar los restos de otro mamut en la Ciudad de México. Me enteré que en el Museo Arqueológico de Xochimilco exhiben costillas, molares y tibias. Aunque mejor opté por ir al Museo de Geología de la UNAM, donde me dijeron, cuentan con los huesos más espectaculares de mamut.
Este bello edificio fue inaugurado en 1906 y actualmente reúne una de las colecciones geológicas más importantes del país. Se ubica en Jaime Torres Bodet 175, en la Col. Santa María La Ribera (enfrente del Kiosko Morisco).
Sólo basta acercarse a la entrada, para ver a lo lejos, en el vestíbulo del edificio, un colosal mamut.
Este esqueleto de 4 metros fue encontrado en 1926 en el kilómetro 16.6 de la carretera México-Puebla. Fue exhibido en el Museo de Historia Natural del Chopo hasta 1958. 11 años después, el biólogo Ángel Silva Barcenas lo rescató pues por el paso del tiempo los restos habían sufrido daños y estaban mal conservados.
Tras los trabajos de restauración, las piezas que no pudieron recuperarse fueron suplantadas por las de 12 mamuts de la misma especie, que fueron encontrados en diferentes estados de la república y que permanecían almacenados en la bodega del museo.
El esqueleto, tal y como se encuentra ahora, fue montado en el Museo de Geología por el biólogo Ángel Silva Barcenas, donde se exhibe desde noviembre de 1973.
Esos huesos por fin me permitieron darme una idea de las dimensiones y poderío que tenían los mamuts.
Durante muchos años crecí escuchando cosas de ellos, primero en la escuela, luego en libros y películas. No obstante, nunca me había tomado el tiempo de buscar la huella que han dejado en nuestro país.
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Descubrir que los rastros de un mamut se encuentran exhibidos permanentemente en una estación del metro, y saber que bajo nuestros pies probablemente haya más huesos de estos animales, no sólo fue un hallazgo, sino toda una oportunidad de acceder a una parte poco conocida de nuestra historia.
Después de mi visita a estos dos mamuts, me sabe distinto recorrer las calles de esta ciudad en donde ahora sé, antes de nosotros caminaron unas criaturas enigmáticas y poderosas.