El día de hoy murió el arquitecto y pintor Teodoro González de León a los 90 años de edad.
Un artista en toda la extensión de la palabra. Sus obras de estilo contemporáneo son símbolo de la modernidad en la Ciudad de México. Él marcó la pauta en la arquitectura mexicana, pasando de edificios tradicionales a diseños que poco se habían visto.
Entre sus edificios más destacados podemos disfrutar del Museo Rufino Tamayo, La estructura conocida como Reforma 222, el edificio del Poder Judicial de la Nación, colaboró para el Auditorio Nacional, la Casa Matriz del Fondo de Cultura Económica entre otros.
Su talento fue tan grande que hasta a Nueva York, llegó. Algunas de sus obras se mostraron en el edificio Moma, de arte moderno en la Gran Manzana.
Fue uno de los defensores en un inicio del Movimiento Moderno, en los años cincuenta. Gónzalez de León señaló a Letras Libres que estos principios no funcionaban para la realidad del país y no resolvían temas como la carencia de vivienda. Jamás quiso inmiscuirse en problemas políticos y de vivienda, sólo quería hacer arte.
No creo que los arquitectos tengan ese papel; es el papel de la política de vivienda. Es la política la que puede hacer que los arquitectos se involucren para concebir vivienda económica con creación e innovación. Las instituciones, sin embargo, no entienden esto.
Asimismo, tenía una gran forma de ver lo que conocemos como monumento. Él quería que se le llamara de otra forma.
“No me gusta la connotación de monumento. La palabra monumento congela. Mejor: punto de atracción”.
Su obra hasta fue reconocida con el Premio Nacional de Artes en el año de 1982. Y sí, sus estructuras son obras de arte, mismas que salían de la cotidianidad y una forma de diseño ‘funcional’.
“Con el tiempo mis definiciones han variado. Quiero que mis edificios sean un punto donde algo gire, irradie. No sé si lo he conseguido… “
Su atrevimiento en formas y líneas lo llevó hasta a dudar de su capacidad, misma que nos mostró una y otra vez. Ahora, con su partida, ese temor queda atrás y nos deja edificios que son parte de la cultura mexicana.
“Creo que mis edificios se han portado más o menos bien con los años. Tal vez persiste el miedo a que el siguiente no me salga. Cada vez pienso con más frecuencia que “este no me va a salir”. “