Estrena en cines Las hijas de Abril (Franco, 2017), la última película de Michel Franco, ganadora del Premio Especial del Jurado dentro de la sección Un certain regard en la pasada edición del Festival de Cannes. Con esta primera oración sé que muchos de ustedes ya están pensando cosas como “qué hueva”, “pinche película seguro está lentísima”, “me voy a dormir”, pero les prometo que si algo no les va a dar al ver Las hijas de Abril es hueva.
Entiendo muy bien que el cine mexicano se mueve, en su mayoría, en dos grandes cauces, el primero, la taquillera comedia romántica que a muchos gusta y a muchos ya aburrió, aunque siguen siendo –según los números– más las personas que disfrutan de este tipo de cine, cuyo principal cometido es el de entretener. El segundo, un cine hiperrealista que cuenta con detalle la injusticia, violencia, inseguridad y desigualdad que predominan en nuestro país. Ambos géneros son sumamente válidos porque el cine debe contar todo tipo de historias.
Sobre esto, en últimos años no deja de pasar por mi mente que hemos hecho a un lado esas historias de gente “normal”, que no vive en las comedias aspiracionales y clasistas, ni en las historias de los ricos contra los pobres, la “gente bonita” contra los feos, pero tampoco de personas en situaciones marginales, cuya vida gira alrededor de la violencia, que es obvio que existe pero que muchos no desean ver cuando van al cine, repito, según los números. Extraño comedias como Sexo, pudor y lágrimas de Antonio Serrano o Cilantro y perejil de Rafael Montero. Películas que en mi opinión, narraban la vida de personas “normales”.
Y eso hace Franco en Las hijas de Abril: retrata a una familia normal, imperfecta, llena de sentimientos y carencias, que lo único que busca en la vida es sortear los problemas que ésta le impone y buscar lo que cada uno cree que es la felicidad.
Valeria (Ana Valeria Becerril) y Clara (Joanna Larequi) son dos hermanas que viven solas en una casa a la orilla del mar. Valeria a sus 17 años está esperando un hijo y aunque el padre se quiere hacer cargo, ambos adolescentes no dimensionan las responsabilidades que se les avecinan. Conforme se acerca el día del parto, Clara sabe que debe tomar cartas en el asunto y llama, a las espaldas de Valeria, a Abril –su madre– porque sabe que solas no podrán lidiar con el nacimiento de la bebé.
Abril (Emma Suárez), una mujer guapa, independiente y con un carácter fuerte, llega a tomar el control de la situación y a brindarle el apoyo que necesitan sus hijas, en especial a Valeria. Abril funge como madre de la recién nacida porque su hija adolescente no está lista para ser madre. El tiempo pasa y las cosas no son tan fáciles como todos esperaban: los padres de Mateo, el novio, rechazan a su hijo y a su nieta y Abril poco a poco comienza a desesperarse.
Si alguien sabe retratar personajes femeninos en nuestro país es Michel Franco y esta vez no es diferente. Como bien nos dijo en entrevista exclusiva, él perfiló el personaje de Abril con base en muchas Abriles que ha conocido en su vida. No es un personaje irreal, se construye de muchas mujeres que no nacieron para ser madres, de las cuales hay muchas pero igual nunca nos enteramos, o mejor dicho, nadie habla de ellas porque ser madre en México es algo sagrado.
Pero, ¿alguien puede definir el amor de madre?
Tuve la oportunidad de ver la película en una sala dónde éramos muchos menos hombres que mujeres y las reacciones eran variadas. De la incredulidad pasamos al enojo, a la frustración, a la desesperación y muchos otros sentimientos que a muchos les molestan en una sala de cine. Los advierto, no es para todos, es una película fuerte que le pega directamente a la institución sagrada que es la maternidad. Estoy seguro que pensarán “esto es irreal”, “esto jamás sucedería”, “ninguna madre le haría eso a su hija”, pero si son honestos con ustedes mismos, al final de la película reconocerán a muchas Abriles que, como el personaje, no nacieron para ser madres.
