La Mami de Lucía Herrero, forma parte de la Selección oficial del Festival Internacional de Cine de Morelia 2020 (FICM) en la sección de Documental Mexicano.
Desde hace 70 años, aproximadamente, el Cabaret Barba Azul recibe hombres en busca de compañía temporal, de una mujer que baile una pieza con ellos y les acepte un trago a cambio de unos cuantos pesos.
Ubicado en la colonia Obrera en la Ciudad de México, este lugar es uno de los pocos que mantienen la primera esencia de los cabarets que nacieron en la década de los 30, pero que se hicieron populares por infames en los 70 con el nacimiento del cine de ficheras.
Hace 50 años, en la piel de Sasha Montenegro como aquella “mujer fácil con una vida difícil”, conocimos a estas figuras femeninas, llamadas ficheras, que estaban en los cabarets esperando que un hombre las buscara para pasar un rato con ellas. Esta etapa de la filmografía mexicana, es justo decirlo, hizo que las ficheras fueran rechazadas por la sociedad.
Las mujeres que trabajan en un cabaret son relacionadas con las trabajadoras sexuales. Sin embargo, son damas de compañía y trabajadoras sociales, de acuerdo con doña Olga, quien trabajó 10 años en un cabaret para poder mantener a sus hijos/a.
La Mami
Hoy, Doña Olga, mejor conocida como “La Mami”, se encuentra todas las noches en el baño de mujeres del Cabaret Barba Azul cobrando propinas (que pocas veces llegan) por papel, echarle agua a la taza y limpiar los baños. Pero La Mami es más que eso.
Como su apodo lo indica, es una especie de madre para las mujeres que trabajan como damas de compañía: les da consejos para cobrar a los clientes que se hacen tontos; les ayuda a coser sus vestidos; las apura para que bajen temprano; les presta maquillaje; las escucha; y reza por ellas.
“Los hombres son buenos para dos cosas: para nada y para dar dinero“, les dice La Mami a sus “hijas” para que entiendan de qué va el negocio: todos los hombres, por más divertidos, guapos o espléndidos que sean, son clientes. Y cualquier conversación, beso, baile y fiesta, es un negocio. Todo es dinero.
La relación entre Olga y las mujeres del Barba Azul, es el tema central de La Mami, el último trabajo documental de Laura Herrero Garvín, quien realizó un trabajo de investigación de tres años antes de comenzar a filmar.
La Mami sólo tiene dos escenarios: el baño de mujeres donde en una esquina se sienta la protagonista, y la pista de baile del cabaret. No hay más. Son los únicos espacios que los espectadores tenemos permitido ver para evitar la idea de que necesitamos justificar la forma en la que se ganan la vida.
El trabajo de fotografía que se hizo en el baño le da un rostro a La Mami y sus labores de cada noche (el cuidado con el que corta el papel y los regaños que propina a las mujeres que no leen los letreros de las puertas). Pero su objetivo principal es cuidar la identidad de las trabajadoras, sus conversaciones, y su vida fuera del Barba Azul.
Todo lo que presenta Laura Herrero en La Mami, humaniza un trabajo que percibe a las mujeres como objetos, propiedad y consumo. Este documental no busca, de ninguna manera, el testimonio directo, pues tiene muy claro que no es un trabajo que necesitamos entender porque debamos justificarlo, sino un trabajo que construye una relación entre mujeres que es inquebrantable, y que entre todos los peligros, sí existe un lugar donde se puede estar a salvo.
La Mami, como persona y como documental, nos dice que no hay relación más poderosa que la de una mujer que se siente a salvo con otra…
Priscila
A dos días de que iniciara el rodaje de La Mami, llegó Carmen, una mujer de Tijuana que se mudó a la Ciudad de México para que su hijo de 22 años recibiera tratamiento por cáncer. Llegó al cabaret, pidió informes y le indicaron que subiera al baño de mujeres.
La Mami la recibe y le recomienda no usar su verdadero nombre. A partir de ese momento, Carmen se convierte todas las noches en Priscila. Su llegada y los motivos por los que está ahí, forjan un vínculo íntimo pero no sentimental con La Mami, con quien siempre conversa sobre la importancia de la familia, al mismo tiempo que reconoce que otras mujeres del Barba Azul están ahí por necesidad como ella.
La presencia de Priscila y sus pláticas con doña Olga, como mencionamos, son el argumento de La Mami, y conforme avanza el documental –y se escuchan los cambios de salsas a baladas de la agrupación en vivo–, se revelan historias que nos permiten ver que mientras se echan un trago con un cliente que desprecia la soledad, ellas nunca están ahí.
Mientras se maquilla, Priscila les platica que van varias veces que llega ebria al hospital donde está su hijo. Le da pena decirles a los médicos en qué trabaja, así que prefiere que piensen que es alcohólica. En realidad, lo único es que le falta es aprender a beber todas las noches y cómo, en todo caso, cubrir el aliento alcohólico.
Mientras baila, se besa o bebe, sus pensamientos están fuera de ahí. El Barba Azul no las define y aquí es donde reside el verdadero empoderamiento de estas mujeres.
Y para escucharla y darle algunos consejos, está La Mami y sus compañeras. Ellas le dicen que a la salida, mastique periódico o papel de estraza (el de las tortillas) y que con eso, santo remedio. “Parezco araña fumigada“, dice Priscila.
Así es como las dos mujeres protagonistas llegan a un punto tan íntimo, pero extrañamente frío o sombrío, en el que se revelan sus verdades. Priscila se va a regresar a Tijuana y La Mami le confiesa que tenía cinco hijos/a y que ahora le quedan cuatro, pues a una “se la mataron”. En el baño de un cabaret existen historias que se repiten y destinos que están obligados a encontrarse.
Herrero entrega en La Mami un documental complejo en cuanto a la lectura de las realidades que no nos pertenecen: las mujeres que no le pueden decir a sus parejas en qué trabajan, las madres que hacen oídos sordos ante las súplicas de sus hij@s para que no se vayan, aquellas que llegando a casa deben hacer de comer, o las mujeres que están ahí para juntar 27 mil pesos para el tratamiento de un familiar.
Las damas de compañía están un limbo en el que se les excluye porque a veces, las queremos ver como trabajadoras sexuales, y en otras ocasiones, como víctimas (en La Mami hay un encuentro interesante entre la protagonista y una joven cegada por la idea de que el cabaret es un espacio underground de la CDMX).
La Mami revela un mundo que nos cuesta mucho trabajo ver, reconocer y asumir, porque si lo hacemos, habríamos de identificar en dónde está nuestra responsabilidad para que exista, o bien, para que termine.
FICM 2020
La Mami participó en la Competición Principal de IDFA y formó parte de la Selección Oficial de MoMA Doc Fortnight, SXSW y el Festival Internacional de Cine de Guadalajara.
Y ahora llega en competencia a la edición 18 del Festival Internacional de Cine de Morelia en la sección de Documental Mexicano donde compite contra otros grandes títulos como Yermo, Las flores de la noche y No son horas de olvidar.
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