Desde hace unos días me percaté de que la serie de Netflix La Casa de las Flores, protagonizada por Verónica Castro, hacía mucho ruido en la red, así que tentada por el tren del mame decidí verla. Después de terminarla me di cuenta de varios factores que hacen de esta producción algo fresco y entretenido y desde mi punto de vista, les diré porqué me gustó esta producción recién salida del horno.
Primero les confesaré que no soy una persona que ama ver series. De hecho, admito que comencé a ver algunos títulos populares como Breaking Bad, Stranger Things, y hasta la de Luis Miguel, sólo porque veía el mame que desataban en las redes sociales. Eventualmente, luego de ver unos cuantos episodios, la historia lograba atraparme y era sólo así como llegaba hasta el último capítulo de la misma.
Cuando vi un promocional de La Casa de las Flores y me enteré que la Vero Castro era la protagonista, no me llamó mucho la atención. No me malinterpreten, no lo digo en mala onda, pero como una persona que creció en una familia que ama ver telenovelas 24/7 y que ha sido testigo de la decadencia de la industria televisiva, creí que dedicarle tiempo a otra historia que me presentaría un final en el que el amor triunfa, los buenos se casan, el/la malo/a se muerte y todos viven felices para siempre, no se me hacía una buena idea.
Y es que sinceramente creo que esa fórmula -además de la pésima calidad en sus producciones- provocó que muchos millennials (o jóvenes, chavorrucos, como quieran llamarnos) hayamos perdido totalmente el interés en las cosas que la televisión de ahora nos presenta. Porque la neta, si algunos llegamos a ver cosas como “La Rosa de Guadalupe” es sólo por mame, o porque no hay nada mejor que ver. En el caso de las telenovelas es lo mismo: a casi nadie le interesa saber una historia que al final acabará como les dije anteriormente.
Ahora sí, luego de todo mi choro mareador (era para ponerlos en contexto), van las razones por las que La Casa de las Flores“, la nueva producción del director y escritor tapatío Manolo Caro, me gustó y me tuvo durante casi nueve horas seguidas pegada frente a la pantalla de mi computadora.
Primero lo primero: La Casa de las Flores nos cuenta la historia de la familia De la Mora, propietarios de la florería más famosa de la ciudad (llamada igual que la serie) y cuyos integrantes gozan de un gran estatus social creado gracias a las revistas que aman tener a estos personajes en sus titulares y portadas.
Obviamente todo eso es mera apariencia, pues en realidad los De la Mora viven en una casa llena de secretos, infidelidades, carencia de dinero, excesos y una gran batalla por mantener ante los ojos de la sociedad la imagen de la familia perfecta a como dé lugar y de paso, sacar a flote el negocio que les ha dejado fama y fortuna (o algo así).
La producción toca temas como la transexualidad, la homosexualidad, la bisexualidad y el travestismo. El cómo son vistas estas personas hoy en día por la sociedad y las creencias que se siguen teniendo en torno al tema (que si se cura con terapia y demás cosas). Además, recalca lo difícil que es para algunos el salir del clóset por miedo a perder a las personas que más aman o de dañar una reputación que tienen ante los ojos de los demás.
De igual forma aparecen tópicos controversiales como las drogas, las relaciones sentimentales abiertas y las consecuencias que puede traer la infidelidad. Y es que a diferencia de las telenovelas, La Casa de las Flores nos dice sin tapujos que uno no puede andar por la vida haciendo cosas sin sufrir el karma de sus actos. Reafirma que el amor no siempre lo puede todo y que la vida está llena de malas decisiones. Nada es perfecto, deja de desperdiciar tu energía en intentar que así sean las cosas.
Otra cosa que me llamó la atención fue la música que utilizaron en la serie, pues aparecen desde rolas de Gloria Trevi y Yuri, hasta canciones de Jungle (quienes por cierto visitarán la CDMX este año). Y por muy extraño que pueda sonar, les juro que se van a sorprender de la cantidad de canciones que conocen cuando las escuchen en los episodios. Bueno, hasta reggaetón van a encontrar aquí.
La verdad me extendería y les diría que hay personajes grandes y pequeños que les van a robar el corazón y que se van a identificar con algunas situaciones que aquí se presentan. Pero no, mejor tómense un día para ver esta nueva serie de Netflix, quien aparentemente busca ampliar su audiencia y regresarnos a los millennials el gusto por las telenovelas que nuestros papás probablemente tenían a nuestra edad.
Los tiempos cambian y la manera de consumir productos televisivos también. Esta nueva producción, entre muchas cosas, nos viene a mostrar que lo hecho en México no siempre significa que sea de mala calidad. Si como yo eres de los que no le dan una oportunidad a La Casa de las Flores por ser “una telenovela disfrazada de serie” te equivocas, de hecho, podría asegurar que al final desearás que esta producción fuese una telenovela de verdad.