Sentir que no hemos hecho nada trascendente con nuestras vidas. Probablemente todos hayamos tenido ese inquietante sentimiento de estar encerrados en una existencia vacía, en la que pasamos el día a día con más pena que gloria.
Durante gran parte de su vida, Joy (Jennifer Lawrence) ha guardado ese sentimiento: De joven tuvo que abandonar sus estudios para llevar la contabilidad del negocio de su papá (Robert de Niro), es madre divorciada que vive con su familia y su ex esposo (quien duerme en el sótano) en una casa hipotecada; por supuesto el dinero escasea.
Toda esta atmósfera asfixiante hace que Joy se sienta en el epicentro de una locura en donde las carencias económicas, los problemas y los traumas de cada miembro de su familia terminan arrastrándola hacia una existencia miserable, tan representativa de la clase media estadounidense de mediados de los setenta. Lo desesperante para Joy no es tanto el presente, sino la perspectiva de seguir encerrada en ese laberinto del que no encuentra salida.
Y es que por naturaleza, Joy es creativa y autodidacta, el problema es que no sabe cómo encausar su creatividad y eso la frustra aún más. Justo cuando empezamos a temer por su salud mental, un hecho fortuito hace que Joy tenga una idea por la que no sólo apostará el poco dinero que tiene, sino que incrementará las deudas que venía arrastrando desde hace años: Un producto en apariencia sencillo pero revolucionario, el Miracle Mop, que no es otra cosa que un trapeador que se exprime solo.
(Si alguna vez han trapeado, entonces sabrán lo útil que puede resultar un invento así).
Es aquí donde empieza la aventura de Joy, quien deberá lidiar con su inexperiencia en materia de negocios, con las trabas que inconscientemente le pone su familia, y con todas las dificultades que implican el comenzar a materializar una idea desde cero. Cabe señalar que el argumento de esta película está basado en la historia de Joy Mangano, mujer que terminó convirtiéndose en toda una estrella de los infomerciales.
En esta película el director David O. Russell nuevamente recurre a su baraja de actores favoritos Lawrence-De Niro-Cooper, y si bien, no es su cinta mejor lograda, si logra impregnarle su estilo característico, llevando a buen puerto esta historia en la que de forma natural el humorismo convive con el drama.
Por supuesto, el gran hilo conductor de esta obra es Jennifer Lawrence, quien nuevamente vuelve a entregarnos otra actuación sobresaliente al representar a Joy en distintos momentos de su vida. Siempre lo hemos dicho, las escenas donde los personajes de Lawrence pierden la cabeza nos parecen memorables, y Joy tiene al menos un par de ellas.
Al final, Joy: El nombre del éxito es una película sobre la tenacidad de una mujer por alcanzar su sueño, sin importar que tenga todo en contra. Vale la pena verla, sin duda se pasarán un buen rato en el cine.
Por @gabrielrevelo