Carlos Fuentes nació un día como hoy pero de 1928, en Panamá. Sí, fuera de nuestro país. De hecho, pasó los primeros años de su infancia en diferentes partes de América; desde la punta sur del continente, en Chile y Argentina; hasta la punta norte, en Estados Unidos, aunque el escritor siempre supo que era mexicano.
Un gitano con frac
En entrevista con Joaquín Soler Serrano, en el programa “A fondo” de Televisión Española (TVE), Carlos Fuentes cuenta que gracias a su padre, Rafael Fuentes Boettiger, quien era diplomático, llevó una vida de “gitano con frac”, pues vivió en varias capitales de América durante su infancia; como Montevideo, donde pasó los primeros años de su vida y Río de Janeiro, ciudad donde dice que tuvo su primer acercamiento a la literatura gracias al escritor Alfonso Reyes, quien era el embajador, mientras que su papá era su secretario.
Sin embargo, después comenzaría a vivir en Washington D.C., capital de Estados Unidos, ciudad donde comenta que vivió ocho años y donde comenzaría a ser bilingüe. Sí, el escritor de Aura asegura que a partir de este momento tuvo una infancia un tanto “desgraciada”, pues no tenía vacaciones.
Él iba en ese entonces a la escuela en Estados Unidos y comenzaba a perder el español, por lo que su padre le decía: “No es posible, tú eres mexicano, tu lengua es el castellano”; entonces, mientras eran las vacaciones de verano en el país vecino, lo mandaba a México a tomar clases para que siguiera aprendiendo español y la historia nacional. Al respecto, comenta: “Para mí las vacaciones existían en las novelas de Mark Twain pero no en la vida real”.
La influencia de Alfonso Reyes
Gracias a una cátedra sobre Alfonso Reyes, donde el historiador Javier Garciadiego habló sobre la relación entre él y Carlos Fuentes, se puede saber un poco más sobre el lazo de estos dos importantes personajes para la literatura de nuestro país.
Fue cuando el padre del escritor de La región más transparente era secretario del embajador de Brasil, que establecieron el primer contacto, aunque apenas él era un niño. Y es que, como el mismo Fuentes llegó a mencionar, fue gracias a él que tuvo su primer acercamiento a la literatura: “en la rodillas de don Alfonso Reyes”.
Y así fue, ya que tiempo después, a mediados de 1947, su padre le comentó a Reyes que su hijo quería ser escritor, por lo que el poeta le recomendó algunos libros de Charles Dickens. Sobre esto, Garciadiego comenta: “El encuentro entre el patriarca de nuestras letras y el aspirante a escritor es altamente significativo para la historia cultural mexicana de la segunda mitad del siglo XX (…) Dicho encuentro implicaba, además, la continuidad de la literatura mexicana y el relevo generacional entre nuestros escritores“.
El nacimiento de su pertenencia a México
Carlos Fuentes también menciona en la entrevista que dio a Televisión Española en 1977, que mientras vivió en Washington D.C., entre sus cuatro y 11 años de edad, en él nació el sentido de su nacionalidad mexicana, de su “filiación” y “pertenencia a una cultura”; justo a la par de la nacionalización del petróleo por parte del entonces presidente de México, Lázaro Cárdenas del Río, en 1938.
Así es, cuenta que en ese tiempo era un niño querido en su escuela, en la capital de Estados Unidos, pues participaba en los juegos, en las representaciones teatrales, era buen alumno y tenía amigos. Sin embargo, todo cambió a partir de que comenzaron a aparecer enormes títulos en la prensa diciendo cosas como “El rojo Cárdenas nos roba nuestro petróleo”; entonces cuenta que se convirtió en un “apestado”, pero también se dio cuenta que pertenecía a una nación con su cultura e historia.
De acuerdo con la agencia EFE, sobre esta anécdota del autor de La muerte de Artemio Cruz, su esposa Silvia Lemus, en un homenaje póstumo por su cumpleaños número 90, comentó que al darse a conocer la nacionalización del petróleo, Carlos Fuentes, con diez años de edad, se subió a una butaca de su escuela y gritó “Viva México”.
La llegada de Carlos Fuentes a México
Luego de pasar algunos años en Santiago de Chile, donde comenzó a escribir y a tener una conciencia política; y de sufrir un poco por el entonces sistema de educación de Argentina en tiempos del peronismo; Carlos Fuentes por fin llegó a México, donde cuenta que tuvo su primer contacto con la cultura católica, pues su madre lo inscribió por primera vez en una escuela religiosa.
Después entró a la universidad y comenzó a estudiar Derecho. Carrera que comenta socialmente era el destino de todos los escritores hispanoamericanos para “no morirse de hambre”, pues ser escritor era imposible. Fue en este tiempo que un viejo conocido suyo, el escritor Alfonso Reyes, lo intentó convencer para que se convirtiera en abogado y abandonara su inclinación literaria.
Él le decía: “Mira, México es un país muy formalista y la gente necesita una asa para levantar su tacita, y esa asa es el título profesional”. Él primero no le haría caso y se iría a Europa para estudiar en Ginebra; aunque después regresó al país y terminó de estudiar Derecho.
Luego todos conocen su historia: se convertiría en uno de los escritores más representativos de nuestro país y del llamado Boom Latinoamericano, junto a literatos como Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa y Julio Cortázar.
*Con información de Televisión Española, EFE, y Carlos Fuentes y Alfonso Reyes. Una amistad literaria.