En 2008, cuando la actriz iraní Zar Amir Ebrahimi tenía 26 años y disfrutaba de un gran momento en su carrera en la televisión, comenzó a circular en las calles de Teherán un video íntimo suyo junto a su pareja. El video se lo robó un supuesto amigo.
Las autoriades comenzaron una investigación, pero no con el objetivo de descubrir cómo fue que se difundió el video, sino para castigar a la actriz, pues en Irán, una de las muchas cosas que están prohibidas es el sexo fuera del matrimonio, al cual se le puede dictar sentencia de años en prisión, latigazos e incluso pena de muerte.
Ebrahimi tomó sus cosas y huyó de Irán, específicamente a París donde actualmente vive. Esta terrible experiencia la utilizó, 14 años después, para interpretar al personaje de la periodista Arezoo Rahimi en Holy Spider, la más reciente película de Ali Abbasi.
Holy Spider
En Holy Spider, Arezoo Rahimi es una periodista que viaja a la ciudad sagrada de Mashhad en Irán para investigar una serie de asesinatos en contra de mujeres, todas trabajadoras sexuales.
Todos los crímenes se le atribuyen a un mismo sujeto que se hace llamar el “Asesino de Arañas”. ¿Cómo saben que es él? Porque llama a los medios locales para notificar cada crímen, darles la ubicación exacta donde encontrarán los cuerpos, y para esparcir su mensaje: limpieza de las calles (ceracanas a templos) en el nombre de Alá.
Rahimi pronto descubre que después de 10 víctimas, las autoridades (cívicas, morales y religiosas) no han hecho mucho por atrapar al asesino, pues de algunos manera les “conviene“ que alguien realiza la “noble labor” de limpiar las calles y terminar con aquellas mujeres impuras. ¿Por qué atrapar y castigar a un hombre que sirve a la comunidad y a Dios?
El personaje de Rahimi no sólo quiere atrapar al asesino para evitar que más mujeres mueran. Sino como una búsqueda personal tras ser acusada de adulterio en su trabajo anterior. Rahimi, en cada uno de sus artículos y reportes, quiere atrapar a un asesino que sirve como reflejo de una sociedad misógina.
Holy Spider y una cruzada moral en contra de las mujeres
El trabajo sexual suele medirse con una regla moral y ética. Los personajes que ofrecen servicios sexuales, sobre todo para grupos vulnerables como mujeres, infancias o personas trans, son sometidos a constantes señalamientos y juicios por parte de la sociedad, independientemente de las circunstancias por las cuales se encuentran ahí.
Pero al mismo tiempo, aquellos que emiten juicios y ofensas, se descubren hipócritas al señalar a quiene ofrecen el servicio, pero nunca a quien lo “consume” (generalmente hombres). Holy Spider es el ejemplo más claro de cómo la base de una comunidad conservadora, es un sistema patriarcal.
El mismo Ali Abbasi, director de Holy Spider, quiso que el criminal en esta historia no sólo fuera el Asesino de Arañas, sino la sociedad iraní, aquella que celebra la muerte de una mujer que no se apegaba a los parámetros religiosos, pero que sirve para confirmar el espacio que han de ocupar los hombres en la sociedad dentro y fuera del contexto religioso.
En Holy Spider vemos a Irán como un país conservador que rechaza la idea de intimidad como una obra pecaminosa y sucia. Pero al mismo tiempo, son las instituciones las que quieren asumir el control de la intimidad individual/pareja de sus ciudadanos y creyentes.
Y no hay nada más perverso que eso: el Estado, como si trajera una libreta en mano, ha de saber con quién o quiénes se mantiene relaciones sexuales so pretexto de emitir un juicio y saber si la o el acusado mereces un castigo o cumple las reglas. El poder (sexual) sobre la intimidad de las personas es indiscutible.
El control de la vida sexual por parte del Estado, de manera contradictoria, hipersexualiza todo: dónde se pueden tocar, cómo, y por qué; espacios exclusivos de mujeres y otros de hombres; la vestimenta; ocultar partes del cuerpo que se convierten en frutos prohibidos; etcétera.
Todo grita sexo y marca una diferencia que sabemos de sobra es peligrosa, pues en un sistema patriarcal, el sexo le pertenece a los hombres, incluido el que no es suyo: desde los genitales femeninos, la palabra, el deseo, hasta la forma de ejercer el placer.
El golpe más duro de realidad de una película como Holy Spider no son las escenas de violencia contra la mujer ni la formas de predicar de fanático religioso; en realidad, es descrubrir que el subtexto de esta historia sigue vigente, más reciente con la muerte de Mahsa Amini, la joven iraní de 22 que tras ser detenida por la Policía de la Moral, murió de un supuesto ataque cardiaco. O el caso de las niñas envenenadas en colegios iraníes tras las protesas de 2022.
Holy Spider está basada en un caso real
Saeed Hanaei es el nombre del asesino tanto en la película como en la vida real. Un veterano de guerra que en total tanto en la ficción y en la realidad, mató a 16 mujeres entre el 2000 y y 2001 con motivos religiosas.
En Holy Spider Hanaei es aterrador, y no tanto por la gran interpretación de Mehdi Bajestani, sino la construcción de un retrato cínico y enfermo que es abrazado por las masas: un hombre casado, padre de familia, religioso y un asesino de mujeres.
Hanaei se dedicó a la construcción tras volver de la guerra entre Irán e Irák de la década de los 80. Su paso por el conflicto armado terminó por desensibilizarlo de las formas más violentas que en las guerras se utilizan para alcanzar sus objetivos difrazados de libertad. La forma en la que Saeed Hanaei pensó que salvaría a su país sería limpiándolo de las impurezas, desahciéndose de las trabajadoras sexuales.
De agosto del 2000 a agosto de 2001, Hanaei estranguló a 16 mujeres dejando sus cuerpos en sitios baldíos a las afueras de Mashhad. Tras su arresto, el hombre pensó que se le agardecería la labor religiosa que hacía, pero sucedió todo lo contrario. Fue sentenciado a morir en la horca.