#AdoptaUnMuseo es una iniciativa de sopitas.com para recuperar el valor de algunos recintos culturales, como el Museo del Palacio de Bellas Artes, en medio de una pandemia.
El Palacio de Bellas Artes, diseñado por el arquitecto italiano Adamo Boari, se inauguró oficialmente el 23 de septiembre de 1934 durante el mandato del presidente Abelardo L. Rodríguez. Al proyecto se integró el arquitecto Federico E. Mariscal después de 33 años de construcción y de haber sido centro, en numerosas ocasiones, de las interrumpidas celebraciones del Centenario de la Independencia.
Dos meses después a esa fecha, el Museo de Artes Plásticas abrió sus puertas. Además de ser sede del Teatro Nacional, el Palacio de Bellas Artes pretendía ser un espacio que reuniera lo más sobresaliente del arte nacional con exhibiciones permanentes de arte prehispánico, virreinal y moderno.
El espíritu revolucionario estaba vigente y este nuevo recinto parecía ideal para impulsar la agenda cultural del momento en la que prevalecía una intención de regenerar y fortalecer la identidad de México. Y qué mejor que hacerlo a través de la cultura y el arte.
En la primera exposición del Museo se incluyeron obras del siglo XVI, pinturas de la Academia de San Carlos, esculturas prehispánicas del Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnografía, así como piezas de arte popular. Esto último gracias a los esfuerzos del Dr. Atl y de Roberto Montenegro por reivindicar las artesanías, las cuales fueron desdeñadas durante el porfiriato.
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¿Cómo llegó el muralismo en el Palacio de Bellas Artes?
El nuevo museo mostró también lo que en ese momento era la máxima representación de la plástica nacional: el muralismo.
Doce años habían pasado desde el inicio del movimiento muralista, y este se encontraba en su máximo apogeo. Rivera, Orozco y Siqueiros –los tres grandes exponentes del movimiento–, eran ya reconocidos internacionalmente y sus murales decoraban la Escuela Nacional Preparatoria y la Secretaría de Educación Pública, entre otros edificios públicos. Así que fueron convocados para pintar los muros del Palacio.
Diego Rivera
Los primeros en recibir la invitación, ese mismo año, fueron José Clemente Orozco y Diego Rivera, quienes trabajaron en forma simultánea. En el muro del extremo este, Rivera pintaba El hombre controlador del universo o El hombre en el cruce de caminos –mural que no pudo concluir un año antes en el Rockefeller Center en la ciudad de Nueva York.
Diego Rivera | El hombre controlador del universo o El hombre en el cruce de caminos, 1934 | Fresco sobre bastidor metálico transportable |Museo del Palacio de Bellas Artes, INBAL. D.R. © 2020 Banco de México, Fiduciario en el Fideicomiso relativo a los Museos Diego Rivera y Frida Kahlo.
José Clemente Orozco
Orozco, por su lado, trabajaba en Katharsis, en el extremo oeste, una alegoría sobre la guerra que retrataba la anarquía y la decadencia moral de la modernidad.
José Clemente Orozco | Katharsis, 1934-1935 | Fresco sobre bastidor transportable | Museo del Palacio de Bellas Artes, INBAL. D.R. © José Clemente Orozco/SOMAAP/México/2020
David Alfaro Siqueiros
En 1944, se le extendió una invitación a Siqueiros para que también realizara un mural en el Palacio de Bellas Artes. Con el título México por la democracia y la independencia, el muralista conocido como “El Coronelazo”, hizo una representación de la humanidad libre. Un año después, añadió dos tableros: Víctimas de la guerra y Víctimas del fascismo, retitulando la obra en un conjunto como Nueva Democracia.
Para 1951, Fernando Gamboa, entonces subdirector general del Instituto Nacional de Bellas Artes, le comisionó un mural más, Tormento de Cuauhtémoc y Apoteosis de Cuauhtémoc, un díptico que simboliza la tenacidad y la valentía del pueblo mexicano.
David Alfaro Siqueiros (1896-1974) | Nueva democracia, 1944 | Piroxilina sobre celotex y bastidor de madera|Museo del Palacio de Bellas Artes, INBA D.R. © David Alfaro Siqueiros/ SOMAAP/ México/ 2019
Rufino Tamayo
Un año después, Rufino Tamayo se unió a las filas de los muralistas del Palacio de Bellas Artes con Nacimiento de nuestra nacionalidad (1952) y México de hoy (1953), díptico que retrata la Conquista de México y el mestizaje. Con el particular estilo de Tamayo, pone un gran énfasis en la profundidad de la idiosincrasia de los mexicanos.
Jorge González Camarena
Finalmente, en 1963, Jorge González Camarena creó el último mural realizado exprofeso para el Palacio de Bellas Artes, y cuyo título es Liberación o La humanidad se libera de la miseria. Este quedó dividido en tres secciones en las que aborda la esclavitud y la liberación física y espiritual de la humanidad.
Jorge González Camarena| Liberación, 1957-1963 | Acrílico sobre tela en bastidor móvil | Museo del Palacio de Bellas Artes, INBAL. D.R. © Jorge González Camarena/SOMAAP/México/2020
Los murales “ajenos” al Palacio
Todos los muralistas que pintaron el Palacio de Bellas Artes, eran conscientes de las limitaciones que les imponía la arquitectura, lo que implicaba un gran reto que, al final, cada muralista resolvió a su manera. Para que la lectura visual de sus obras fuera la deseada, tenían que considerar la perspectiva y el punto desde el cual serían vistas…
A partir de 1963, las autoridades culturales comenzaron a trasladar otros murales como parte de un programa de conservación y preservación, además de considerar el Palacio de Bellas Artes como el mejor lugar para su exhibición.
-El primero de ellos fue el Carnaval de la vida mexicana, pintado en 1936 por Diego Rivera en el Hotel Reforma.
-Dos años después se le sumó Alegoría del viento o El ángel de la paz (1928), de Roberto Montenegro, que se encontraba originalmente en el antiguo Colegio de San Pedro y San Pablo.
Roberto Montenegro | Alegoría del viento o El ángel de la paz, 1928 | Museo del Palacio de Bellas Artes, INBA D.R. © Roberto Montenegro/SOMAAP/México/2020
-En 1966 se trasladó el mural La piedad en el desierto de Manuel Rodríguez Lozano, fresco pintado en 1942 sobre uno de los muros de la prisión Lecumberri.
-Finalmente, en 1977, se integró la obra Revolución rusa o Tercera Internacional (1933) de Diego Rivera, el cual había sido concebido para la Liga Comunista de América.
Esta colección permanente que forma parte del Museo del Palacio de Bellas Artes, compuesta por 17 pinturas, da cuenta del recorrido pictórico del México posrevolucionario.
Manuel Rodríguez Lozano (1896-1971) | La piedad en el desierto, 1942 | Fresco sobre bastidor y fibra de vidrio transportable | Museo del Palacio de Bellas Artes, INBA, D.R. © Manuel Rodríguez Lozano/SOMAAP/México/2019
Es, en palabras de Mercedes Iturbide (historiadora de arte, promotora cultural y curadora), “particularmente notable no sólo por la reunión de estilos tan distantes como el de Orozco y el de Montenegro, el de Rivera y el de Tamayo, sino por ser una muestra única en la historia del arte mexicano“.
En 1958, con la remodelación que se hizo con motivo de la Primera Bienal Interamericana de Pintura y Grabado, el Museo Nacional de Artes Plásticas cambió su nombre a Museo de Arte Moderno. 10 años después, se transformó en el Museo del Palacio de Bellas Artes, nombre que aún conserva.
En la actualidad, el Palacio de Bellas Artes es un referente clave del movimiento muralista mexicano, un espacio de exhibición y un homenaje a los artistas más sobresalientes del país.
Luis Márquez Romay (1889-1978)| Vitral del platafón del Palacio de Bellas Artes, ca. 1934-1938
Ubicación y horarios del Museo del Palacio de Bellas Artes
El Museo del Palacio de Bellas Artes se encuentra en Eje Central Lázaro Cárdenas esquina con Avenida Juárez. Después de un periodo inactivo por la crisis sanitaria, logró abrir sus puertas para continuar con sus distintas actividades, además de servir como un espacio de conversaciones que no podemos perder de vista, sobre todo durante un periodo de incertidumbre como el que vivimos.
Estos son los horarios:
Martes – domingo
11:00 am – 5:00 pm
Para más información sobre horarios, visitas guiadas, colecciones, exposiciones actuales y próximas, y más, accede a este ENLACE.
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