Pocas veces llegan a nosotros propuestas cinematográficas como las que siempre saca a la mesa el director mexicano, Guillermo del Toro. Desde sus cintas que se podrían catalogar más como de terror, hasta su última y mágica obra, The Shape of Water, todo siempre tiene una razón de ser que va mucho más allá de una experiencia visual increíble: se trata de que todo, absolutamente todo en sus cintas, digan algo que valga la pena escuchar.
En entrevista con IndieWire, el director habló sobre la cinta nominada a 13 premios Oscar: “Lo escribí para ella porque es extraordinaria y ordinaria. Puedes sentarse junto a ti en la parada del autobús pero también irradia luz, magia, es maravillosa. Queríamos mostrar que ella no es una princesa “animada”, que este cuento de hadas tiene sus límites. Quise mostrar la manera en que sueña con el agua, cómo se despierta, la manera en que utiliza el agua para hervir los huevos, se mete a la tina, se masturba, lustra sus zapatos y se va a trabajar”.
En The Shape of Water, a través de una historia en la que una mujer muda se enamora de una extraña criatura marina escondida en un laboratorio del gobierno en el que ella trabaja como parte de la limpieza, hay dos partes clave: Elisa, un papel escrito especialmente para Sally Hawkins, y el amor, representado por el agua y el monstruo que la necesita.
Con esto en mente, podemos entender ese detalle importante en el filme que podría pasar desapercibido: las escenas en las que Elisa se masturba en la tina.
“No solemos representar la sexualidad femenina, o bien, si lo hacemos, la presentamos de una forma glamorosa, artificial. Creo que la mayoría de la sexualidad en la película no lo es (glamorosa), incluyendo el momento en que están juntos, el hombre anfibio y ella. Se hace de una forma muy humana, amplia y natural”.
Esta declaración, sin intención de nada y hablando de la sexualidad humana en general (no solamente de la femenina), toma más sentido una vez que se entiende que esta cinta, como lo ha mencionado el director desde un principio, abraza la fantasía, las emociones y el carácter humano. “Se trataba de que la audiencia, poco a poco, se enamorara de la criatura” y se enamoraran también de la posibilidad del amor mismo.
“Espero haber hecho una película que la gente pudiera ‘cantar’ desde que saliera del cine. No la música, sino la película. Que pudiera cantar el sexo, el amor, la vida, la compasión”.